Libro III - Parte 6

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Luego de algunos días donde Kai tuvo que aparentar que ignoraba la razón real del viaje de Sokka y Zuko mientras ayudaba a Aang con su fuego control, finalmente llegó el día en el que una nave de la nación del fuego (más grande que el globo de guerra en el que se habían ido) aterrizó en el templo, poco después del atardecer.

Apenas tocaron tierra firme, Sokka y el príncipe descendieron y Kai se acercó, curiosa, pero aliviada de verlos volver.

- ¡Zuko! - gritó ella, lanzándose de inmediato a sus brazos, él la sostuvo con cuidado.

- Estoy de vuelta - susurró, durante su abrazo.

-¿Qué hacen en esa cosa? - preguntó Katara al acercarse - ¿Dónde está el globo de guerra?

- Creo que se destruyó - respondió Zuko, soltando a Kai.

- Parece que fue una pesca muy divertida - comentó Aang.

- ¿Al menos trajiste algo bueno? - consultó Toph.

- Así es, la mejor pesca de todas - respondió Sokka - reuní a la familia y traje amistad.

Mientras Suki, un extraño y el padre de Katara y Sokka descendían para saludar, Zuko agarró de la mano a Kai.

- Ven, te presentaré a Juuzo - dijo el príncipe, mientras un hombre alto y fornido salía de la nave y caminaba hacia ellos - Esto es extraño de decir pero... Es tu padre - añadió el maestro fuego al notar que ambos se quedaron pasmados al verse de frente.

- ... ¿Hija? - el ex general se encontraba a mediados de sus cuarenta años y se veía como la única foto que Kai había visto de él, pero más viejo y ella no había imaginado lo alto que era. Continuó caminando con menos prisa, hasta llegar justo frente a la chica.

- ¿En serio eres tú? - preguntó ella, sin poder creer aún que la situación era real. Y quedó paralizada cuando el hombre no se contuvo más y la envolvió en sus brazos, levantándola del piso.

- Mi niña... Me preocupé tanto cuando dejé de recibir las cartas de Iroh, creí que habían muerto en el mar... - Confesó antes de soltarla y volver a dejarla donde estaba parada - Pero este amable jovencito me contó todo - añadió con una sonrisa, señalando a Zuko con la mano abierta.

- ¿I-Iroh te escribía cartas? - Poco a poco Kai se estaba emocionando hasta las lágrimas por lo real qué se estaba volviendo su más primitiva ilusión de pronto, gracias a Zuko.

- No muy seguidas, pero era el único que lograba hacerme llegar algo a ese maldito agujero, me mantenía al tanto de ustedes. Pensé que me volvería loco cuando supe que te habías marchado a recorrer el mundo en búsqueda del avatar, pensé que podía pasarte cualquier cosa, menos encontrarlo de verdad - Se largó a reír.

Entre lágrimas, Kai también rio. Zuko podía decir mucho sobre su mala suerte, pero de alguna forma siempre conseguía lo que intentaba con tanto ímpetu.

Antes de ir a dormir esa noche, Zuko citó a Kai para que hablaran, había ocurrido algo durante su viaje.

- Creo que mereces saberlo por dónde veo que va nuestra... relación y además eres mi mejor amiga, siento culpa y no sé qué se supone que debería hacer - terminó de explicar el príncipe.

Básicamente, Mai, la amiga de Azula que desde muy pequeña estaba interesada en él, lo había salvado en la prisión, a costa de su propia integridad. La chica había traicionado a Azula por Zuko y este desconocía si su hermana la habría encerrado o ejecutado.

Kai quería preguntar qué significaba para ese vínculo que tenían el hecho de que otra muchacha se hubiese sacrificado por él, pero decidió que en vez de eso lo apoyaría, sentada a su lado, puso su mano en el hombro del maestro fuego.

Un incendio en el mar (Zuko; Avatar TLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora