En Casa - Parte II

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Las voces comenzaban a oírse más claras, voces conocidas, como si se tratara de la conversación más cotidiana que Kai hubiese oído, como la sensación de llegar a su hogar, donde estaba toda la gente que la esperaba.

Sin embargo, poco a poco las voces fueron desapareciendo, Iroh, Aang, Sokka...

- No te preocupes, chico. Ese bebé va a ser como mi niña, yo voy a encargarme de que mantenga la cabeza en su lugar.

Juuzo, pero ¿A quién le estaba hablando?

- ¡Zuko! - esa era, claramente, la voz de Lorelei. Kai comenzó a abrir los ojos lentamente y a tratar de incorporarse. Lo primero que vio fue el rostro expectante de su padre frente a ella, difuso y muy presente.

- ¿Papá? ¿Dónde está...? - Mientras trataba de sentarse, recordando el terror y olvidando el alivio de la última vez que estuvo despierta, la castaña se preocupó de inmediato del bienestar del Señor del Fuego. Pero no hubo tiempo para reaccionar, porque el azabache se abalanzó sobre ella y la rodeó con sus brazos, con una inusual delicadeza, que contrastaba con la firmeza de su agarre y la avidez con la que se escondió en su cuello.

Ella respondió con amor y calma, sosteniéndolo también mientras agradecía con alivio que siguieran vivos y enteros, pero gimió al tratar de alzar el brazo sobre la herida. Zuko retrocedió preocupado.

- Hija, hice todo lo que pude, pero todavía...- Lorelei le extendía un cuenco con agua, tan nerviosa que era incapaz de ver a su hija a los ojos.

- ¿Por qué están todos así? ¿Hay algo malo conmigo? - Kai comenzó a entrar en pánico, el dolor era extraño y todos a su alrededor emanaban frustración, ansiedad y angustia.

- Kai, intenta sanar esa herida ahora, por favor - solicitó su padre, invitándola a guardar la calma con su tono de voz.

La muchacha obedeció de inmediato, sin siquiera pensarlo.

-... Funcionó, creo, pero sigue doliendo.

- Tu madre neutralizó el veneno que quedaba, pero las células de la zona de la herida no tienen remedio, debes esperar a que cicatrice.

Considerando que Lorelei era conocida por sus dificultades para manejar el agua control y aún más para sanar utilizándolo, Kai sintió admiración por su madre, construyendo un puente en la relación que seguía rota.

- Gracias, mamá.

- Kai, perdona que interrumpa pero... Necesito hablar contigo - Solicitó Zuko.

- Puede que sea muy difícil para ella solo levantarse de la cama, si quieren podemos retirarnos para que tengan privacidad - ofreció Lorelei, cogiendo a Juuzo por el brazo.

- Estoy bien, no me duele tanto - señaló Kai, forzando una sonrisa y tratando de girar sobre la cama para levantarse, pero quedando paralizada ante el relámpago que recorrió desde la herida hasta la columna vertebral - ¡Agh!... Gracias mamá, vuelvan a visitarnos pronto, por favor.

Los tres se marcharon a su casa para dejar a Zuko y Kai solos en la habitación.

- ¿... Te duele mucho? - preguntó el azabache acercándose nuevamente a la cama.

- No estoy segura todavía, pero no quiero dejar de intentar moverme - se cuestionó en voz alta, mientras se arrastraba hasta el borde de la cama, entre quejidos, concentrándose en respirar, determinada a levantarse de una vez.

- Puede que sea inútil tratar de detenerte, pero... - exclamó ofreciéndole ambos brazos - Estoy aquí, puedes compartirme el peso.

Ante la oferta, Kai rio levemente.

Un incendio en el mar (Zuko; Avatar TLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora