♤Capítulo 37♤

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Narra Malcolm
Tengo un poco enrojecida la nariz por los escurridizos estornudos que se me escapan a ratos.

Lo cálido de la mañana está siendo opacado por la húmeda noche.
El vecindario donde viven los padres de Michelle es muy tranquilo y con poco tránsito.

Aún la oscuridad no ciega sin embargo la mayoría de los faroles están encendidos.

Sostengo firmemente las bolsas de compras, la chica encargada de las tareas domésticas me pidió que le ayudara y no vi problema en ello.
Estás son últimas y su contenido es bastante pesado.

Con cuidado cierro la cajuela del coche y camino detrás de Patricia.
Mi mirada vaga por un momento a la casa de al lado pero la voz de Michelle me saca de mi trance.

Me acerco con una sonrisa en el rostro quedando satisfecho de verla más animada y de que sea por mi causa.
Ella me sigue en silencio hasta que llegamos a la cocina.
Poco a poco contribuyo al guardado de las cosas, Patricia se encarga del frigorífico y yo coloco lo demás en la alacena.

— ¿Qué era lo que me ibas a decir? — cuestiono recostándome a la rígida encimera.

—Nada en especial, solo que ya está seca tu ropa —dice dándome un pequeño codazo para luego ubicarse a mi lado.

—Vale, pero que no se diga que esto no me queda bien —presumo entre burlas para luego mirarla y toparme con esos hermosos ojos color café que tiene.

— Casi perfecto diría yo —confiesa con ligero sarcasmo en su tono.
Permanecemos un rato callados y aprovecho para observar detalladamente la cocina.

Mi  futura suegra tiene buen gusto. En los estantes de la gran vitrina de forma organizada y estética se exhibe una vajilla de porcelana inglesa muy fina.

Además en la pared del lado izquierdo se aprecia la famosa pintura de La Última Cena.

—Hey —digo rompiendo el silencio — Creo a ver visto entrar a Susan a la casa de tus vecinos —señalo acordándome de cuando me distraje.

— ¿Enserio? —cuestiona mirándome algo confundida.

—Bueno supongo, aunque no lo tengo claro. —me rasco la cabeza  —Llevaba en brazos a una niña pequeña.

—Me parece que te has confundido —dice desviando su vista al suelo. —Sí, seguramente te confundiste porque mi vecina es rubia y de estatura casi igual a la de Susana, encima tiene una pretty baby. —aclara con toda certeza.

—Juraría que era ella pero como la vi de costado no puedo asegurar nada. Además, ¿Qué haría aquí?

—Sí, no tiene mucho sentido —dice y luego voltea a verme. —Pero si quieres vamos a comprobar que tan en lo cierto estás.

—No creo que sea necesario, gringa —niego apretando su nariz con mis dedos.

Narra Michelle
Una cena con mis padres y ¡Malcolm!, es una imagen que jamás se me ocurrió que sucedería.

El panorama durante la comida se tornó distinto. Por primera vez en mucho tiempo mi padre dejó a un lado su celular, su atención estaba completamente centrada en Malcolm pero no solo la suya, Patricia desde esta tarde le anda coqueteando con supuesto disimulo, aunque para mí es demasiado obvia y eso de alguna manera me molesta.
Celos, supongo.

La última vez que tuve una sensación similar fue cuando la prima de Glenda vino a visitarla y pasaba más tiempo con ella que conmigo, al menos no duró mucho por la ciudad, esa fue la suerte.

El  caso es que no me agrada como lo miraba con sus relampagueantes ojos.
Por otra parte la comida estuvo exquisita. Ya era hora de volver a comer bien en esta casa, por Dios. Patricia tiene manos de ángeles, ya quisiera yo cocinar la mitad de bien de lo que lo hace ella.

El Cuaderno de Dylan [Escritos #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora