Dakota POV
—La Catedral de Palermo —dije, recordando nuestra cena—. Angelo está ahí.
Skyler me miró sin entender y no hizo preguntas, no dudó de mi palabra. Salió de la habitación con Fabriccio y conmigo detrás.
—Lo quiero vivo —masculló y la rabia que destilaba me hizo estremecer—. Lo quiero en mi mano para que pague por lo que ha hecho.
Fabriccio empezó a hablar por teléfono a toda velocidad.
Mario apareció por el pasillo, tan blanco como un papel, y Skyler le pidió que hiciera silencio cuando trató de preguntar algo. Lo puse al tanto en lo que bajábamos por el elevador hasta el parqueadero subterráneo.
Había unos diez hombres alineados cuando las puertas se abrieron y Fabriccio dio órdenes para que fueran en grupos de dos personas.
Mario me tomó de la mano para que fuera con él, pero Fabriccio lo impidió.
—Dakota tiene que ir conmigo.
Mario asintió porque era una orden directa y en circunstancias como esas todos sabíamos quién tenía en mando.
Skyler subió a una camioneta y Mario al asiento del copiloto. Fabriccio me llevó al todoterreno en el que habíamos viajado a los almacenes. Fue su auto el que salió guiando la caravana.
—Lo dijo en la cena —expliqué en lo que él conducía por las calles de Palermo—. Dijo que no se vengaría de alguien matándolo, que encontraría su punto más débil, que era la mejor manera de hacer pedazos a alguien.
—Tiene sentido —masculló en lo que trataba de evadir los autos y la gente.
Las calles eran imposibles de atravesar y tuvimos que tomar el camino más largo hacia la catedral. Los gritos y las sirenas se escuchaban dentro del auto a pesar de que estaba preparado para aislar el sonido. Me sostuve del cinturón de seguridad para controlar el temblor de mis manos y me quedé sin aire cuando doblamos a la calle que daba a la catedral...
Había tres autos blindados poniéndose en marcha y lo vi: Angelo. Se estaba subiendo al asiento trasero de uno y se alejaban de nosotros. Fabriccio pisó el acelerador, pero un camión se interpuso deliberadamente para cerrarnos el paso y darle tiempo de escape a su jefe.
—Armas, atrás.
Me giré en el asiento y tomé la primera que encontré a mano: un rifle. Fabriccio tocó el claxon y la caravana que nos seguía hizo lo mismo. El conductor del camión se paralizó cuando disparé dos veces como advertencia. Destrocé la ventanilla y el hombre entendió que, si valoraba su vida, debía quitarse de en medio.
La ira me consumía y cuando aceleró para desaparecer le apunté a la mano sobre el volante. El proyectil le destrozó los dedos y lo único que pude pensar fue en que sería un recordatorio para que no volviera a trabajar para Angelo Russo.
Fabriccio se puso en marcha y el movimiento brusco hizo que casi se me cayera el arma de las manos. Me costó volver al interior del auto. Revolví en la parte trasera y organicé las armas que teníamos. Había una bazuca y no descarté que tuviera que usarla.
Mientras más nos alejábamos de la ciudad, más fácil era conducir. Fabriccio maldecía por lo bajo cada vez que tomábamos una curva y no veíamos a los tres autos. Si lograban salir a la carretera que bordeaba Palermo, habría dos caminos que cubrir, podrían dividirse.
Me repetí una y otra vez que los alcanzaríamos y estaba a punto de perder la esperanza cuando cuatro y no tres autos negros, estuvieron a la vista en donde el camino tomaba direcciones opuestas. Eran iguales y no había forma de que supiéramos por cuál ruta debíamos ir, sin embargo, todos estábamos entrenados para saber que era momento de dividir fuerzas.
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Mi crush literario © [LIBRO 1 y 2]
RomanceCuando su crush literario aparece en la ciudad, Dakota debe ayudarle a regresar al libro antes de que su saga favorita termine de la peor manera. ⫷⫸ Dakota vive para leer. Está obsesionada con Skyler Moretti, jefe de la mafia y protagonista de una n...