EN TOLUCA CONOCE A ANGÉLICA MONTES REYES.

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Los caminos de México de norte a sur y Mis raíces.

CAPÍTULO 1 extra.

Al día siguiente en la mañana, Luis salía del cuarto del hotel, vestía una camisa roja y un pantalón de mezclilla de color azul, tenis negros, una gorra negra con el emblema de
cigarros Cáncer Filters 100´s. M.R. tenía puestos sus lentes obscuros, se encontraba enfrente del hotel “los arcos”.
Mirando para ambos lados de la calle, en ese momento, ya pasaban carros, tráileres y algunas motos.
Luis caminó hacia su tráiler, con su mano derecha usando su llave abrió la puerta, con mucho cuidado se subió inspeccionándolo.
Desde su asiento, extendió sus brazos, con sus manos agarró las cortinas negras, abriéndolas mirando el interior en completo silencio.
Ya tenía que irse para entregar la carga en Toluca.
Así que ocupó su asiento para acomodarse y comenzar a manejar,
Luis volteó a ver para los lados del tráiler, mirando por los espejos laterales, enseguida puso la radio acabando con el silencio que lo
envolvía, escuchando el comercial que transmitían:
—Para esas fiestas, cerveza Guante al Hígado M.R. 100% alcohol, de la cervecería tres pasos orgullosamente mexicana, toma con medida y disfruta del momento…
Cigarros Cáncer Filters 100´s. M.R. “Vive la experiencia de vivir desahuciado” M.R en su nueva presentación 100´s el fumar puede provocar un paro cardiaco. —
—Buenos días a los que nos sintonizan, continuamos con nuestra programación de cada mañana, ahora nos canta la Diva de México…
Sahara Mendoza Luna, esta canción que se titula: “en busca de mis sueños”, del disco que lleva el
mismo nombre, no olviden, que ya viene la hora del rey del acordeón, Jorge Morales gracias por sintonizarnos. —
Luis comenzó a manejar por varias horas, escuchando la radio y sus casetes.
El calor estaba en aumento sobre la carretera, mientras el pantera negra seguía sumando kilómetros hasta llegar a la dirección en donde entregaría su carga, ya era tarde cuando el trailero estaba en la bodega de Toluca.
Al llegar saludo al manager del lugar: —Buenas tardes, soy Luis Estrada Camacho, traigo una carga de Querétaro de la papelería de nombre O.E.C. Oficina, Escuela y Casa.
¿Quién la recibe? —
—Buenas tardes, soy Enrique Gómez, yo te recibo. ¿Traes la factura Luis? —
—Aquí está. —
—Oye sé que apenas estas llegando, pero, nos faltan tractocamiones y choferes, el jefe desea saber si. ¿Quieres ir a Guadalajara con una carga? O ¿Ya tienes algo? —
—Bueno, todavía estoy libre, si me das la carga, por mí no hay problema. —
—Sé que ya es tarde, pero, déjanos esta caja que traes con la carga es de la misma empresa, la descargamos con calma, te llevas la caja de la empresa cartón y cajas Guadalajara S.A de C.V. es en Josefino de Allende. Ya casi terminan de cargar la mercancía, te vas con calma y descansas en la noche en el camino. —
—Está bien, meto el tráiler en la bodega, y en lo que terminan de cargar salgo a comer algo, y me voy directo a Guadalajara, regreso que será máximo en hora y media. —
—Me parece bien muchacho, a dos cuadras hay unas fondas, hacen buena comida. —
Mientras terminaban de cargar la nueva caja, Luis salió para comer en una fonda, en donde recreo la pupila con la faldita que usaba la mesera.
Al terminar de comer, salió del lugar caminando el trailero hasta llegar a una papelería para comprar unas cosas que necesitaba, al estar pidiendo, una chica lo volteó a ver dos o tres veces.
Luis ahora le prestó más atención a la chica, mirando su cabello castaño, que le pasaba el hombro, era de piel blanca, tenía puesta una blusa azul que le cubría los grandes senos, que amenazan con salirse de esta, volteó a mirarlo por un momento encontrándose las miradas, viéndole Luis los ojos cafés claros de la joven, quien le sonrío por un momento.
Volviendo a voltearlo a ver, y estirando su mano recibiendo de la vendedora unas copias.
Ahora que la joven estaba de
espaldas, bajó la vista Luis observando las grandes nalgas que cubrían la faldita café, que le llegaba a media pierna, pensando rápido que decirle para poder platicar con ella,
quien al recibir su cambio, se quedó parada por un momento guardándolo en su bolsita de mano color negra.
Después, comenzó a caminar muy despacio hacia la salida de la papelería, mientras Luis, terminaba su compra, al salir se sorprendió de que esté la mujer afuera esperando algo.
Enseguida él, se detiene junto a la joven, la observa nuevamente preguntándole:
—Discúlpeme señorita. ¿Sabe en
donde venden cigarros por aquí? —
Ella al escuchar la pregunta, lo mira a la cara, sonríe muy coqueta, viéndole sus ojos cafés claros, su barba, el bigote, por un momento le gusto el joven, le contesta:
—En la tienda de don Romero venden cigarros, es una tienda de abarrotes, queda a tres calles rumbo a esa dirección. ¿Qué? ¿No eres de por aquí? Todos lo conocen en este
rumbo. —
—No conozco este lugar, yo soy trailero, y solo estoy de paso en este pueblo. —
—Que interesante, eres trailero. ¿Cómo te llamas? —
—Mi nombre es Luis Estrada Camacho, para servirte.
¿Cuál es tu nombre? —
—Yo soy Angélica Montes Reyes, ven sígueme te encamino a la tienda, como quiera voy para allá, yo vivo en esa dirección. —
—Que amable eres, te lo agradezco mucho… Angélica, es horrible mi situación, porque siempre estoy “perdido”, bueno, te puedo decir que “conozco” toda la república mexicana, pero, siempre, cuando necesito algo de un pueblo, ando preguntando a todo el mundo, de donde queda el lugar que necesito. —
Comenzaron a caminar platicando, se interesaron uno en el otro, tal parece que había un química.
La joven con una sonrisa coqueta le expresó:
—A de ser muy interesante,
siempre andar de un lugar para otro, de seguro tienes novias por donde quiera. ¿Verdad? —
—No cómo crees, te soy sincero, tengo amigas en varios estados del país, cuando tengo una carga, aprovecho para saludarlas y platicar con ellas, me dan su número de teléfono,
y nos ponemos de acuerdo, para tomar un refresco en lo que me voy de ese estado. —
Angélica lo miró por un momento contestando:
—Eres un embustero, se me hace que así les dices a todas las que conoces. Solo tengo amigas, y cuando las buscas, por ahí se pierden para tomar el refresco e ir a…
¿Verdad mentiroso? —
—Ja jajá no como crees, pues tú eres muy bonita, dime que no tienes novio. —
—No, no tengo novio. —
—Ja jajá bueno, dime que tienes novio. —
—Tengo un novio, veo que tú aparte de guapo, eres adivino. —
—Ja jajá así que dirás, lo que yo te diga Angélica, ja jajá a ver si también haces lo que te diga, por favor llévame a tu casa, así cuando venga a este estado, sabré en donde vives, y
ya con tu dirección pueda visitarte, bueno si tú me lo permites claro está. —
Angélica, mientras escuchaba la propuesta, ponía una cara de seria, lo pensaba por un momento, pues era un desconocido, hasta que con su sonrisa le contestó:
—Esta es la tienda de don Romero, entra y compra tus cigarros. —
—Gracias por traerme a la tienda amiga, pero, estoy seguro de que cuando salga, ya te habrás ido a tu casa o acaso ¿Me esperarás? —
—No, no me iré a ningún lado, aquí te espero Luis, te llevaré a mi hogar para que la conozcas y apuntes la dirección, me lo pediste. ¿No? —
Él sonrió ante la respuesta de Angélica, era una hermosa chica, que quizá podría darle algo más que una sonrisa, como ya le había pasado con otras jóvenes en sus viajes.
Luis le sonrió entrando a la tienda, una muchacha joven despachaba la expendeduría, lo observó por un momento, mientras él miraba el lugar, después fijo su vista en ella, con una sonrisa le saludo:
—Buenas tardes, señorita. —
—Buenas tardes. ¿Qué necesita? —
—Por favor me das unos cigarros de la marca Cáncer Filters 100´s. M.R. —
— ¿Quieres del 100´s o normales? —
—Del 100´s por favor, además me das esa bolsita de chocolates. —
La chica recibió el dinero para cobrarle, al darle el cambio, ella le acaricio la mano, mostrándole una sonrisa.
Luis le regreso la sonrisa a la joven, al recibir los cigarros, enseguida, se daba la vuelta saliendo de la tienda, mirando a su nueva amiga esperándolo afuera del establecimiento.
—Gracias por esperarme Angélica. —
—No tienes que agradecer, soy mujer de palabra. —
— ¡Mira! Recibe estos chocolates. —
—Gracias, no te hubieras molestado, anda te mostraré mi domicilio, estamos cerca. —
Siguieron caminando, hasta llegar a la siguiente calle, en donde se detuvieron enfrente de una casa de dos pisos, exactamente en frente a la puerta.
Angélica miró a su nuevo amigo, ahora haciendo un ademán con la mano derecha y con una sonrisa, le señaló:
—Mira Luis, aquí vivo, cuando
regreses a este estado, aquí me puedes visitar. —
—No me invitarás a pasar Angélica, tengo sed. —
—No me digas. —
Expresó ella de forma sarcástica, entonces le preguntó:
—Y. ¿Por qué no te compraste un refresco o un agua en la tienda para tu sed? —
Él se quedó pensando por un momento, miró a la cara de la joven, que era bonita y simpática, bajó la vista mirándole parte de sus grandes senos, enseguida, volvió a levantar la vista mirándola a la cara, entonces le preguntó:
— ¿Nunca te han dicho, que las mujeres son más inteligentes que los
hombres? Me oí muy estúpido al decir que tengo sed. ¿Verdad? —
—Ja jajá solo porque aceptaste tu idiotez, te invito a pasar a mi vivienda. —
Angélica sacó su llave de su bolsa, quitando la chapa de la puerta abriéndola, enseguida, entró a la casa Angélica, detrás de ella caminaba Luis, admirándole a la joven las deliciosas nalgas que cubría la faldita de color café, viéndole las piernotas que se cargaba la chica, entraron los dos al recibidor, parándose ella volteándolo a verlo.
Luis le preguntó:
— ¿Dónde está tu familia Angélica? —
Ella mirando su cara le sonrió, contestándole:
—Mi padre es agente de ventas, anda ahorita según por Guadalajara, y mi madre salió a la una de la tarde, para ver al doctor, regresa hasta las ocho de la noche, si bien le va. —
— ¿Eres hija única? —
Angélica le seguía sonriendo, mirando como Luis no le quitaba la vista de lo que se asomaba de sus grandes senos, entendiendo lo que quería, ante la pregunta le contestó:
—Aquí soy hija única, pero, en Guadalajara tengo una hermana, bueno, más bien, una prima hermana, que se llama Ana cleta y mi primo hermano Melquíades. —
—Ja jajá ja jajá. ¡No mames! ¿Cómo dijiste? Ana… ¿Qué? Mel… ¿Qué? —
— ¿Qué? Así se llaman ellos, eres un grosero, si supieras como se llaman todos mis parientes en Guadalajara, te surras de la pinche risa, hasta mi padre se llama Saturnino. —
Con una gran sonrisa después mordiéndose los labios, Luis escuchó el nombre de su padre.
Angélica sonrió diciéndole:
—No te rías, si yo no los hubiera conocido, me reiría como tú, pero, pase unas vacaciones con ellos, en el
pinche pueblo de sal si puedes, en donde solo hay polvo a manos llenas y un intenso olor a mierda.
Pero, me enamore de ellos, y te juró que ya no me quería regresar a mi casa, y ni si quiera los conocía, créeme lo disfrute mucho desde el
primer día de mis vacaciones. —
—Perdóname Angélica, pero, suenan chistosos los nombres. —
—Pues escucha esto, según ellos y mis raíces, yo debería de llamarme Pascacia. —
—Ja jajá Pascacia ja jajá. ¡No mames Angélica! ¿Cómo que Pascacia? —
Ella sin ofenderse por su carcajada ante el nombre que le dijo, manteniendo su sonrisa, lo miraba a la cara, sin conocerlo, él se comportaba de forma tan natural como si ya fueran grandes conocidos, actuaba y se reía como si hubiera
una gran química entre ellos.
— ¡Es verdad! Aunque te cause gracia, yo pase en Guadalajara quince días de vacaciones, en un lugar que tenía un
establo con tierra suelta, mierda de las pinches vacas y de los putos borregos, pero, las historias fueron increíbles, ja jajá cómo extraño a mis primos-hermanos. —
Luis se acercó más a ella diciéndole: —Me gusta cómo te ríes Angélica, me gusta tu linda cara, me gustaría vivir aquí, para poder verte seguido… —
Angélica escuchándolo, se acercó más a Luis, callando su voz con un beso en los labios, sintiendo su bigote y su barba tocar su cara.
Sintiendo enseguida, las dos manos de él en su cintura, ella enseguida le repegaba sus grandes senos al cuerpo de Luis, quien disfrutaba de esa deliciosa boquita, hasta que se separaron del beso.
Luis la miró a los ojos, preguntándole: — ¿Me dejas tocarte muñequita? —
Al escuchar esta pregunta, Angélica solo sonrió moviendo su cabeza, diciendo que sí, enseguida, volvió a besarlo.
Luis en el beso, comenzó de nuevo a llevar sus manos en la cintura tocándole la espalda, enseguida, muy despacio comenzó a bajar las manos encima de la faldita café, sintiendo esas nalgas que se sentía duras, deliciosas, sin recibir ni una protesta de la joven, cuando la manoseaba por completo.
Ella con sus manos en los besos, le acariciaba el cabello a Luis, sintiendo levantarse su falda, y enseguida las manos tocaban la piel de sus nalgas, ahora jalaba el resorte de su tanguita metiéndose de lleno las manos acariciándole todo.
Pero, al no haber ni recibir protestas de ella, enseguida, sintió Angélica la mano derecha recorrerse muy despacio en su pierna erizándole la piel.
Luis muy lentamente con sus dedos ya le acariciaba sus vellitos en su mojado bizcochito, sintiendo un dedo acariciar toda su papayita, tocando su clítoris con la yema de su dedo,
moviéndoselo en pequeños círculos haciendo estremecer a la joven, quien separó sus labios de la boca de Luis diciéndole:
—Te di permiso de tocarme, pero, tienes las manos
muy, muy largas, ya me acaricias todo mi bizcochito, eres un pinche mañoso. —
Luis escuchó la protesta de la joven, mientras miraba los grandes senos de Angélica, sacando muy despacio la mano del bizcochito, colocándola ahora, en uno de sus senos, que
eran grandes, muy suavecitos.
Ella sonrió, al ver que no le quitaba la vista de sus senos, con sus manos ella misma se desabotonó su blusita azul.
Enseguida, desenganchó de enfrente su brasier, que era de color blanco, dejándole ver por completo sus dos pezones rosas, adornados con una aureola grande, era un delicioso
manjar para lamerlo y mamarlo, una y otra vez.
Luis abrió los ojos al ver estos deliciosos senos, que abiertamente se los estaba ofreciendo la desconocida, abriendo por completo su blusa con sus dos manos, enseguida la miró
a la cara viéndole sus ojos cafés que en silencio le decían que continuara, sin decirse nada.
Él acercó sus labios, poniendo su lengua en uno de los pezones, con sus labios aprisionó el pezón, y enseguida con sus dientes empezó apretarlos con mucho cuidado, sintiendo la joven el delicioso mordisco darle unos escalofríos en todo su cuerpo.
Mientras la mano derecha de Luis, le acariciaba sus grandes nalgas con mucha lujuria.
Ella acercó su boca al oído
lamiéndole con su lengua, enseguida le dijo en un tono bajito:
—Subamos a mi habitación, si llegara alguien, desde la ventana lo miraremos, ya veré donde te escondo pinche cabrón lujurioso. —
—Dijiste que tu madre regresaría hasta las ocho de la noche, van a dar las seis. —
—Sí, y te estoy diciendo, que por si llega alguien, ahora dime. ¿Te gustaría chupármela? —
— ¡Claro que me gustaría! —
Angélica sonrió ante la respuesta, era una chica muy temperamental, ya se había tirado a su prima Ana cleta y a su primo Melquíades, para ella ahora con él, la diversión apenas empezaba y estaría muy buena esta aventura, porque el joven le gustaba.
Se dio la vuelta Angélica, caminando con rumbo a la escalera, moviendo sus deliciosas nalgas exagerando todos sus movimientos al caminar.
Luis detrás de ella la siguió, admirándole las nalgas, viéndola subir las escaleras, hasta llegar al segundo piso, en donde había un pasillo pasando por tres recámaras, una de cada lado.
Una que era de sus padres, otra alcoba era de visitas, y en el fondo había un baño para las tres recámaras, aun lado estaba su cuarto, al entrar a la habitación, miró Luis los pósters que ella tenía adornando su pared.
Uno era del grupo de rock pop THE SALEM, que alrededor tenía impresas pequeñas fotografías de sus diferentes conciertos, tenía el póster es de Sahara Mendoza, la Diva de México, y otro poster de las cantantes J.J de Jerez.
Enseguida Luis sonrío, al saber que tienen los mismos gustos por la
música.
Angélica volteó su cara, quedando frente a él, besándolo en los labios, al separarse del beso, él miraba hacia el espejo que tiene en la puerta del armario, alcanza a ver los dos cuerpos enteros que están abrazados, Luis le besaba el cuello.
Ahora la abrazaba, mientras sentía en su pecho repegarse los grandes senos que se están tibios, mientras la abrazaba besando sus labios fue bajando sus manos aflojándole la
falda café, cayendo esta enseguida al piso quedando entre los pies de la chica., quien no mostró protesta.
