♢Capítulo 39♢

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Narra Malcolm

El sonido de la puerta abrirse me hace girar la mirada. La tenue Luz de la Luna se escurre por la ventana donde me encuentro sentado reflejándose vagamente sobre ella. Aquella silueta se me acerca desde la sombras, caminando de puntillas llega a sentarse a mi lado.

Dirijo mi mirada al cielo, a la estrellada noche mientras ella acaricia mi nuca, su cálido aliento se estrella contra mi cuello, sus suaves labios hacen que mi piel se erice por completo.

Hay una tensión latente en el ambiente.

¿Qué hace aquí? ¿Qué cambió?-La miro con una sonrisa juguetona, repentinamente animado ante la perspectiva de una noche de diversión

- ¿Qué piensas, Malcolm?-dice abriendo sus piernas y sentándose a horcajadas sobre mi regazo.
Gruño.

-Puedo hacer cosas que ni te imaginas. -advierto sintiendo todo ese fuego encender cada rincón de mí.

-Eso ya lo veremos-me reta con un tono despreocupado.

- ¿Qué te hizo cambiar de opinión?-pregunto acariciando delicadamente sus muslos.

- ¿Importa?-me susurra para luego besar y lamer sensualmente el lóbulo de mi oreja.

La forma en que me mira me hace perder la cordura. Mi corazón palpita desbocado amenazante con salirse del lugar.
El deseo se apodera de mi cuerpo y mi mente, haciéndome querer devorarla y hacerla mía una y otra vez.

Michelle se acomoda sobre mí, descansando su frente sobre la mía, sus labios a una distancia peligrosa mientras los lame sensualmente antes de soltar una risita.

No sé qué me pasa, un sentimiento que creí perdido aflora dentro de mí, con mucha más intensidad que la primera vez. Mi estómago se hace un nudo, solo quiero que me bese otra vez.

Sin previo aviso estampa sus labios contra los míos, estos parecen encajar a la perfección... tienen su propio juego, como si se conocieran de mucho tiempo...

Profundizo el beso volviéndolo más apasionado y ella me responde con la misma furia.

La aprieto del trasero posesivamente para levantarla, ella enrolla sus piernas alrededor de mi cintura y sede para que le presione contra la pared.

Su mano recorre lentamente mi torso desnudo, bajando a mis pantalones encontrándose con mi clara erección y acariciándolo.
Gimo contra sus labios para luego besarla, depositando sentimientos con cada roce.

- ¿Te gusta?-murmura en mi oído.
Es la primera vez que su voz adquiere ese tono tan tentador.

-Me encanta. -respondo sin dudar.
A ciegas desato los botones de su blusa y con desmedida lujuria succiono sus senos duros y erectos. Torturándola como ella está haciendo conmigo.

Sin poder aguantar más la llevo hasta la cama, colocándola con sutileza.
Me posiciono encima de ella y quito cada prenda restante en este momento.

Su piel expuesta ante mí con el brillo proveniente de la ventana sobre ella, aprieto mis labios aguantando la ira al apreciar lo que le ha hecho ese desgraciado.

Ella toma mi rostro como si entendiese lo que pienso y me trasmite toda esa paz que oculta detrás del tormento.
Sus ojos adquieren un destello especial, sobresaliendo en la oscuridad.

-Yo sanaré tus cicatrices-digo depositando besos en cada una de sus heridas hasta llegar a sus muslos y verla estremecer.

Su respiración se volvía más acelerada al acercarme a su intimidad.

Mi lengua recorre por primera vez su sexo de arriba a abajo hasta que siento sus fluidos sobre mi boca.
Michelle arquea una y otra vez la espalda, al igual que se sostiene con ambas manos de la sábana.

-Vamos de una vez al tema-su voz suplicante y su mirada perversa me hacen querer entrar en acción.

Me recompongo para quitar mis pantalones y cuanto antes me meto a la cama.

-Espera-me detiene inesperadamente. - ¿Tienes condones?-pregunta tomándome desprevenido.

-La verdad es que no.

Esto no estaba entre mis planes, al menos no en los de hoy. Solo está sucediendo y es maravilloso.

-Mesa a la derecha, tercera gaveta-indica y me apresuro a buscarlo.
Sigue con la mirada cada uno de mis movimientos, como si me devorase con los ojos.

Me lo coloco delante de ella y me pone como me mira cachonda.
Mi ubico entre sus piernas abiertas, cada vez más mojadas.
Agarro su cuello con brusquedad mientras ella encaja sus uñas en mi espalda.
Uso una de mis manos para cubrir su boca por un momento y sin más la penetro sin piedad.
Sus jadeos y mis gruñidos mezclándose mientras acelero el ritmo de las estocadas.
Nuestros labios se buscan.
Coloca su mano en mi pecho haciéndome caer al otro lado de la cama.

Subiéndose encima de mí coge mi erecto miembro en sus manos y lo posiciona cerca de su húmeda entrada hasta dejarse caer adentrándome en ella completamente.
Sostengo firmemente sus caderas.
Comienza a moverse sin detenerse, cada vez más rápido llevándome al borde de la locura.

Ruedo mis ojos. -Eres hermosa-confirmo colocando su cabello detrás de sus orejas, la ternura se apodera de su rostro encendiendo sus mejillas.
Nuestros labios semiabiertos a escasos centímetros, la sensación de satisfacción colmándome. Hacía algún tiempo que mi miembro no palpitaba de esa manera, que no gozaba de una noche como esta.
Lo que Michelle causa en mí no tiene nombre.

Es una sensación que va más allá de una pasión, de una aventura, sé que hay algo más pero no debo ponerle nombre...

La miro, aunque quiero tenerla otra vez puedo notar lo cansada que está.
La aproximo con delicadeza y acurruca su espalda contra mi pecho. La rodeo con mis brazos y le beso suavemente en la espalda. Conduzco una de mis manos hasta su pecho para poder escuchar su corazón mientras duerme.

-Eres mi lugar seguro-le susurro.

El Cuaderno de Dylan [Escritos #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora