Mi crush literario © [LIBRO 1 y 2]

06 ⫸Es sordo

Hay un capítulo antes de este, ya que esta semana hubo doble actualización. Si no lo has leído, muy mal, vuelve atrás para entender lo que pasa aquí.

Primero, había olvidado que Skyler estaba escondido en mi baño. Segundo, el bastardo salía recién duchado con mi toalla alrededor de las caderas y nada más.

Las gotas de agua brillaban sobre su escultural torso. Pectorales y abdomen marcados, oblicuos que delineaban el inicio de una "V" perfecta que terminaba en un lugar que la toalla estaba cubriendo.

Reconocí las marcas que surcaban su piel. Desde heridas de bala, hasta navajazos. Había sufrido y llorado cada una de ellas, pero en ese momento, de lo único que tuve ganas, fue de regalarle nuevas cicatrices.

Salía del baño con la parsimonia del huésped de un hotel. Peor, estaba usando otra de mis toallas para secarse el cabello.

—¿Qué demonios te crees? —espeté en la voz más baja que pude conjurar y empujándolo de regreso al baño.

Al quedar encerrados me percaté de mi palma sobre su pecho desnudo y húmedo. La aparté como si quemara.

—¿No dije que te mantuvieras quieto? —reproché con ganas de estampar mi palma contra su mejilla—. ¿Acaso no entendiste lo que pasaría si ella se entera de que estás aquí?

—Necesitaba un baño y tú estabas ocupada.

Su dedo pulgar señalaba sobre el hombro en dirección al conducto de ventilación.

En el silencio que mantuvimos pude oír, aunque no entender, las protestas de mi madre hablando consigo misma en lo que calderos chocaban unos con otros. Estaba recogiendo la cocina y si eso se escuchaba, los gritos debían haber sido un espectáculo en el baño.

No me importó que se enterara de mi vida, ya me consideraba una salvaje.

—Por eso decidiste ducharte, para que se sintiera el sonido del agua y te descubriera, ¿no es cierto? —cuestioné, alzando una ceja.

—No iba a escuchar con el festival de gritos que montaste —expuso sin vaselina y quise cambiar la palma por mi puño si decidía golpearlo.

Me controlé porque estaba perdiendo tiempo de estudio y de tomar una pastilla antes de que el dolor de cabeza se volviera insoportable.

—Mira, Skyler, sé que...

—Ya casi llego a la última actualización —interrumpió como si nada y puso a un lado la toalla con que se había secado el cabello para intentar acomodarlo con sus dedos—. Sé lo que pasará, pero igual quiero leerlo y creo que ya sé lo que hay que hacer.

—¿Lo que hay que hacer?

Rodó los ojos ante mi gesto escéptico.

—Para. Que. Pueda. Volver. Al. Libro —explicó, haciendo énfasis en cada palabra, como si yo fuera incapaz de entender—. Lo único que necesito es encontrar a la escritora. Si llegamos a ella, estoy seguro...