—Siempre pasa eso al final ¡Joder!— me quejo del suspenso en la película de terror que acabamos de ver.
—Si fue una mierda. Así da para más partes. —dice Adriana.
—Ya sé tía, pero en verdad te crees que después de tantos golpes y quemaduras que bien podría decir de tercer grado el tipo aún está vivo.— reclamo.
—Conclusión, no solo es un caníbal psicópata sino además mutante con superpoderes.
—Si pobre y estúpido sheriff. Solo en la oscuridad de la noche en medio del bosque que se gana un hacha en la cabeza. -suspiro.
—¿Vemos la segunda parte?— cuestiona Adri.
—Claro hay que ver si muere el muy hijo de puta.
El sonido de mi portátil es opacado por el ruido de una hélice, Adriana y yo nos levantamos rápidamente y corremos hasta la ventana.
—¿Lo alcanzaste a ver? —pregunto mirando hacia la dirección por dónde se marchó.
—Casi, era un helicóptero.
—Claro que sí, que más va a ser ¿un platillo volador? —me burlo. —¿De quién será?
—Cómo saberlo, en esta escuela muchas familias los usan por qué crees que hay un helipuerto.
—Sí, sé que muchas familias tiene. La de Malcolm por ejemplo.
—Tú solita te delatas, para qué lo mencionas.
—Sólo era un comentario.
—Si si, un comentario— dice lanzando su brazo por encima de mí y caminamos hacia la cama.
Adriana busca la segunda parte por un canal de películas pues son viejas. Yo mientras uso mi teléfono para buscar la cuenta de Dylan en instagram, ya que finalmente sé cuál es. Abro y comienzo a dar corazones.
Una notificación capta mi atención.—Hablando del rey de Roma— digo llamando a Adriana con el codo.
—¿Qué dice? —pregunta Adri mirando a mi celular.
—Una fiesta...
—Pero si son las... 11:34 pm— dice Adriana mirando la hora en la laptop y yo confirmo.
— Hay que ir de etiqueta, un acompañante y....es hoy efectivamente. Es por su cumpleaños.
— Tenemos que ir.
— Estás loca, además qué te hace pensar que te llevaré como mi acompañante.
— Auch, eso dolió — dramatiza Adriana.
— Anda, no seas tan sensible, con quién más iría. ¿Pero de verdad quieres que vayamos?
— No tenemos nada más que hacer, además es su cumple o bueno casi.
— Mañana hay clases, has visto la hora y por qué no aviso antes, estuvimos juntos toda la tarde.
— Sólo él sabe, tú misma me comentaste lo complicado que es. El caso es que estamos perdiendo tiempo, anda vamos, di que sí. — ruega haciendo puchero.
— Si okay, pero no tengo nada que ponerme. — me quejo.
— Creo que tengo algo que te va a encantar. — dice y me toma de la mano hasta conducirme a su habitación.
Vamos danzando de la alegría por el pasillo...
— Hola Priya, nos vamos de fiesta.— alardea a su compañera de su habitación.
— Vale Adriana, pero no vengas gritando o ebria y menos con un chico— advierte la otra chica.
— Pero quién piensas que soy, ¿qué queja has tenido de mí en estos días?— se burla Adri.
— Ninguna, solo te digo. — comenta y sigue leyendo.
— Tranquila guapa, yo y mi amiga somos tranquilas.
— Hola — saludo con la mano a la chica seria sentada en el escritorio.
Adriana toma algunas cosas de su armario y luego vamos de nuevo a mi habitación.
— Me tienes mareada — me quejo.
— Vamos apúrate. No nos dará tiempo ducharnos. Igual nos bañamos hace una hora. - dice rociándonos de colonia.
Adriana se pone un vestido hermoso con la Gran Ola de Kanagawa estampada, improvisa un maquillaje, una cinta en su cabello recogido y unos zapatos de tacón alto.
¡No sé cómo puede caminar con eso!
Es verdad que me gustaría este esmoquin. Es de lana, saco negro, camisa blanca con chorreras ribeteadas en negro, una pajarita en mi cuello, una margarita rosa y solapa en punta de flecha.
— No me quedan tus pantalones, ni tus zapatos.
— ¿¡Qué!?— exclama Adri alarmada.
— Tengo piernas largas, me queda corto y los zapatos chiquitos.
— Pues habrá que revolucionar la moda — dice Adriana observándome detenidamente.
— ¿También eres diseñadora?— cuestiono con un tono de duda y chasqueo mi lengua.
— No pero el diseño es arte— dice remangando un poco el pantalón quedándome por los tobillos. — Listo esta parte, ahora sé tú. — agrega y me mira.
— ¿¡Qué se supone que haga!?
— Tía no te enteras de nada, calcetines oscuros y converse.— dice chasqueando los dedos.
— ¿¡Estás loca!? Eso no es de etiqueta.
— Y seguro, no nos van a dejar entrar con lo guapa que somos. Además Malcolm están liados, prácticamente invitación especial — concluye.
***
Adri aparcó su coche junto a muchos otros y nos dirigimos a la entrada.
Pase un pequeño susto en la puerta, mi nombre estaba en una lista especial y ni siquiera lo sabía. Adriana tenía toda la razón.Entramos con nuestros brazos enlazados, captando algunas miradas.
El lugar era espacioso y estaba bastante lleno, algunos amigos cercanos de Malcolm y otros no tantos, al igual que gente que nunca había visto en mi vida.
Todo alumbrado y perfectamente decorado, temática cumpleaños.¿En qué tiempo sucedió todo esto? Cuándo decoraron este salón.
Mire mi celular, ya son las 12:25 am, creo que no llegamos a tiempo para el conteo.
Divisamos a Malcolm hablando amenamente con una pareja.
Viste súper elegante, diría qué no lo reconozco pero sé que él puede lucir cómo sea, desde sexy hasta adorable, y hoy estaba simplemente perfecto.
- Después de todo, la eligió. - murmuro, dirigiendo mi vista, a la chica con el vestido rojo vino perfecto.
Le ha dado la razón,aparentemente he quedado como la mala de esta historia...
¿En qué tiempo se reconciliaron? ¡No hubo tiempo! — pienso mirándolos fijamente, un dolor apretando mi pecho.— Michelle, ¿los ves? — dice Adri mirando disimuladamente a Gema al lado de Malcolm.
— Claro que los veo, no soy ciega. — digo con un tono de molestia e inconformidad.
— De verdad, si quiere nos vamos. Entenderé. — dice Adriana mirándome.
¿Y darles el gusto? — pienso.
— Ya te dije que somos solo amigos, no me afecta. Anda disfrutemos de la fiesta. — digo ragalándole una falsa sonrisa.
Mi mirada y la de Malcolm se cruzan un instante pero ni siquiera se me acerca continúa hablando con el señor y la señora que lo acompaña.
— ¿¡Michelle, está bien!?
— Que si coño, rompamos la pista— digo sacándola a bailar.
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El Cuaderno de Dylan [Escritos #1] ©
Mystery / ThrillerMichelle regresó hace dos meses a su ciudad y cada tarde tiene como pasatiempo favorito ver ¿el atardecer? Un reencuentro inesperado le cambiará la vida. Los chicos guapos traen problemas y los cuadernos ocultos no deben abrirse, esconden secretos...