Vanished

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[Un poco más largo de lo normal]

Sintió náuseas apoderarse de su cuerpo, recorriendo desde la boca de su vientre hasta subir por su garganta y por poco dejó salir la bilis por estar con el estómago vacío mezclado por toda la ansiedad que ahora comenzaba a comérselo entero.

Dolía.

Todo dolía dentro de él.

Extremidades, vientre, pulmones, corazón, mente.

Quería llorar, gritar. Tal vez hasta tirarse del vehículo en movimiento pero sabía que el seguro estaba puesto y nada bueno saldría de tratar de forzar la puerta.

Más presión fue lo que pudo sentir en su brazo, como si su padre en cualquier momento perforaría la piel de su brazo con sus uñas cortas y tan pulcras como siempre pero guiado de tanta ira contenida que solo se demostraba con el brillo colérico en sus ojos.

Ahogó un jadeo, sin querer darle el placer de gritar ni quejarse por el dolor. Recordaba bien cuando le pedía a gritos que lo sacara de ese armario, que se sentía atrapado, tan encarcelado. Gritaba por el miedo a la oscuridad que reconoció que tenía cuando estuvo entre esas cuatro paredes de madera.

Horas de horas de pánico y lágrimas hasta que sentía que no podía respirar por su propio llanto. Recordaba el alivio que sentía cuando al fin lo sacaba del armario y perdonaba su "mal actuar".

Claro que no quería volver a esos días, pero tampoco quería volver a someterse. Deseaba estar libre, seguir con su trabajo por más "mediocre" que fuera, como había dicho su padre, le gustaba enseñar. Disfrutaba de bailar y de estudiar modas. Amaba hablar por la pared con Gradient y sonreír por sus adorables gestos, sonrojarse cuando hacía o decía algo lindo o tal vez cuando cantaba algo para él.

—Deja de soñar con ese pobre diablo, Lust. Ya te he dicho que he conseguido a alguien mucho mejor para ti. —habló el hombre, por un momento soltando su brazo pero satisfecho con la rojiza marca que había dejado en la blanquecina piel de quien se suponía que tenía que cuidar y amar— Aunque creo que tendrás que ser mucho más dócil de lo que eres ahora. Tu carácter se ha endurecido un poco en el tiempo que te fuiste de mi lado, debo corregirlo para entregarte bien. Sin fallas porque no quiero ninguna devolución.

Le daba asco, su padre le daba tanto asco.

Tratarlo como si fuera un simple objeto de su pertenencia no era ninguna novedad, pero era algo que siempre detestó con toda su fuerza. Algo que en su niñez hacía que el fuego de rebeldía no abandonara sus ojos ni siquiera tras las horas en la oscuridad profunda.

—Sé que estás enojado, pero lo que hago es por tu bien y algún día lo verás de esa forma. —ah, claro. Como si fuera sólo eso. Como si con esas palabras pudiera solucionarlo todo— Solo serán unos meses en la oscuridad y todo estará bien después. Serás un buen. . . esposo, si es que ese sacrilegio para la unión se puede considerar como un matrimonio legal.

 No, no debía decir nada. No tenía que hablar. Debía quedarse en silencio o todo sería peor.

—Pero si tú no sabes lo que es bueno para mi. —murmuró con ira contenida y la mirada baja, sin embargo no quería callarse— He estado muy bien sin ti, sin tu estúpido dinero ni tu estúpida compañía. Encontré un sentido lindo en mi vida y a alguien con quién compartirla así que no, tú no sabes nada de m-

Fue obligado a dejar de hablar cuando una de las grandes manos de su padre apretó su mentón como si quisiera romper sus huesos con tal de mantenerlo en silencio.

El atrevimiento le iba a costar, el de ojos lilas ya lo sabía pero no le importó. 

De todas formas lo empujó con toda la fuerza que logró reunir y trató de alejarse todo lo que pudo de él. Recriminándole con cólera que iba convirtiéndose en desesperación junto a tristeza desgarradora.

Hooked || Lust GradientDonde viven las historias. Descúbrelo ahora