Elisa y Patricia habían quedado en un restaurante japonés. A las dos les encantaba la comida japonesa. Cuando Elisa vio a Patricia tan guapa, se la quería comer entera. Pero para eso tenía toda la noche. Elisa también estaba guapísima con un precioso vestido negro muy escotado y con una buena abertura lateral que dejaba su preciosa pierna a la vista de todo el mundo.
Ambas disfrutaron mucho de la cena y de la compañía. Aunque a Patricia le costó mucho no pensar en Daniela. Se imaginaba ester cenando con ella y no con Elisa, pero enseguida se reprendió por estar pensando en la joven y no centrarse en la mujer que tenía ahora en frente. Era consciente que Daniela ocupaba la mayoría de sus pensamientos y no podía hacer nada por evitarlo.
Después de la cena fueron a una discoteca a bailar. Estuvieron bebiendo y bailando salsa y bachatas, bien pegadas, pues a las dos les encantaba bailar. Las dos mujeres estaban excitadísimas con tanto contacto en los bailes que hicieron. Así que decidieron no perder más tiempo e irse al ático de Patricia.
Nada más entraron, Elisa estaba tan sumamente excitada y extasiada que sin pensárselo se dirigió directamente a Patricia. Pegó su cuerpo al de la doctora, la agarró del trasero y de los muslos y la subió a la isla de la cocina. Primero se la follaría ahí. Le subió el vestido mientras le apretaba las nalgas y juntaba su sexo con el de ella. Luego le bajó las bragas mientras Patricia le retiraba el vestido y acto seguido le metió la mano para tocarle sus partes íntimas. La cirujana estaba mojadísima. Patricia jugó un poco con su clítoris y al poco le acabó metiendo dos dedos en su interior. Elisa no paraba de gemir. Mientras ésta le bajó las bragas e hizo lo mismo que le hizo Patricia. Por lo que acabaron gimiendo las dos.
Menos mal que Daniela estaba trabajando en el club, porque de haber oído esos gemidos la hubieran destrozado. La que sí que los oyó fue Laura, que se sorprendió de cómo se lo debían de estar pasando en el ático de la doctora. Dió gracias a que su hermana esa noche trabajaba. Pero dudaba si acabaría diciéndole algo a Daniela porque sabía el daño que le iba a hacer. Aunque quería que su hermana supiera lo que hacía la doctora con otras mujeres. Tenía que saberlo y ya decidiría Daniela si la doctora merecía la pena o no.
Cuando Daniela acabó de trabajar, se fue directamente a casa. Ana le dijo de salir a tomar una copa, pero le contó lo de la doctora y le dijo que no tenía ganas de nada, que dejarían lo de tomar una copa para otro día. Cuando llegó al rellano, oyó ruido en casa de la doctora, estuvo a punto de tocar al timbre pero finalmente le entró la sensatez y se fue para su casa. No quería saber nada de la doctora. Estaba claro que a esas horas de la madrugada estaba en casa con otra persona porque de estar ella sola, estaría durmiendo.
Se metió en su casa y se puso a llorar. Esa noche sería una de las peores noches de su vida.
Al día siguiente, como hacía muchas mañanas, se puso la ropa deportiva y se preparó para salir a correr. En el rellano oyó voces y Daniela decidió salir para ver con quién estaba la doctora. Lo que vio Daniela le partiría el corazón.
Estaba la doctora con otra mujer morenaza como ella y muy guapa, con un cuerpazo que quitaba el sentido, de unos treinta años más o menos, y ésta tenía su brazo puesto en la cintura de la doctora. Daniela estuvo a punto de echarse a llorar, pero no podía hacer el ridículo delante de esas dos mujeres, así que intentó no mirarlas y las saludó de pasada.
-¡Buenos días doctora!-Le dijo a Patricia sin mirarla a la cara. Si la miraba y percibía en su rostro felicidad por la noche que había pasado con esa mujer, la podía dejar más hundida de lo que ya estaba.
-Hola Daniela... Buenos días- Patricia estaba hecha un manojo de nervios. No se esperaba que Daniela la viera con Elisa y encima saliendo por la mañana de su casa las dos juntas. ¡Cojonudo!.
Cuando Patricia miró a la joven a los ojos algo se rompió dentro de ella. Le dolió en el alma ver esa mirada tan triste en Daniela. Siempre la había visto sonriendo, con esa preciosa sonrisa que tenía, y esos ojos negros tan llamativos y expresivos que siempre le decían mil y una cosas. Todas buenas. Y justo hoy no le decían absolutamente nada. Se dio cuenta del daño que le hizo a la joven, y lo que ella ya no sabía si ese daño se podía remediar. Tenía el corazón partido.
Daniela, como no quería coincidir con las dos mujeres en el ascensor decidió, bajar por las escaleras. Bajó corriendo todo lo rápido que pudo. No quería encontrárselas cuando el ascensor llegara a su destino. Y mientras bajaba y corría, las lágrimas brotaban de sus ojos como mismísimos cuchillos.
Ya una vez en el ascensor, Elisa le preguntó a Patricia por su joven vecina.
-Patricia, ¿Sabes qué le pasaba a tu vecina?parecía como si se hubiera pegado toda la noche llorando.
-No, no lo sé. Será cosas típicas de su edad, tal vez un desamor...-Joder, ¡cómo no lo iba a saber ella! si había sido la causante de que la joven luciera tan mal como lucía.
-Esa chica era guapísima. Es una pena que se le viera tan triste...
Patricia ya no quiso hablar más del tema. Así que sacó otro tema de conversación para que Elisa no volviera a mencionar a Daniela. Salieron del portal y se dirigieron a desayunar a una cafetería cercana a su casa.
Al rato, llegó Daniela de haber corrido una hora y media. Necesitaba soltar toda la rabia que llevaba encima. Y en vez de ir a su casa, se dirigió a la de su hermana. En esos duros momentos necesitaba el apoyo y los ánimos de su hermana
-Ey Dani...¿Te pasa algo?le preguntó Laura cuando vio a su hermana en esas condiciones. Ella ya se olía por dónde iban los tiros y odiaba ver a su hermana así.
-Laura, la doctora durmió esta noche con alguien, y a mi me ha roto el corazón. No puedo dejar de pensar en ella con la otra mujer...Y por cierto ¡Vaya mujer con la que ha pasado la noche!. Es hermosísima...Yo ya no tengo absolutamente nada que hacer con ella. Cómo se va a fijar en alguien tan insignificante como yo...
-Vaya Dani, lo siento. Si te soy sincera... sí, sé que la doctora durmió con alguien y sé que se lo pasó muy bien. Pero Dani, yo no sé cómo era esa mujer con la que ha pasado la noche, pero sé cómo eres tú...Y tú eres un bombonazo. Estoy segura que no tienes nada que envidiarle a esa mujer.
-¿Cómo lo sabes?¿Las vistes? Laura, yo la vi, y si la hubieras visto como yo, no estarías diciendo eso. Ella era una mujer madura y yo soy una cría. Tú dirás, lo que le puede dar esa mujer y lo que le puedo dar yo, que no tengo experiencia en nada.
-No las vi, las escuché. No pararon de gemir en toda la noche. ¡Vaya cabrona la doctora!. Y lo de que tú no tienes experiencia, no digas tonterías Dani, ¿Tú no sabes que el amor no entiende de edad?.
A Daniela le iba a dar algo. ¿Tan poco había significado para la doctora? Estaba claro que ella se había hecho ilusiones pero Patricia no quería absolutamente nada con ella. De hecho si la llamaba niña era por algo. Además, pensándolo bien, ¿Cómo una doctora se iba a enamorar de una stripper? Y pudiendo estar con mujeres maduras y muy guapas con las que seguro disfrutaría mucho en la cama, cuando ella era virgen y no sabía ni que hacer cuando llegara el momento de intimar.
Laura la abrazó y estuvo todo el día a su lado hasta que llegó la hora de irse a trabajar. Estuvo a punto de llamar y decir que estaba enferma, pero luego lo pensó mejor y sabía que le vendría bien salir y distraerse. Además necesitaba el dinero y también vería a Ana. Ésta siempre sabía cómo consolarla, igual que su hermana Laura.
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La joven stripper y la doctora. (2°Historia)
Roman d'amourDaniela, una joven de diecinueve años estudiante de arquitectura por el día, y stripper de noche, se queda prendada de una preciosa doctora rubia de ojos azules de treinta y cuatro años, a la que conoce en un hospital una noche que la agreden al sal...