La Búsqueda - Parte I

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- ¿Fuiste a ver a Azula? - Apenas Sukki se retiró de la habitación luego de haberlo escoltado hasta allí, Zuko quiso confirmar con la persona implicada la última noticia que había oído de su guardia personal.

- Sí, aproveché tu ausencia y mis caminatas de rehabilitación para hacerle una visita - respondió Kai mientras se soltaba del agarre de su abrazo de reencuentro - ¿Cómo estuvo el reino de la tierra?

- ¿Por qué? - El señor del fuego no iba a dejar el tema allí, necesitaba saberlo todo.

La maestro agua miró al infinito y cruzó los brazos, a la vez que pensaba en cómo responder a esa pregunta sin sonar extraña.

- Ella es... Como una tormenta en un frasco, Zuko. No puedo estar tranquila con eso.

- Las guerreras Kyoshi son muy capaces de reducirla en un segundo, no debes preocuparte de que ella - Pero la castaña lo interrumpió.

- No es eso, creo... Creo que puedo ayudarla, con eso que anda mal en su cabeza.

El señor del fuego, curioso, pero desconfiado de la idea, se inclinó hacia ella para prestarle su completa atención.

Kai retiró la mirada sin poder evitar sonreír. Se sacudió, era un tema serio, no podía ponerse como tonta.

- ¿Te dijo algo? - inquirió.

- No demasiado, pero puedo asegurar que todo ese tiempo allí ha profundizado los problemas que ya tenía - La muchacha no había pensado en cómo abordar el tema, ya que cada vez que pensaba en su regreso su mente iba a donde quería. Se detuvo, dubitativa.

- He estado pensando en mi familia... En Azula, si tienes consejos para saber qué pasa con ella, estaría muy agradecido de oírlos.

Estas palabras fueron acompañadas de un gesto de simpatía e intimidad, el Señor del fuego sostuvo un mechón de pelo que caía sobre el rostro de Kai y con suavidad lo acomodó detrás de su oreja, permaneciendo un par de segundos en su piel, en el lóbulo de su oreja, su quijada...

Ante el contacto de las yemas de los dedos de Zuko descendiendo, Kai abrió un poco la boca, con los ojos fijos en ese par de citrinos resplandecientes que permanecían atentos a sus movimientos, como si escucharla fuera lo más importante del mundo.

-... Me alegra ver que te has recuperado - comentó con una encantadora sonrisa.

El sonido de la puerta abriéndose con violencia fue una señal para que ella volviera a respirar y para que él se girara hacia el origen del ruido. Ninguno de los dos quería salir de ese momento, pero quedaba mucho que hacer antes de poder estar solos esa noche.

La reunión en la que se encontraban era urgente, Juuzo debía rendir cuentas de lo que había sucedido durante la ausencia de Zuko y Kai aprovechó un momento donde se tocaba un tema del que ella no participaba para ausentar su mente y repasar lo que quería comunicar.

- Fue hace tres días - dijo para sí misma, casi inaudible - le pedí a Ty Lee que me acompañara...

Pero una mano masculina se posó en su muslo, bajo la mesa, sacándola de sus pensamientos.

- Estás preciosa cuando tratas de escapar de esta reunión - Susurró Zuko con una sonrisa en su oído mientras su mano recorría el camino hacia sus caderas.

- Kai, hija- llamó Juuzo - te necesitan en la sala de guerra ahora.

Con las mejillas encendidas y dudando de si el llamado de su padre era una excusa para que Zuko dejara de distraerse, Kai asintió de inmediato y se retiró.

Para salir de dudas se dirigió a la sala de guerra, como si alguien la estuviese esperando ahí, mientras volvía a abstraerse para recordar con lujo de detalles la visita a Azula.

Un incendio en el mar (Zuko; Avatar TLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora