𝕄𝕒𝕣𝕝𝕖𝕟𝕖

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Habían varios hombres en el lugar, nos infiltramos en lo que fue antes una fábrica y despejamos el camino, pero al llegar con Robert nos vieron y sus hombres lo cubrieron mientras el escapaba.

Joel y yo nos encargamos de ellos sin problema y empezamos a correr detrás de Robert, que al final llegó a un callejón sin salida, literalmente.

- Hola, Robert... -hablé intentando tener un tono de voz relajado, el hombre suspiró cansado y nos vio rendido.

- Tn. Joel. -habló mientras nos veía temeroso,- ¿Sin resentimientos? -preguntó alzando las manos, tomé una cañería de metal en el suelo.

- Claro que no, -intentó correr pero lo golpeé en la rodilla, cayó al suelo quejándose.- te extrañamos.

- Miren, lo que sea que les hayan dicho, no es cierto, -dijo mientras se tomaba la rodilla, respiró y quiso seguir hablando.- Yo solo quiero...

- Las armas, -habló Joel detrás de mí con una postura amenazante.- ¿quieres decirnos dónde están?

- Sí, seguro... -dijo rápido,- es complicado ¿De acuerdo? -intentó seguir parloteando pero mi pareja le golpeó la cara,- ¡Mierda...! -se quejó cuando él le rompió la nariz, luego lo tomó por el hombro, de una forma en la que podría fracturarlo fácilmente.- Basta, ¡por favor! Alto. ¡Alto!

- Deja de lloriquear, -dije arrodillándome frente a él.- ¿Decías?

- Las vendí... -dijo derrotado, yo solo ví a Joel, estaba enfadado.- no tenía opción, estaba en deuda...

- Con nosotros, -hablé con molestia,- creo que le apostaste al caballo equivocado. -Joel apretaba la mandíbula, estaba furioso.

- Solo denme una semana. -pidió viéndome a los ojos.

- Lo habría hecho, -respondí con una sonrisa fingida,- eso si no hubieras intentado matarme... -intentó negarse.- ¿Quien tiene las armas?

- No lo sé, -mintió, Joel pareció perder la paciencia y le rompió el brazo.- ¡Maldición!

- ¿Quién tiene las armas? -preguntó Joel esta vez.

- Las Luciérnagas... -dijo en un susurro, pero ambos lo escuchamos bien.- le debía a las Luciérnagas.

Hubo un momento de silencio, Joel cerró los ojos con frustración, estábamos en problemas.

- Saben, podemos ir por esos idiotas, -dijo Robert intentando convencernos,- ¡vamos! Acabemos con esos imbeciles. -completó con un entusiasmo fingido.

- Eso sería estúpido... -dije antes de dispararle en la cabeza, este imbécil nos metió en un problema.

- ¿Y ahora qué? -preguntó Joel a mi lado, solo di un suspiro frustrado.

- ¿Que más podemos hacer? -me quejé, íbamos a seguir discutiendo.- podremos ir y hablar con ellos...

- ¿Querías una Luciérnaga? -preguntó poniéndose frente a mi,- ahí tienes a su reina. -completó molesto.

- ¿Donde está Robert? -habló Marlene saliendo de las sombras, nos hicimos a un lado para que lo viera.- lo necesitaba vivo.

- Resulta que las armas que te vendió, no eran suyas. -dijo Joel con cierta molestia en su voz, yo solamente veía la escena sin decir nada.

- Yo pagué por esas armas, -exclamó adolorida, su abdomen estaba pintado en un rojo carmesí, parecía que la apuñalaron.- ¿quieren esas armas? Tendrán que ganarlas.

Mi pareja se giró para verme, pero aunque lo quisiera, esto no podía ser tan fácil.

- ¿De cuantas cartillas estamos hablando? -pregunté viendo a Marlene.

- Me importan una mierda las cartillas, -respondió agotada,- Les daré las armas por este trabajo y algo más. -a lo lejos escuchamos a los militares, si veían a Marlene, lo perdíamos todo.

•••

- ¿Que clase de trabajo es? -pregunté una vez estábamos llegando al sitio que ella dijo.

- ¿Son contrabandistas, no? -preguntó intentando abrir una puerta,- necesito que saquen algo de la cuidad, ¿Joel puedes ayudarme? -ambos empujaron la puerta y al entrar Marlene casi se desmaya.

Joel la ayudó pero una niña castaña se acercaba a él con una pequeña navaja, la detuve y tomé su arma.

- ¿No los están reclutando algo jóvenes? -pregunté a modo de broma, la pequeña se sacudía entre mis brazos.

- ¡Ellie! Tranquila, -habló Marlene ignorando mi comentario, solté a la niña y se acercó a ella,- estoy bien, solo es un rasguño, -Joel estaba a mi lado.- deben sacarla de la cuidad y llevarla al Capitolio.

Joel y la pequeña se quejaron al mismo tiempo.

- Ni lo pienses. -habló la castaña.

- No haremos esto. -se quejó el mayor.

- ¡Basta! -alcé la voz para acercarme a Marlene, estaba débil,- debemos llevarte a que te curen, -me acerqué Joel,- ire a ver las armas y los alcanzaré en el pasadizo. -quería quejarse pero le dije que se trataba de otra entrega.

Acompañe a Marlene hasta el momento en el que la curaron, estaba débil y había perdido sangre, pero me enseñó las armas y me ofreció cartillas para un año. Acepté sin pensarlo dos veces, podríamos descansar por fin.

Tarde un poco pero llegué al fin, me encontré a Joel durmiendo en el sofá y a la pequeña viendo por la ventana. Me acerqué a ella y ni siquiera se inmutó.

- Jamás había estado tan cerca del exterior... -dijo con una mirada fascinada, veía todo a detalle, la nubes, los árboles y escuchaba a la lejanía varios truenos.

- Hace años vivimos en un bosque, -hablé sentándome a su lado, ella me vió atenta,- era un lugar hermoso, el sol se colaba por las ramas de los árboles, escuchabas cantar a las aves de día y los búhos pululaban en la noche. -su celó se frunció.

- ¿Qué es un búho? -preguntó mientras se acomodaba, sonreí y saqué de mi mochila un par de chocolates, le extendí la pequeña barra.- Gracias... pero, ¿qué es esto?

- Eres muy curiosa, -sonreí,- para empezar, un búho es como un ave muy grande, son cazadores precisos, pueden girar su cabeza totalmente. -mientras le explicaba eso abría el envoltorio y probaba el chocolate.

- ¡No puede ser! -chilló en voz baja,- esto es delicioso... -dió una mordida más y volvió a hablar.- estás jugando, ¿cómo podrían girar la cabeza?

- Habló enserio, -respondí alcanzando una libreta y lápiz, comencé a dejar varios trazos que eran seguidos por su atenta mirada.- eran tan altos como tú brazo y tan largos cuando extiendes ambos brazos.

Le extendí el cuaderno y acarició con las puntas de los dedos el dibujo, desde joven me había gustado mucho dibujar.

- Perdón, -comenté apartando la vista,- tal vez querías observar el exterior sola... -iba a apartarme pero me detuvo.

- ¡No no no! -habló rápido, sonreí de lado,- por favor cuéntame y dibújame más... -pidió abrazando el cuaderno.

Ellie era una chica única.

The Last of UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora