20 ⫸Una versión desactualizada de Dakota

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Una línea marcó el ceño del moreno al mirarme

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Una línea marcó el ceño del moreno al mirarme. El corazón me latía en los oídos mientras Gerard tomaba el pedido de los chicos que iban con él.

—¿Dakota? —preguntó, logrando que todos me miraran.

—Dax —murmuré y su sonrisa se ensanchó.

El perfecto y dulce Dax.

Salió de la fila y no dudé dejar atrás el mostrador para encontrarlo. Me abrazó en cuanto estuvimos cerca y solo pude pensar en las horas que llevaba sin bañarme y la tierra que manchaba mi ropa después de esconder el auto. Era una mofeta frente a su exquisito olor a loción de afeitar.

—No puedo creer que seas tú —declaró en lo que nos apartábamos del camino hasta no intervenir con el movimiento del atestado lugar.

—Yo-yo tampoco.

¿Acababa de decir que yo tampoco creía que fuera yo?

>>Ha pasado mucho tiempo —agregué, intentando arreglar mi torpe respuesta—. ¿Estás bien?

Bien estaba —pensé, tratando de no mirar su cuerpo y concentrarme en su cara.

—Cuatro años, ¿no? —comentó, alzando las cejas—. Jamás volviste, te extrañamos en las vacaciones.

—Yo... Prakt... ya sabes, una ciudad difícil...

No supe cómo continuar y fui salvada cuando apareció una muchacha pequeña, de cabello negro por la cintura y un flequillo recto. Llevaba dos barquillos de helado y la seguía un chico de ojos verdes.

—¿Recuerdas a Mia? —dijo Dax, recibiendo su helado.

—Me parece que sí. —Respondí a la sonrisa que me dedicó.

—Yo te recuerdo —dijo con voz grave y profunda, nada coherente con su diminuta figura—. Mi primera borrachera fue el mismo día que la tuya.

—El mismo día para todos —aseguró Dax, haciendo que ambas riéramos. Pasó un brazo por encima de los hombros del chico de ojos verdes—. Este es Aksel, era de Prakt, como tú.

—Un gusto —dijo él, estrechando mi mano y mostrando unos hoyuelos cuando sonrió.

—¿Sigues viviendo allá? —preguntó Dax.

—Sí, estudio dirección de cine. —Mi voz sonaba más aguda que de costumbre y no podía hacer preguntas coherentes que mantuvieran la conversación.

—Creí que te habías mudado y jamás te contacté —comentó Dax.

—¿Estudias en Prakt? —Un nudo apretó mi garganta al pensar en lo cerca que habíamos estado.

—Todos —replicó, señalando a sus amigos—. Acabamos de llegar.

—Y nos están esperando en el auto —agregó Aksel, que sostenía un helado extra—. Si se derrite se enfadará y querrá comerse el tuyo.

Mi crush literario © [LIBRO 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora