Lo que el pueblo quiere

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— !Este es un nuevo Chile, uno en que no cerraremos la puerta a las oportunidades! —la conviccion en las palabras de Roberto Vindicta no llegan al publico del municipio de Empedrado en Talca , todos escuchan de brazos cruzados, algunas murmuran entre si. No importa cuantas palabras elocuentes use, su historial de negocios nubla todo lo que dice, aquello, sumado a las fuerzas militares animanas rondando el perimetro generan una zanja entre nosotros y la gente. Aun asi, Roberto mantiene su actitud segura— ¡Este es mi compromiso con ustedes!

Unos suaves aplausos se hacen notar, mas por cortesia que por convencimiento, salimos juntos del lugar en una limosina escoltada tanto por tierra como por aire.

Roberto se ve perdido en sus pensamientos, claramente también noto que nuestra visita fue infructifera.

— A sus ojos eres un traidor al país —le comento con la idea de darle perspectiva— tu pasado solo augura un futuro negativo para ellos, quizá si dejaras a tu hermano tomar el asiento...

— Seria nuestra condena —al notar lo que acaba de responder muestra algo de preocupacion— quiero decir, no tiene madera de gobernante.

Quizá no sea un gran peleador como espera Samuel Supplicium, pero si tengo un olfato para los conflictos y esos dos hermanos ocultan algo.

— ¿Que hace a alguien buen gobernante?

— Carece de la determinación para hacer sacrificios, prefiere mantener su imagen antes de verse embarrado.

— ¿Estas diciendo que le importa mas la aprobación del pueblo antes que su bienestar? —de algún modo estas preguntas me estaban ayudando a conocer a ambos hermanos.

La pregunta le provoca una mueca desaprobatoria— "La opinión publica es primordial" es lo que siempre repite mi hermano cuando le reprocho sus donaciones a fundaciones que lo único que hacen es dárselas de moralmente superiores a cuestas del dinero ajeno.

Lo que faltaba, tiene un problema con las fundaciones, eso explica por que hasta ahora nunca lo voy en eventos de caridad o recaudaciones de fondos— Si tanto te molestan esas organizaciones, podrías simplemente formar las tuyas.

— No lo entiende señor Eusebio, ellos son como garrapatas, en cuanto encuentren un lugar cómodo dejaran de moverse y te sacaran la sangre hasta que pierdas la vida.

No es la primera vez que me encuentro con esta clase de mentalidades, me inclino hacia adelante para poder hablar con el chofer— Detén el auto.

El transporte se queda estático a un lado de la autopista en medio de la nada, abro la puerta, me bajo y le hago una señal mi acompañante de que haga lo mismo.

Sin comprender lo que sucede se baja también, los autos pasan mas a la izquierda, noto su confusión ante mi solicitud, pero de todos modos me obedece.

— Dime Roberto —me guardo las manos en los bolsillos— ¿Quien construyo la carretera sobre la que estamos?

— El presidente que derrocamos —contesta con rapidez— ¿De que se trata todo esto?

— Si ahora te dejara abandonado acá mismo ¿Quien vendría a rescatarte?

— La policia haría una búsqueda hasta ubicar mi paradero.

— Si estuviese herido ¿Quien trataría tus heridas?

— Un paramedico.

— Un paramedico —mis ojos delatan que encontre algo interesante— eso es una persona, al igual que la policia la conforman personas y esta carretera la construyeron obreros.

— Son pagados para cumplir con su trabajo, tampoco es para tenerlos en tan alta estima.

— ¿Que haras cuando su resentimiento sea mas grande que sus ansias de tener dinero?

— Pues enviar... —empezo a comprender mi punto.

— Ellos tambien podrian ponerse en nuestra contra si nos descuidamos —me regreso al auto y cierro la puerta sin él— te invito a pasar una semana en medio de la nada, asi comienzas a valorar la existencia de aquellos que consideras "inferiores" —sin darle tiempo para responder ordeno a que el auto arranque, la mejor manera de comprender el valor de la gente, es sientiendo la ausencia de ella.

Los Iustitia: El inicio de la divisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora