Capítulo 4. Daniela y Patricia

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Llegó el viernes por la noche. Daniela se pensó si ir a trabajar o no, no se sentía muy segura con lo que le pasó el fin de semana anterior. Pero esta noche volvería a casa con Ana. Por lo menos estaría más segura que yéndose sola.

El jefe le dijo que tendría que hacer unos cuantos bailes privados. Tenía la noche ya completa con los reservados que habían hecho reserva. Y el penúltimo era un baile para una mujer. Se ve que sus amigas le habían hecho como regalo de cumpleaños un baile con una stripper. La mujer era lesbiana y querían hacerle algo especial. Sabían que llevaba tiempo sin tener relaciones sexuales con una mujer, y este baile erótico era lo más cercano que iba a tener la mujer de estar con otra mujer. Además sabían que el local era el mejor de la ciudad porque las bailarinas tenían fama de ser todas guapísimas. Pidieron el baile con la chica más solicitada del local, así que le tocó a Daniela hacerlo.

A Daniela le dio igual tener que hacerle un baile a una mujer. Igual hasta lo prefería porque seguro que no se sobrepasaría con ella como hacían muchos hombres.

La noche pasó rápido. Llegó el momento de hacerle el baile a la mujer.

Cuando la mujer entró en el reservado, casi les dio algo a las dos. Era la doctora que la atendió en el hospital. Pero la doctora la reconoció cuando la miró a los ojos. Esos ojos los tenía metidos en su cerebro desde el día que los vio por primera vez. Aunque intentó olvidarlos porque sabía que no los volvería a ver, pero visto lo visto, para nada los había olvidado y se maldijo por ello. No podía ser que pensara y se acordara de los ojos de una paciente de diecinueve años. ¿Cómo podía ser eso?

Pero a Daniela le pasó exactamente lo mismo. Esos ojazos azules los tenía metidos en su retina, en su memoria y en su corazón, sin ella ser consciente de ello.

-Hola

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-Hola...-Dijo tímidamente Daniela. No sabía dónde meterse, quería desaparecer o esperaba que no la hubiera reconocido, pero tal y como la miró, sí la debió de reconocer. ¡Joder, que vergüenza tenía de que la doctora la viera trabajando ahí! ¿Qué estaría pensando de ella? Seguro que se había llevado una gran decepción con ella.

-Hola Daniela...¿Qué haces tú aquí?- intentó no mirarle el cuerpo, pero iba vestida con una ropa interior de encaje y fue imposible no mirarla de arriba a abajo.

Tenía un cuerpazo moreno que quitaba el sentido. Unos pechos de una talla perfecta, ni muy grandes ni muy pequeños, pero sobre todo bien puestos. Una cintura muy fina para las caderas anchas que tenía. Un abdomen plano, marcado y perfecto. Y unos muslos hermosísimos. Tocar ese cuerpo tenía que ser un pecado. ¿Y ella era de las que pecaban?¿Se dejaría llevar por la lujuria?. Sólo pudo tragar saliva mientras tenía un conflicto interno pensando en lo que estaba bien y lo que estaba mal. Y desde luego tener delante de ella a una guapísima joven vestida así...Si ya le costó horrores no sobrepasarse tocándola de más cuando la atendió en el hospital, ahora desde luego le iba a costar hasta la vida el no tocarla como quería y deseaba tocarla.

La joven stripper y la doctora. (2°Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora