25 ⫸ Nunca va a decir que le importa

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Skyler POV

La extracción de Fabriccio y Dakota no había sido sencilla. Mis hombres cavaron en la tierra hasta dar con un túnel que habían encontrado para escapar. Nuestro equipo médico de confianza los atendió y se los llevaron antes de que pudiera ver en que estado se encontraban.

Mario y yo lo habíamos presenciado todo a través de las cámaras integradas en sus trajes. Por esa razón conduje a toda velocidad hasta la casa segura más cercana, la que estaba preparada por si algo salía mal.: una vieja finca.

Cuando llegué, primero vi a Fabriccio. A pesar de sus condiciones, me mandó a la mierda e hizo que saliera de la habitación donde lo atendían, o donde los médicos intentaban hacerlo. Él insistía en que él podía curar de sus propias heridas. Lo dudaba. El informe del médico principal me dijo que llevaba puntos en la espalda por una herida profunda y que tenía varias costillas fisuradas o rotas y que necesitarían llevarlo a un hospital para examinarlo con rayos X.

Si Fabriccio había salido de allí y todavía era capaz de mirarme con expresión asesina cuando yo daba una muestra de preocupación, significaba que sobreviviría.

—La mujer, señor Moretti —dijo el médico—, el problema es ella.

Cerré las manos en puño a los lados de mi cuerpo. Resistí el impulso de correr y patear puerta a puerta hasta encontrarla.

—¿Qué pasa con ella?

—No se deja tocar. —Debió ver la confusión en mi rostro—. No parece tener ninguna herida profunda, pero no podemos asegurarlo sin quitarle la ropa y examinarla. Grita cada vez que alguien se le acerca y... Tiene un hombro dislocado, no hemos podido ponerlo en su lugar.

Tragué con dificultad y logré mantener la compostura al hacer un gesto con la cabeza para que el médico me llevara a donde estaba Dakota. Caminaba demasiado lento, demasiado tranquilo en comparación con mi corazón que bombeaba sangre por todo mi cuerpo a una velocidad alarmante.

La habitación al final del pasillo estaba abierta y la ventana también. Dejaban circular la brisa de la madrugada y en medio había una cama con un diván a los pies. Allí estaba ella.

Seguía con el traje negro, cubierta de sangre, encogida en sí misma y con varias enfermeras alrededor que le brindaban palabras de consuelo, pero que mantenían distancia. Cuando una dio un paso en su dirección, Dakota mostró los dientes y alzó un cuchillo.

—No podemos perder más tiempo para poner ese hombro en su lugar, no nos ha permitido ni pasarle calmantes para el dolor —explicó el médico—. Tiene que estar sufriendo.

Su hombro derecho estaba en una extraña posición. El sudor que perlaba su frente, daba reflejos de la luz azulada que entraba por la ventana.

—Saque a todos —le murmuré al hombre—, solo quédese usted.

Al momento, la habitación quedó casi vacía y eso hizo que Dakota examinara el movimiento a su alrededor. Sus ojos se posaron sobre mí. Era un animal herido que no deseaba ser molestado. Vi el dolor en su mirada, la alerta permanente, cada organismo vivo sería identificado como un peligro.

Me quité el saco con extrema lentitud porque ella seguía todos mis movimientos. Hice lo mismo al remangar mi camisa, sin apartar la mirada o pensar en la sangre cerca del nacimiento de su pelo, el labio partido y la suciedad. Di un paso en su dirección y se tensó. Esperé hasta que respiró con calma y di otro. Me atreví a dar un tercero, pero con el cuarto, cuando la distancia entre nosotros fue de un metro, su mano sana apretó la empuñadura de su cuchillo, una señal de amenaza.

Me agaché para que no tuviera que alzar la cabeza para verme.

—¿Me abrirás la garganta con eso? —pregunté, aunque no esperaba obtener respuesta—. Apuesto que te gustaría después de todo lo que ha pasado.

Mi crush literario © [LIBRO 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora