Libro I - Parte 6

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Poco antes del amanecer, el príncipe encontró al avatar en un particular estado de inconsciencia, Kai notó que solo estaba siendo protegido por una maestra agua, así que decidió, como siempre, mantenerse al margen de la batalla. Incluso al ver a Zuko perder, no se movió, incontables veces habían practicado a esa hora de la madrugada, el poder del príncipe resurgía junto con el sol, en sintonía con su elemento, así que esperó a que la muchacha cayera inconsciente para seguir a Zuko, que cargó al avatar en su espalda y eligió una ruta para llevárselo. En silencio.

Kai caminaba como su sombra, en medio de una tormenta, mientras corrían las horas y ya no podían oír la invasión del ejército.

- ¿Estás cansado? ¿Quieres beber agua? - la chica moría por detenerse, pero el príncipe obstinado mantenía su ritmo, solo tenía su objetivo en mente, nada más. Luego de que el camino se complicara aún más y los tres acabaran tirados sobre la nieve, el joven cedió.

- Un refugio - avisó Zuko.

"Quizá sí estaba pensando en tomarse una pausa", pensó Kai, aliviada.

Entraron a la cueva para protegerse de la tormenta y el príncipe amarró al avatar de brazos y piernas antes de sentarse frente a él. Mientras trataba de entrar en calor con su respiración de fuego, quizás como una catarsis, Zuko rompió el silencio.

- Finalmente te tengo, pero no puedo llevarte a casa con esta tormenta. Siempre hay algo, y no creo que lo entiendas, pero eres como mi hermana. Siempre todo llega fácil para ella, es una maestro fuego por excelencia y todo el mundo la adora. Mi padre dice que nació con suerte, y dice que yo tuve suerte de nacer... Yo no necesito la suerte, no la quiero, siempre tuve que luchar y pelear y eso me hace más fuerte, eso me templó.

Kai le ofreció agua para beber, jamás lo había oído hablar de su hermana, pero no quiso comentar nada. Miró al avatar ¿Suerte? Ese chico no tenía suerte, tenía una responsabilidad enorme y solo era un niño, el niño que debía acabar con cien años de guerra.

Zuko se sentó nuevamente y accedió a la invitación de la chica, no esperaba recibir agua directamente en los labios, pero tampoco recordaba que su compañera cargara una botella consigo ni nada parecido. Fue extraño, pero se sintió mejor. Ojalá la nieve también se pudiera procesar con agua control para hacer comida, pensó al oír su estómago rugir.

Se quedarían ahí un rato, al menos hasta que la tormenta apaciguara.

- ¿Aang tendrá sed? - Se preguntó Kai, poco antes de verlo salir del trance.

- Veo que volviste - comentó Zuko.

- Es bueno volver - respondió Aang, antes de impulsarse al exterior de la cueva. La noche había vuelto a caer y a ninguno de los dos le quedaba fuerza para retenerlo. Sin embargo, el príncipe salió tras él.

Desde la entrada de la cueva, Kai divisó a la criatura voladora que transportaba al avatar.

Rayos, le fascinaba, era preciosa.

- ¿Vienes por otra pelea? - Zuko desafiaba a la maestra agua con la que ya había peleado, como si no estuviera mucho más débil que antes.

- No estés tan seguro, no será como la última vez - anunció la chica. Kai suspiró, eso terminaría mal.

Al ver al príncipe inconsciente en la nieve, Kai corrió hacia él para sacarlo de ahí, el plan no era muy bueno, pero quedarse ahí lo hacía mucho peor. El equipo del avatar volvió a subir al ¿Bisonte volador? No había podido admirarlo tan de cerca antes.

- Esperen, no podemos dejarlos aquí - comentó Aang.

- Claro que sí, vámonos - refutó el chico del boomerang.

Un incendio en el mar (Zuko; Avatar TLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora