38 ⫸ ¿Cómo que qué paso?

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Tomé una bocanada de aire y un extraño sonido salió desde lo más profundo de mi pecho. Me tuve que agarrar del cuello para sentir los dedos sobre mi piel y convencerme de que no estaban tratando de estrangularme.

La sensación de la caída me había despertado de golpe y tenía el corazón a toda velocidad, tanto que dolía, como si acabara de correr diez kilómetros. La misma sensación de cuando salías de un sueño perturbador en el cual saltabas al vacío, multiplicado por mil porque yo había saltado de verdad.

La opresión en el pecho apenas me dejaba respirar.

—Dakota, ¿qué pasó?

Reconocí la voz. En el suelo, de rodillas y a mi lado, estaba Shinavi, con la cara manchada de negro y el pelo hecho un desastre. Había un corte en su mejilla y le sangraba.

¿Cómo que qué pasó?

Miré a mi alrededor y entendí a lo que se refería. Me encontraba en la oficina de Shinavi, semisentada en el sofá en que me había acostado en algún momento, ¿meses atrás? ¿Horas? ¿Minutos? Sin embargo, nada estaba como lo había dejado, la habitación estaba destruida.

El humo se iba disipando, las computadoras hechas pedazos, los libros habían caído de los libreros, algunos se veían chamuscados. Los cuadros estaban rotos y había cristales en el piso. Parecía que había explotado una pequeña bomba dentro de esas cuatro paredes. La única que estaba limpia y a salvo era yo y el sofá.

—¿Qué pasó aquí? —Mi voz sonó ronca y grave.

Me tapé la boca y la nariz, el olor del humo era asfixiante. A Shinavi le lagrimeaban los ojos y no dejaba de mirarme, aterrada, revisando cada parte de mi cuerpo.

Miré por la puerta que daba al exterior, estaba amaneciendo. No era muy distinto a lo que había visto antes de cerrar los ojos y sumergirme en el universo de Skyler.

¿Realmente estuve ahí?

Me pasé la mano por el pecho. Algo me quemaba por dentro.

—¿Cuánto ha pasado? —pregunté—. ¿Cuánto...?

—Veinte minutos. —Tosió y trató de apartar el humo a nuestro alrededor con un movimiento de a mano.

Solo veinte minutos.

—¿Dime qué pasó? ¿Qué hiciste? —preguntó ella.

"Muchas cosas" era una respuesta tonta. Miré a la computadora donde había leído el libro... veinte minutos antes. Por mucho que me hubiese convencido de que estaba frisada en el mundo real y viviendo en un libro, verlo con mis propios ojos se sentía... imposible.

Me toqué el costado, donde había estado la herida del puñal. No había nada allí. No me dolían los músculos, pero mis pies estaban sangrando. Tenía un par de cristales encajados en las plantas y me los quité. Eran del hospital, del suelo de esa habitación dentro de ese libro, no tenía dudas.

Estaba de vuelta, lo que tanto había deseado.

El dolor en mi pecho se hizo más fuerte.

¿Cómo terminó el libro? ¿Valió la pena dejarme caer?

Miré a las computadoras de Shinavi. Necesitaba leer lo que había pasado después de mi desaparición. ¿Cómo iba a saberlo si la información había sido destruida?

—¿Qué pasó aquí? —pregunté, mirando cada esquina de la habitación.

—Te dormiste —explicó Shinavi—. De pronto la pantalla de la computadora empezó a parpadear y los capítulos a abrirse y cerrarse, todo se estaba cambiando. Traté de apagarla y no pude, no me daba tiempo a leer nada. —Sus ojos rebosaban en lágrimas—. Las cosas no paraban de reescribirse y borrarse hasta que se detuvo y el ritmo de la escritura en los apartados de Wattpad se volvió normal. —Tragó con dificultad—. Leí el final. Lo que pasó en el hospital. Justo en el momento en que te dejaste caer por la ventana, las computadoras explotaron.

Mi crush literario © [LIBRO 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora