LAS CARTAS DE “EL CLUB 69 DE ARIES.”
LAS RAÍCES DE MI FAMILIA.
CAPÍTULO OCHO.
La dulce princesita seguía temblando de pies a cabeza, la muy puta sentía bien llena de dura carne toda su derramada panochita, sudaba de puro placer, sintiendo ardor en las nalgas por las fuertes nalgadas que le dio su primo Melquiades, solo escuchó a su prima Ana cleta decir:
— ¡He y Melquiades! Ya dámela en mi culito, para que te derrames. —
Ana cleta estaba bajando sus dos manos acariciándose las nalgas, separándoselas ofreciéndole a su primo todo su pequeño fundillito, manteniéndoselas bien abiertas, que estando en esa posición era más fácil de penetrarla, y tampoco era la primera vez que en esta posición, él le jodiera el fundillito.
Seguido así se la cogía Melquiades, le hundía entre las nalgas la gruesa tranca, hasta que ambos se derramaban, sabía muy bien lo que a Ana cleta le gustaba, y como volverla loca de placer en la cama y fuera de esta.
—Están delicioso tener un garrote como esta entre mis nalgas, me gusta tanto. —
Expresó Angélica, con su carita que en ese momento estaba al rojo vivo y embarrada de saliva, ya la hermosa princesita volvía de su caliente orgasmo, mirando a su prima.
Melquiades ahora le sacó muy despacio la dura y gruesa vergota de entre las nalgas de Angélica, dejándole ese mojado y delicioso bizcochito, pero todavía admirando esas dos ricas nalgas que eran deliciosas.
Angélica todavía tenía algunos espasmos en su cuerpo por su orgasmo, ahora se hizo a un lado arrodillándose en la orilla de la cama.
Melquiades con su mano derecha se agitaba el grueso garrote, que estaba ya para estallar, con sus dos manos le agarró las piernas a Ana cleta, jalándola suavemente más a la orilla de la cama, tenía sus nalgas levantadas sobre la almohada, para facilitar la penetración de esta cogida.
Ahora su primo en su mojada y pequeña papayita, le introdujo el garrote de un golpe, hasta el tope como a ella le gustaba sentirla, para esta putita la fiesta apenas empezaba,
y su pequeño fundillito pagaría toda su calentura, la muy puta continuaba con sus dos manos abriéndose las nalgas, ofreciendo su obscuro y pequeño fundillito a su primo.
— ¡Ay! ¡Ah! ¡Qué rico! ¡Dame más! ¡Mi panochita! —
Gritó Ana cleta de placer, al sentir el fierro abrirse paso en su estrecho bizcochito, golpeándole con los huevos su fundillito, que ya esperaba impaciente ser invitado a la cogida, giraba su carita de derecha a izquierda gozando ese garrote.
Angélica abrió los ojos cuando a escasos centímetros miró ese grueso garrote desaparecer adentro del bizcochito de una forma sorprendente, pero esta puta solo gritaba muy desesperada por más.
—Chúpale su bizcochito a esta pinche zorrita Angélica, mámaselo todo para que se venga la cabrona en tu boca. —
Comentó Melquíades, quien le agarraba con sus manos las dos piernotas, cadereando le metía y le sacaba del bizcochito su vergota en un delicioso vaivén.
Sin decirle dos veces Angélica estaba de rodillas, enseguida acercó su cara a la panochita, sacó su lengua y se la colocó de nuevo, chupando y
lamiendo todo el delicioso clítoris.
Mientras Melquíades le metía y le sacaba la vergota en la papayita, enloqueciendo a Ana cleta, él miraba como a cada empujón que le daba, se le meneaban los dos grandes senos
a su prima, también miraba los blancos senos de Angélica rosarle con sus pezones las piernas de
Melquiades, esta puta no separaba ni un momento sus labios, ni la tibia lengua del peludo bizcochito de Ana cleta.
Realmente Angélica quería que esa papayita se le derramara en su boca, como su prima lo hizo en su bizcochito, esta sería una deliciosa experiencia para ella.
— ¡Dame por mi culito! ¡Sodomízame cabrón! ¡Ya casi me vengo! ¡Dame por el culito! ¡Dame, dame! Ya casi me
vengo ¡Mi fundillito, quiero que me lo deshagas! —
Suplicó desesperada Ana cleta, quien en ese momento era mamada y cogida en su bizcochito, con sus dos manos se continuaba agarrándolo las nalgas, separándoselas entregándole todo su pequeño fundillito en bandeja de plata.
Melquiades al escuchar la desesperación de su primita,
enseguida le sacó el mojado garrote de esa caliente panochita, ahora Melquíades acercó su garrote a los labios de Angélica, agitándose sus once pulgadas con su mano derecha diciéndole:
—Chúpalo Angélica para que se moje más, ese fundillito se lo va a tragar todo. —
Melquiades mirando la carita roja de Angélica, toda empapada de saliva, no se lo dijo dos veces, esta pinche puta
también estaba muy caliente, así que acercó su cara y abrió sus labios, chupándole enseguida toda la punta del garrote, dejándolo bien lleno de saliva, mamaba divino esta putita.
Con la húmeda lengua le mamaba, le chupaba y le lamia, devorando su boca unas pulgadas del grueso garrote, después de algunas mamadas de garrote. Melquíades agarró su
vergota y se lo colocó en el obscuro y pequeño fundillito.
Ana cleta con sus dos manos mantenía sus nalgas bien abiertas. Melquíades le sostuvo los tobillos de Ana cleta, solo empujó despacio un, dos y tres veces, este pequeño fundillito se abrió, recibiendo tan gruesa carne haciéndola llorar,
pero de puro placer a la hija de su puta madre.
— ¡Ay! ¡Mi culito! ¡Ah! ¡Que rico me lo trago! ¡Ah! —
Se quejó Ana cleta. Mientras Melquíades le hundía entre las nalgas la gruesa tranca, sintiendo apretado ese agujerito, la vergota seguía abriendo camino, sodomizándola como a ella le gustaba, abriendo enormes los ojos y entre abriendo la boca agarrando aire, sin soltar sus nalgas ni un momento.
— ¡Mi fundillito! ¡Ah! ¡Me lo estoy tragando! ¡Ah! ¡Ah—
—Chúpale todo su bizcochito Angélica, ¡Chúpalo! ¡Es todo tu yo! —
Gritó Melquiades. Una vez que entro la gruesa vergota, le hundió seis pulgadas en el pequeño fundillito, echándose para atrás sacándole casi todo y hundiéndoselo otra vez,
gritando desesperada Ana cleta de placer, su fundillito ya no se podía cerrar, ahora solo le metía y le sacaba su garrote sacándole gritos de placer a la lujuriosa prima.
— ¡Ah! ¡Húndemelo! ¡Ah! ¡Más! ¡Ah! —
Ante tales suplicas de esta puta, su primo le empujó de nuevo su vergota, pero ahora ocho de sus gruesas pulgadas se le hundían en su pequeño fundillito, sacándoselo casi todo y nuevamente metiéndoselo hasta donde se lo permitieron las nalgas de Ana cleta, quien mantenía las dos manos separando las nalgas, recibiendo su grueso garrote, la muy puta lloraba desesperada de placer, esa vergota le torturaba de manera divina.
— ¡Ah! ¡Mi fundillito! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —
Ana cleta se quejaba de placer, mientras Angélica con su boca no se despegaba del bizcochito, con su lengüita le mamaba como desesperada ese rojizo clítoris, mamada tras mamada sin detenerse, metiéndole ahora tres dedos en el
mojado bizcochito.
En esa posición, el fundillito se lo tragaba por completo, sin ningún problema, por primera vez en su puta vida a Ana cleta, le mamaban también el bizcochito estando bien ensartada.
Ella sintió llegar a su culminación en este pervertido acto sexual, sentía tan delicioso que le empujaran toda su
tripita, y más delicioso cuando empezó a sentir caliente, caliente, muy caliente su panochita se derramaba.
— ¡Me vengo! ¡Ah! ¡Me! ¡Ah! ¡No te detengas! ¡Ah! —
Ana cleta apretaba tan rico el pequeño fundillito, que sintió Melquíades las piernas rígidas, un escalofrió recorrió todo su cuerpo anunciándole su eyaculación, siguió
bombeando no evitando soltar toda su leche adentro del fundillito, que se contraía en el orgasmo de Ana cleta, apretando ella el culito de una forma divina.
Los chorros de caliente esperma salían uno tras otro, inundándole adentro de su apretado fundillito, provocándole a la puta un gran éxtasis, cimbrándose su cuerpo de pies a cabeza, ante los espasmos que sentía en su caliente cuerpo, ahora al mismo tiempo gritaban los dos amantes de placer.
La muy golosa de Angélica con su boca aprisionaba el sensible clítoris, le daba de deliciosas vueltas con su lengua, escuchando los gritos de sus primos, derramándose juntos
los pinches calenturientos:
— ¡Ah! ¡Me vengo en tu culo cabrona! ¡Ah! ¡Me vengo! ¡Oh! ¡Me estoy! ¡Ah! —
— ¡Ah! ¡Me! ¡Estoy viniendo! ¡Ah! ¡Mi fundillito! ¡Ah! ¡Chúpame la panocha! ¡Ah! ¡Ah! —
Mientras se quejaban en su venida, Angélica como una golosa no paraba de lamer el rico bizcochito, recibiendo la venida de su prima en su boca, hundiendo su lengua en medio del peludo bizcochito, le lamia toda la panochita.
Mientras con sus dos manos le apretaba los pezones de sus senos, haciéndole más intenso la caliente culminación de Ana cleta, quien se estremecía de placer de pies a cabeza, quejándose de placer.
— ¡Ay! ¡Qué rico! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —
La prima giraba su cara de izquierda a derecha, caminando descalza entre las nubes, Melquíades comenzó a parar de bombear el delicioso fundillito, deteniéndose por completo, alzó la cara mirando al techo agarrando su aire, el fundillito
de su prima le apretaba su garrote, como si “palpitara”, se lo ordeñaba de una forma deliciosa.
—Son unos pinches locos. ¿Lo saben? ¡Qué delicia! —
Expresó Angélica con una sonrisa, con su cara totalmente embarrada de saliva y de jugos vaginales, su papayita escurría de placer.
Melquíades veía a su prima Ana cleta, su cuerpo estaba caliente y sudoroso, su carita que a pesar de ser morena estaba al rojo vivo, sus dos grandes senos bien hinchados, sus pezones duros, su hermoso y plano vientre
se movía agitado aún con el orgasmo.
Su rica papayita estaba abierta, muy caliente con su clítoris mojado y totalmente salido, con sus vellitos negros adornando alrededor de su bizcochito, su pequeño fundillito
estaba bien abierto con su gruesa reata, todavía adentro sin poderse cerrar.
Melquíades con sus dos manos todavía le sostenía las piernas en el aire, solo se masturbaba la punta de su grueso garrote, moviéndolo muy despacio, soltando las últimas gotas de leche, hasta después de unos segundos libero ese goloso fundillito,
dejándolo bien abierto, miraba como entre las nalgas se le salía muy despacio los espermas, haciendo
caminito hacia afuera de su caliente cuerpo, moviéndose despacio el fundillito tratando de cerrarse poco a poco.
—La siguiente vez que cojamos primo, me jodes mi culito, a ver si te aguanto tu vergota en mi fundillito. —
Comentó Angélica observando el fundillito de Ana cleta, que estaba bien abierto y embarrado de leche, se veía excitante.
Ana cleta no soltaba sus nalgas, dejándoles mirar todo su fundillito bien abierto y derramado.
Melquíades volteó a ver a la cara a Angélica sonriendo se agitaba con su mano derecha su garrote, que todavía tenía unas gotas de caliente esperma saliéndole. Le expresó:
—A ver si eres tan puta prima, lámele todo el fundillito a tu prima y trágate toda mi leche caliente… anda Angélica de muéstrame lo puta que eres, y mámale todo el fundillito,
prueba mi atole y déjaselo bien limpio, esto es parte del juego también. —
Estaban bien separadas las nalgas y la leche seguía saliendo del abierto fundillito, Angélica hincada como estaba, miró a su primo, después puso la vista en el culito de Ana cleta, de su cara salió una sonrisita y sin protestar ni decir nada.
En esta perversión total, Angélica con su boca le metió una mamadota en el abierto fundillo, metiéndole toda la lengua y chupándole los calientes espermas, lamiéndole todas las nalgas, le lamia desde el culito hasta
la mojada panochita, dándole mucho placer a Ana cleta en su sensible panochita, haciéndola seguir temblando de placer, con esa deliciosa lengua, dejándola bien limpiecita.
Después de un minuto de lamer, chupar y mamar separaba Angélica su cara, que estaba embarrada de saliva, leche y jugo vaginal. Angélica detenidamente veía el fundillito bien abierto. Melquíades estaba muy sorprendido, pensó que ella dijera que no lo chuparía o que le daría asco.
Así que de premio le señaló:
—Ya está flojita mi vergota, ¿Quieres que te sodomicé prima? No te lastimara, si te la meto en tu fundillito, ya es inofensiva mi garrote primita. —
Angélica sonrió por un instante, mirándole su flácida vergota, la cabrona sin pensarlo dos veces, abrió su boca chupándole la cabeza que todavía escurría de leche caliente,
después de unas buenas chupadas de garrote, se lo dejo bien limpio.
Melquíades se estremecía ante las mamadas que le daba esa boquita.
Después de hacer esto, se puso de pie Angélica, enseguida le dio la espalda a su primo, acomodándose se agachó hincándose en la orilla de cama, recargando su cabeza en el colchón, y….
¡Madres! Se le vieron unas señoras nalgas, y si eso no era suficiente, para mirar todavía con sus dos manos se estaba abriendo sus blancas y grandes nalgas, dejando al descubierto su pequeño y goloso fundillito, con su hermosa aureola rosita, mostrándolo como un gran manjar para su primo.
Ella giró su cara buscando el rostro de su primo, entonces de una forma muy hipócrita le comentó:
—Intenta metérmelo primo, pero con cuidado, con mucho cuidado, que nadie me ha jodido mi fundillito, aún es virgen. —
Ana cleta le miró a la cara a su prima, toda embarrada de leche, ya que con las nalgas bien paradas y abiertas esperaba impaciente ser sodomizada, con semejante vergota que la
zarandearía de lo lindo.
Melquíades con su mano derecha se agitó un poco su vergota, de la punta aún se sacaba gotas de esperma, se agachó un poco acercando su cara al par de nalgas, escupiéndole en el pequeño y cerrado fundillito, sintiendo Angélica la saliva
caliente resbalarle hasta tocar su bizcochito, ahora metió Melquíades su dedo índice en el fundillito, meneándolo de adentro hacia a fuera sintiéndolo apretadito.
Enseguida metió un segundo dedo, que fue el dedo medio para abrir y lubricar el rico fundillito que se “comería”, sacó los dedos y de inmediato le escupió de nuevo en el fundillito, esta vez Melquíades se enderezó colocándole su gruesa
punta de su vergota, que de solo ver estas nalgas, y sentir este caliente fundillito, diferente al de su prima Ana cleta.
Ya se le enderezaba de nuevo su tronco, así que empezó a empujarlo una, dos y se abrió el fundillito recibiendo el grueso calibre, toda la cabeza ya estaba adentro del pequeño fundillito, abriéndolo sin dejarlo ya cerrarse, ya estaba hundida entre las nalgas la gruesa tranca, escuchando:
— ¡Ay! ¡Ya me entro! ¡Ah! ¡Mi fundillito! ¡Ah! ¡Ah! —
Se quejó Angélica abriendo sus ojos, pero no soltando sus dos blancas nalgas para que se hundiera por completo todo el grueso garrote, hasta el fondo de su tripita.
Melquíades le empujó cinco pulgadas, la vergota fue hundiéndose adentro del caliente fundillito, haciéndola gritar de placer, sintiendo la dulce princesita, como cuando se chiquiteo ella misma con su grueso y largo consolador de goma en su casa.
— ¡Ah! ¡Se me está abriendo! ¡Mi culito! ¡Ah! ¡Ah! —
A Melquíades se le había enderezado ya el tronco al cabrón, cuando sintió el fundillito caliente y bien apretadito, además, le excitaba la idea que apenas la conocía, y ya la tenía toda encuerada y en cuatro patas, “comiéndose” parte de su grueso garrote por el fundillito, esas dos deliciosas nalgas conocerían como es una buena chiquiteada.
— ¡Ah! ¡Mi Dios! ¡Ah! ¡Qué rico! ¡Me floreas mi culito! ¡Ah! ¡Ah! ¡Mi fundillito! ¡Ah! ¡Ah! —
Melquíades ante lo delicioso que sintió, le empujó hasta el tope su grueso garrote, hundiéndole ya diez de sus once pulgadas. Ahora Angélica se soltó sus dos nalgas apretándole
más rico el garrote.
Melquíades enseguida con sus dos manos la agarró de la cinturita, empezó a meterle y sacarle su
fierro en el fundillito.
Mientras que Angélica abría los ojos enormes, de solo sentir la reata hasta el fondo de su fundillito, abría la boca y con sus dos manos apretaba con fuerza la colcha, le rebotan los dos senos a cada embestida de la gruesa vergota entre sus nalgas.
Ana cleta acostada le miraba a su prima los gestos de la cara, acercándose más, se levantó arrodillándose junto a Angélica, enseguida se acostó debajo de Angélica, comenzó a mamarle los dos senos, que sin detenerse se le balanceaba una y otra vez.
Después Ana cleta le chupaba un pezón sin detenerse, manoseándole el otro seno, pellizcándole con sus dedos el pezón, Angélica sentía divinas estas caricias en su cuerpo, no dejándose de quejar en el zarandeo.
— ¡Ah! ¡Mi culito! ¡Ah! ¡Mi! ¡Ah! ¡Que rico! —
Melquíades se agarraba de la cadera, meneaba su garrote entre las nalgas, durante varios minutos talló su gruesa tranca en ese delicado orificio que le daba tanto placer, la sensación en esas nalgas era delirante y exquisita.
Cuando a Melquíades de nuevo un delicioso calor invadió todo su cuerpo el apretado fundillito de su prima le ahorcaba la gruesa vergota de una manera deliciosa, sintiendo la eyaculación en la punta de su garrote, volvió a sentir rígidas sus piernas, que sin más, solo empezó a venirse su gruesa vergota en medio de estas blancas nalgas.
Derramando más chorros calientes de esperma en esta venida, aventaba chorro tras chorro de atole, mojándole la tripa de Angélica, quien sentía muy caliente dentro de su
apretado fundillito, mojándose más su panochita.
— ¡Ah! ¡Me vengo! ¡Ah! ¡En tu culito! ¡Aprieta bien rico! ¡Oh! ¡Ah! Es una delicia. —
Angélica en ese mete y saca de garrote, sintió un delicioso
escalofrió recorrer toda su espalda, anunciándole su culminación, el éxtasis se apoderaba de todo su cuerpo, apretaba más su pequeño fundillito, como ordeñándole toda la leche a ese garrote que la torturaba de una forma deliciosa entre sus nalgas.
Mientras sus grandes senos, seguían siendo mamados y lamidos por su prima Ana cleta, mamaba aprisionando el pezón con sus labios, haciendo más sensible su venida, hasta que todo esto junto, la muy puta estalló en un gran orgasmo,
temblándole hasta las piernas de puro placer, con sus manos apretaba con fuerza la colcha, su caliente carita la giraba de derecha a izquierda, abrió la boca gritando en su venida:
— ¡Ah! ¡Me derramo! ¡Ah! ¡Me! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —
— ¡Ah! ¡Me vengo! ¡En tu fundillito! ¡Oh! ¡Ah! —
— ¡Ah! ¡Que rica la tienes! ¡Ah! ¡Mi culito! ¡Ah! —
— ¡Ábrete las nalgas cabrona! ¡Ábrete! ¡Ah! —
Gritaba Melquíades, quien ahora sacó su gruesa y tiesa vergota agitándola con su mano derecha, echándole las últimas gotas de caliente esperma sobre sus nalgas.
Angélica recargo su cabeza en la cama, enseguida se agarró cada una
de sus nalgas con sus dos manos, mostrándole todo el pequeño fundillito que le quedo bien abierto.
Ya podía ver Melquíades un poco hacia adentro de su tripita, como se le salía toda su leche caliente, este fundillito lo sintió más apretado que el de Ana cleta, realmente era una
delicia de agujero el que tenía su prima Angélica, sí que apretaba la hija de puta.
Angélica seguía aún de rodillas, poniendo su mano derecha en su fundillito, pudo meter con facilidad dos dedos adentro de este, estaba bien grande y dilatado, sus dos dedos se mojaron de la leche caliente que le escurría, se acercó Ana cleta mirando la carita de Angélica, estaba bien roja y caliente por su venida.
Le dio un beso en la boca, metiéndole su lengua entre los dientes, después sonriendo le expresó: —Es todo un semental… ¿No te lo dije prima? —
—Te… te lo voy… voy a robar… estos días cabroncita, que rico… que rico coge. ¡Oh! Mi fundillito. —
Respondió con trabajos Angélica, sonriendo y agarrando aire. Con su mano derecha jaló de la barbilla Ana cleta, devolviéndole el beso en los labios, metiéndole la lengua en su
boca, disfrutando este largo beso lesbiano.
Melquíades aprovechando que las dos primas se besaban, les puso su deslechado garrote en la cara de ambas diciéndoles:
—Límpiemelo un poco, par de putas y prueben el sabor de sus fundillitos culeras. —
Las mujeres se soltaron del beso que se daban, volteando a ver el garrote, enseguida abrieron los labios, cada una por cada lado lo empezaron a lamer, desde la punta hasta los
huevos, mientras él les acariciaba el cabello con ternura.
De arriba para abajo se lo chuparon, comiéndose todos los espermas, que seguían saliéndole de su garrote.
Las dos chicas al llegar a la punta, finalmente fundían sus bocas en un beso lesbiano, saboreando la leche embarrada de sus bocas, mientras una a la otra mujer se manoseaba los senos con mucha lujuria, como si su calor no se apagara con nada, disfrutando sus jóvenes cuerpos de hermosas diosas eróticas, fueron hechas para vivir juntas toda su puta vida.
Melquíades mirando a Ana cleta, con una sonrisa le dijo:
—Ana cleta, ahora tú límpiale todo el fundillito perra, regrésale las mamadas de culito que ella te dio, ya se le está saliendo la leche a mi primita, anda lámele todo su fundillito, vamos putita se buena con tu prima y límpiala muy bien. —
Angélica seguía de rodillas sobre la cama, besaba a su prima en la boca, y continuaba con sus dos nalgas bien paradas, de su abierto fundillito se le escurría la leche caliente.
—Ábrete las nalgas primita, ya oíste que te mame todo tu fundillito y me trague su leche. —
Comentó Ana cleta, dándole otro beso en la boca, compartiendo los espermas de su primo, ahora se colocó detrás de Angélica, esta recargo su cara y sus senos sobre la cama, enseguida se colocó sus dos manos una en cada nalga, se las
abrió mostrándole todo su pequeño fundillito, después de la cogida que le dieron estaba bien abierto, y todo embarrado de leche caliente.
Sin protestar Ana cleta le hundió la lengua en medio de las nalgas, le lamio todo el fundillito succionándole la leche que tenía, le chupaba y le lamia todas las nalgas dejándoselas
bien limpias, agachándose Ana cleta
dándole unas mamadas en la papayita, lamiéndole sus vellitos con mucho amor y ternura, le hundía otra vez toda la lengua en el culito, acariciándole con sus manos el par de grandes nalgas.
— ¡Ah! ¡Que rico me mamas el fundillito prima! ¡Ah! —
Se quejaba Angélica al sentir entrar la lengua, dándole mamada tras mamada en todo su culito, sacándole aún algunos quejidos de placer, tenía muy sensible su fundillito y su rica papayita, después de su deliciosa venida en esa soñada vergota, aún le recorrían escalofríos en su columna vertebral, esa lengua le mamaba divino sus nalgas.
— ¡Ya córtenla pinches zorritas! Vamos al establo para comer que ya tengo hambre. —
Expresó Melquíades, al mirar que Ana cleta no se despegaba de las nalgas de su prima, seguía la muy golosa mamándole el rico fundillito, como si de eso se alimentara la hija de su puta madre.
Ana cleta fue besándole las nalgas, la cintura, la espalda, a puros besos y chupadas se fue lamiendo hasta llegar a los senos.
Angélica se enderezó quedando de puras rodillas sobre la cama, estaba muy apasionadamente besándola en la boca, probando el sabor de su culito revuelto con los espermas de Melquíades, manoseándole los dos senos a su hermosa prima….Está historia continuará....
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Soy Humberto David Arellano Vázquez. Aries.
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las cartas de"EL CLUB 69 DE ARIES" Yolanda me contó....
Ficción GeneralDespués del libro negocio redondo violencia, drogas y sexo el camino a la perdición. Ahora solo quedan las cartas de "EL CLUB 69 DE ARIES". En donde las personas dan su punto de vista, haciendo una nueva novela llena de erotismo y de lujuria, "Yol...