Mirando Luis, atreves del espejo, solo le queda la tanguita negra que se hundía entre las blancas nalgas, que se ven enormes y deliciosas.
Es un pequeño hilo dental, que se las está ahorcando, ahora le coloca sus dos manos en los hombros, quitándole su blusita y el brasier, tirando las prendas en el piso, mirándole enseguida en el espejo su espalda desnuda.
Besándola nuevamente en los labios sintiendo su lengua en sus dientes, mientras sus manos le bajan muy despacio su tanguita negra.
Comenzando Luis a agacharse quedándole los grandes senos en su cara, lamiéndole los pezones. Angélica levanta una pierna y después la otra, sacándole Luis la tanguita, al quedar completamente desnuda ella despacio empieza a dar
unos pasos hacia atrás.
Luis empieza avanzar de rodillas hacia Angélica, quien siente la orilla de la cama, en donde despacio se sienta en la mera esquina, acostándose ella.
Enseguida pone su espalda sobre la cama, dejándole sus piernas separadas en cada esquina de la cama.
Luis detiene su cara enfrente de las dos piernas de ella, mirando los deliciosos muslos y esa hermosa papayita que está adornada de
vellitos castaños.
Angélica baja su mano derecha, con sus dedos, el índice y medio se abre su bizcochito, enseñándole sus labios vaginales que están bien rosas, y su clítoris que está un poco salido por su excitación.
Luis con sus manos, le agarra cada pierna levantándoselas despacio, dejándolas ella abiertas en el aire, ahora en esta posición puede admirarle hasta su pequeño fundillito, que esta rosa en medio de las nalgas.
Angélica con su mano izquierda se está acariciando sus senos de manera muy suave, esperando las lamidas en su bizcochito.
El trailero la mira a la cara, como ella entre cierra sus ojos disfrutando las caricias en sus senos, él mira el estómago, su ombligo, el delicioso bizcochito que impaciente espera esa lengua acariciarlo.
Luis acerca su cara abre la boca sacando la lengua, metiéndole tremenda mamada de bizcochito, haciéndola estremecer al sentir esa lengua recorrer desde su pequeño fundillito hasta su clítoris.
Enseguida regresa la lengua a su fundillito una y otra vez hasta detenerse en el clítoris, haciendo bailar la lengua en este, escuchando los quejidos de la chica al sentir estas delicadas caricias:
— ¡Ah! ¡Qué rico! ¡Ah! ¡Ah! —
Luis aprisionaba el clítoris con sus labios, jalando ligeramente el clítoris, escuchando los gritos de la joven, mientras con una mano derecha le acaricia las nalgas.
Angélica mantenía sus piernas levantadas y separadas para facilitarle las chupadas en su panochita.
Luis se hundía por completo en el bizcochito, mamándolo, chupándolo y lamiéndolo con mucha gula, hasta que Angélica entre sus quejidos le expresó:
— ¡Ah! Abre el armario, en el piso tengo una caja de zapatos, tráemela. —
Luis al escuchar lo que pedía, dejo de lamerle el bizcochito, volteó la cara mirando hacia el armario, mirándose la espalda en el espejo, se puso de pie caminando hasta el armario, se detuvo enfrente de este, con su mano derecha abrió la puerta, bajo la vista, mirando en el piso como unas diez cajas de zapatos, colocadas de cinco hileras otra caja colocada arriba de cada una de estas.
Luis volteó hacia la cama, mirando esa deliciosa mujer que aún estaba con las piernas levantadas y bien separadas, con un rico bizcochito que brillaba por la saliva de las chupadas, alcanzaba Luis a mirar los senos que eran acariciados muy suavemente por ambas manos de ella, hasta que le pudo preguntar:
— ¿Cuál caja? Hay diez cajas aquí. —
—La primera caja de abajo junto a la pared. —
Él se agachó, enseguida con sus dos manos la agarraba, sacando con cuidado la caja del armario llevándosela hasta la cama, dejándola a un lado de ella.
Angélica volteó su cara de inmediato con sus manos agarró la tapa, quitándosela a la caja, mirando en el interior los tres consoladores que tenía guardados, uno de estos consoladores, estaba todo curvo
para que cupiera adentro de la caja, era el más grande de color carne, con dos gruesas cabezas una en cada extremo, con unas treinta pulgadas de largo era muy grueso.

Está historia continuará....
Gracias por seguirme.
Los invitó a leer mis novelas publicadas aquí en wattpad
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Soy Humberto David Arellano Vázquez. Aries.
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las cartas de"EL CLUB 69 DE ARIES" Yolanda me contó....Donde viven las historias. Descúbrelo ahora