La Promesa - Parte 4

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- ¡Zuko! - Gritó mientras corría hacia sus brazos, él la reconoció también y se apresuró en abrazarla, se sostuvieron un momento, que a ambos les pareció insuficiente al soltarse.

Ante la reacción sorpresiva del Señor del Fuego, los guardias corrieron tras él y llegaron para interrumpir el reencuentro.

- Está bien, ella es Kai - la señaló con la mano abierta - es mi amiga.

¿Amiga? Vaya... Quizá sí que estaba con Mai.

Caminaron rodeados por la escolta, sin tocarse, el frío invadió a Kai, como si el invierno la hubiese acompañado hasta allí, a la cálida Nación del Fuego. Él la invitó al lugar donde solía pasar el tiempo de niño, junto al estanque de los patos tortuga y se sentaron bajo un árbol, como evitando estar demasiado cerca. Luego de ponerse al día, Kai no aguantó más la curiosidad y sacó el tema.

- ¿Cómo va todo con Mai? - Zuko la miró extrañado.

- Mai está bien, pero ¿Por qué preguntas eso?

- Bueno... Pensé que ella estaría para ti apenas regresaras...

- Lo estaba. Pero... ¿No crees que ya he tomado suficientes malas decisiones por una vida?

Kai sintió que su corazón subía hasta su garganta, casi ahogándola, mientras los labios del azabache se torcían en una mueca, que trataba de parecer sonrisa. Necesitó acercarse y acariciarlo, hasta que Zuko habló.

- ¿Cómo va todo con Tohru?

Ahora ella lo miró confundida, un poco dolida al entender lo que él también estaba asumiendo.

- Se lo llevaré a Toph, para que aprenda metal control.

El rostro de Zuko se transformó y pasó a demostrar tristeza genuina, así que ella se apresuró en tratar de arreglar el malentendido.

- Decidí que si mi amigo es capaz de superar sus miedos y traumas para mejorar, yo también debo hacerlo y realmente quiero ser capaz de venir a vivir aquí, contigo...

En un impulso fugaz e irrefrenable, que invadió el corazón del joven por completo al aclarar la situación, ambos se acercaron de súbito y se unieron en un beso ansioso y torpe, con sabor a destino. Zuko la buscaba con cuidado, como queriendo retenerla con suavidad, fundirse con ella y a la vez asustado de invadirla demasiado, pero se dejó llevar cuando Kai, en un movimiento audaz y a la vez dulce, comenzó a invitar al Señor del Fuego a un contacto más intenso, regalándole suaves caricias en el labio inferior con su lengua; mientras sostenía su quijada con ambas manos.

El azabache gimió y se inclinó sobre ella, poniéndola con cuidado sobre el césped, mientras no podía quitarle los ojos de encima.

- Te extrañé muchísimo - susurró, negando con la cabeza, con una expresión de tristeza y amor.

Ella le acarició el rostro y sonrió.

- Ha sido difícil ¿No? También me has hecho falta - respondió mientras lo rodeaba con sus brazos, jalándolo hacia ella.

Pero él se resistió.

- Entremos.

El tono del Señor del Fuego era claramente una invitación, pero sonaba como una orden.

Y aunque ella odiaba que la obligaran a hacer cosas, esta vez su cuerpo obedeció sin cuestionar nada.

Al contrario, cuando el azabache la desvistió sobre su cama, sobre su cuerpo tonificado y cubierto de cicatrices, Kai se sintió como el océano y un incendio a la vez, que quemaba con más intensidad que el fuego control de la familia real y se extendía por toda la piel de Zuko, al ritmo en el que lo llenaba de besos y se sumergían en un vaivén pausado, dulce, cálido...

Un incendio en el mar (Zuko; Avatar TLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora