Capítulo 25. Juntas

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A la mañana siguiente se despertó primero Patricia. Tenía el cuerpo de Daniela encima del suyo. Con razón había dormido como un bebé. Iba a tener que pensarse en pedirle a Daniela de dormir siempre juntas. 

Patricia observó de arriba a abajo a la joven. Iba sólo con las bragas. Durmiendo era igual de bonita que cuando estaba despierta. 

Tenerla entre sus brazos era para ella como un lindo sueño del que no quería despertar. 

Comenzó a hacerle cosquillas por la espalda y su piel se erizó al mínimo contacto, a masajearle el cabello, a acariciar sus brazos… E instintivamente la entrepierna de Daniela se humedeció. Le volvía loca la tez morena de Daniela, ya que contrastaba mucho con la suya.  

Daniela aún seguía dormida. Patricia se apartó un poco del cuerpo de la joven ya que quería observarlo con mucho detenimiento mientras Daniela estaba dormida.  Después de llevar ya un buen rato empapándose con esa visión tan impresionante, no pudo controlarse más y decidió recorrer de nuevo con sus dedos todo el cuerpo de Daniela mientras ésta se encontraba boca abajo. 

Patricia había soñado con ese momento un montón de veces, pero desde luego la realidad no tenía absolutamente nada que ver con los tantísimos sueños húmedos que tuvo con Daniela noche tras noche. Eran totalmente incomparables. Quién le iba a decir hace un tiempo atrás que tendría en su cama y a su merced el cuerpo magullado y dolorido que atendió aquella noche en el hospital y que tanto le llamó la atención en aquel momento. Quién le iba a decir que iba a enamorarse perdidamente de esa joven con preciosos ojos llorosos y golpeados por un animal. Joder, sí que habían cambiado las cosas en tan poco tiempo. Pero Patricia quería disfrutar de lo que la vida le estaba ofreciendo a sus treinta y cinco años. Tenía el derecho de hacerlo y creía que se lo merecía. Y si Daniela se había cruzado en su camino, por muy joven que fuera ésta, quién era ella para desviarse de dicho camino. 

Patricia volvió a centrarse en lo que tenía ante sus ojos. Le acarició con las yemas de sus dedos muy despacio la espalda, las piernas, los muslos, y por último pasó sus dedos por el interior de los muslos de Daniela. El cuerpo de ésta se tensó con el contacto.¡Qué bien se sentían los dedos de Patricia acariciándole cerca de su entrepierna!¡Joder! si todos los despertares iban a ser así con la doctora, no dudaría en dormir todas las noches con ella. 

Daniela comenzó a gemir, mientras Patricia finalmente le bajó las bragas a Daniela, y ésta de forma inconsciente abrió un poco las piernas y levantó el trasero de la cama.

Patricia iba a tener un orgasmo con esa vista impresionante del trasero y las partes íntimas de la joven, por lo que llevó sus dedos a la entrepierna de la joven. Se imaginó pasando su lengua por ahí y su clítoris empezó a palpitar. Comenzó a pasar dos dedos por los labios vaginales de la chica. Ésta se encontraba más que lubricada, tanto que cayó alguna gota de su flujo a la cama. Patricia le abrió los labios mientras con la otra mano le introdujo dos dedos en su interior. Los gemidos de Daniela se hicieron más persistentes e intensos. Patricia metía y sacaba los dedos de la vagina de Daniela con mucha facilidad, mientras con la otra mano decidió masturbarse. Los gemidos de Daniela eran para los oídos de Patricia un concierto de música celestial. Se corrieron las dos a la vez. 

Daniela abrió los ojos y se incorporó para luego sentarse a horcajadas sobre la doctora. 

Cogió la mano de Patricia con la que la había masturbado y como estaba llena de sus propios fluidos, se la llevó directamente a su boca. Patricia estaba extasiada perdida. Sólo atinó a pasar muy sensualmente la lengua por sus labios mientras veía como Daniela le limpiaba sus dedos con su lengua y sus labios.    

Cuando Daniela dejó limpios los dedos de Patricia, la cogió de las muñecas y las puso por encima de la cabeza de la mujer. La quería tener agarrada a su merced, mientras su larga melena caía por el cuello y por el pecho de la doctora, poniéndole la piel de gallina, y sus pechos descansaban en el abdomen de la doctora. Con una sonrisa deslumbrante, le susurró al oído:

La joven stripper y la doctora. (2°Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora