☆Capítulo 5☆

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En esta ciudad el clima es impredecible

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En esta ciudad el clima es impredecible.
— ¡Que horrible! — digo dando un portazo.

En las noticias no pronosticaron lluvia para hoy.

Es que ni siquiera es temporada. — pienso mientras trazo una estrategia con el paraguas para llevar las maletas hasta el coche sin que se mojen.

Mamá y papá están trabajando en un proyecto, así que ninguno de los dos puede llevarme a mi primer día de clases.

Además no quise que me compraran un auto, no pienso salir del campus universitario y si necesito hacerlo mandaran un chófer por mí, cómo hicieron hoy.

Se preguntaran ¿Alguien se levantó de mal humor?, y si, hoy estoy bastante enojada.

Una mezcla entre irritabilidad y decepción me inundan, siempre creí que entraría a la misma Facultad de Medicina que mi mejor amiga Glenda.

Desde pequeñas lo planificamos, lo deseamos y lo soñamos así...pero vaya que el futuro es incierto.

Glenda me ha llamado esta mañana, el hecho de verle me ha afectado bastante; siempre con esa sonrisa a pesar de que hace un año no le hablo.

Me trató igual, como si hubiese pasado un día desde la última vez que conversamos, me sentí cómo una puta mierda y aún me siento así.

¿Cómo puede dejar de hablarle a mi mejor amiga que conozco desde los 7 años?

El hecho de que estén destruidas mis expectativas de cómo sería ir a la Universidad me enfadan bastante.

Además de que ayer me acosté tarde empacando las cosas.
Sentirme cansada me pone de muy mala leche.
Pero bueno ¿A quién no?

Y cómo si todo lo malo se sumara, esta mañana no encontraba el cuaderno de Dylan hasta que recordé que no lo saqué de mi mini mochila.

Perdí 30 minutos de mi tiempo buscando como loca por toda la habitación.

***
Por todo el camino mi mirada se dirigió a las gotas de lluvia cayendo por el cristal.

Me siento verdaderamente agobiada.

Después de una hora de viaje llegamos al prestigioso y emblemático colegio del Cherbell.

Apenas estoy en el estacionamiento y sí que es grandísimo este lugar.

— Señorita, necesita que le ayude con las maletas — cuestiona el chófer de mi padre.

Obviamente que necesito ayuda. Eso son cosas que no se preguntan. Abro mi boca para contestarle, ¿y que le digo?:

— Claro que no, ya puedes irte Manuel —. No sé por qué dije eso pero no pienso retractarme.

Veo el auto alejarse por el amplio portón y me quedo sumergida en mis pensamientos.

El Cuaderno de Dylan [Escritos #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora