Cuando tenía 17 años, mi papá me dejo inscribirme en una competencia de 100 metros, siempre había entrenado por mi cuenta y fuera de mi familia nadie más sabia que practicaba, seguramente si alguien se enterara me diría "Esas no son cosas que hacen las señoritas", cuando tuve la oportunidad de competir fue emocionante, entrene con mayor intensidad, cuando llego el día de la competición todos me miraban extrañado y se preguntaban "¿Quién dejo que una niña compitiera con niños?", no existía ninguna regla que lo prohibiera, los competidores me miraban con curiosidad, podía sentir los murmullos burlescos de algunos, lo único que me ayudaba a permanecer en ese lugar era el recordatorio de mi padre "Como mujer nunca serás bienvenida en lugares que no sean una habitación del hogar, así que tendrás que trabajar el doble para ser respetada".
Conseguí el primer lugar en la carrera, cuando iba en segundo puesto el que estaba por delante de mí tropezó cerca de la meta, fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida, solo era una competencia de la ciudad donde vivíamos, pero el suceso fue sensación en la región.
El chico que tropezó en la carrera me invito a salir para celebrar mi éxito, con la mala suerte que tuvo me sentí obligada a concederle una salida, después de esa cita se corrió la voz de un rumor que opaco mi logro, el muchacho de la carrera se había dejado perder para usar mi victoria como excusa para salir juntos, me sentí humillada, especialmente porque nuestra cita reforzaba el rumor, jamás supe si esa fue la verdadera intención del chico, pero opte por desaparecerlo de mi vida, verlo me haría recordar el humillante sentimiento.
Ser la futura líder de la familia Iustitia solo porque mi hermano mayor rechazo la oferta, me hace recordar lo humillante que es recibir algo que no viene a ti por tu esfuerzo, prometí que me ganaría mi lugar en cada cosa que participara.
Salgo de mi habitación arreglada para la fiesta del día de hoy, Eusebio, mi papá está esperando al interior del auto junto con el conductor, ambos viajamos en el asiento trasero hacia el Palacio Concha.
— Te ves hermosa —me comenta mi papá— aunque es raro verte tan arreglada.
— Todo sea por la familia ¿Sabes si Roberto confirmo su asistencia?
— Si, su hermano menor no confirmo su asistencia, también estarán los líderes de las otras tres familias, yo me encargaré de ser anfitrión del evento, tú asegúrate de conocer a Roberto, debemos saber que está buscando al convertirse en jefe de Vindicta.
— Pensé que mamá también vendría.
— Dijo que no estaba de ánimos para jugar a la política.
— Pudiste haberla obligado, que el matrimonio de una de las familias no aparezca junto podría levantar inquietudes.
— Que se pase todo el evento fingiendo ser amable también se notara, así que esto es la mejor opción.
Miro a mi papá, me causa gracia ver una cabeza de león vestido de traje— ¿No te incomoda?
— Ahora que estamos más cerca del invierno está mejorando —se toca la melena— por un momento pensé en raparme todo esto.
— Me ofrezco como voluntaria para ayudarte —también sostengo con suavidad el pelo que rodea su rostro— no todos los días se puede rapar a un león.
— Es un trato —su alegría es contagiosa.
Nos estacionamos a las afueras del edificio en que se organiza el evento, los militares ya sobrevuelan el lugar y patrullan los alrededores, mi papá desciende para abrirme la puerta, coloco mi brazo alrededor del suyo y juntos entremos al palacio Concha.
Al final de un corto pasillo con alfombrado rojo y adornos de arquitectura francesa se encuentra una enorme puerta de madera que es vigilada por un hombre vestido de terno.
— Bienvenidos al palacio Concha —al mirar el rostro animal de mi padre, el encargado se hace a un lado, sabe perfectamente que está lidiando con el anfitrión del evento, así que abre la puerta para que ingrese al gran salón.
Los costados del lugar tienen mesas de cóctel y fuentes para sacar líquido, al otro extremo de la puerta se encuentra un escenario que fue instalado para los espectáculos que se ofrecerán él durante la reunión, lo que incluye bailes y cantantes. La banda deja de tocar al notar que hemos llegado, se invitó a trescientos ochenta y dos personas, tanto partidarios como opositores de nuestro gobierno animano, excluir a la oposición traería un sentimiento de polarización entre nuestras razas.
Saludamos a las personas que se encuentran en nuestro camino al escenario, mi padre estrecha sus manos mientras inclino de modo leve mi cabeza para mostrar mis respetos a los invitados, entre la multitud trato de encontrar a Roberto, pero mis esfuerzos no dan frutos.
Juntos nos colocamos de pie junto con la orquesta que dejo de tocar, a mi papá se le entrega un micrófono para que hable. Desde arriba puedo notar a los otros tres animanos que forman parte de la mesa gobernante y separado levemente de los otros espectadores se encuentra Roberto Vindicta con una copa de vino en su mano, ambos cruzamos miradas y mientras mi padre da las gracias a todos por asistir, explicar que estamos reunidos para conocer mejor nuestras posturas sobre el rumbo que debe tomar el país.
Tras finalizar la presentación una ronda de aplausos acompaña nuestro descenso del escenario, mi padre y yo no damos una mirada cómplice, debo encargarme de cumplir el propósito de esta reunión.
— Carolina, mi cielo.
Es la voz de Míriam Iturraga, su familia es propietaria de una distribuidora de repuestos para minería, estudiamos juntas en el colegio, nunca fuimos amigas, pero tuvimos que hacer uno que otro trabajo de la escuela juntas— Míriam —sonrió con gentileza mientras me toma las manos.
— Me sorprendió que vinieras con tu papá, pensé que nos presentarías a tu pareja.
Ahora recuerdo porque detesto estas reuniones y la razón por la que mi mamá no desea asistir, las otras mujeres no pueden evitar sacar el tema de mi soltería, algunas tienen el descaro de bromear sobre el asunto diciendo "Morirás solterona, sin encontrar al hombre de tu vida" como si me interesa conocerlo.
Mantengo mi amabilidad ante su comentario— Por como viajan los rumores te aseguro que todos se habrán enterado mucho antes de que lo pueda hacer público —con sutileza trato de encontrar a Roberto entre la gente que nos rodea, nuevamente lo perdí.
— Lamento interrumpirlas.
Contengo mi sorpresa al notar quien acaba de unirse a la conversación, es el hermano menor de Roberto Vindicta, Rogelio.
— Necesito hablar en privado con la señorita Iustitia.
Míriam nos mira con complicidad— Dejaré que hablen a solas.
Mantengo la compostura frente al invitado que no confirmo su participación en el evento— Debe ser un tema muy importante si vienes directamente a hablar conmigo.
— Hablemos sobre el ascenso de mi hermano.
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Los Iustitia: El inicio de la división
FantasyEl mundo ha sido gobernado por una raza mitad humana y mitad animal nombrada "animano", Chile no se libra de la expansión y este cambio traerá conflictos al interior del país. Ahora la familia Iustitia junto con otras cuatro más deberán mantener el...