♡Capítulo 36♡

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Llevo un buen rato sentada aquí, ya me siento una parte anexa de la banca.
¿Por qué tardan tanto?-me pregunto observando mi reloj de pulsera.

Considero la opción de levantarme y pedir ayuda a Vanesa pero mis ojos vagan a un Porsche 911 lindísimo que recién se estaciona a escasos metros de mí.

Volteo la mirada cuando noto que alguien está a punto de salir del mismo, pero de reojo puedo ver que se trata de un chico vestido con un traje finísimo y gafas de aviador.

El muchacho toma asiento a mi lado pero me concentro en jugar con el brazalete en mi muñeca izquierda.

El joven desprende un agradable aroma que de alguna manera me resulta conocido.

— Wow, We where apart few days and you don't remember me. — dice quitándose sus lentes.

— ¡¿Malcolm?! — digo mirándolo detenidamente al reconocer su voz — ¿Qué haces aquí?

— Hello Malcolm. How are you? Good Michelle, good.

— Déjate de gilipolleces y dame un abrazo, anda — digo acogiéndolo entre mis brazos para no soltarlo en un buen rato.

— Vaya que intenso y yo que creía que no me extrañabas ni un poco.

— Pues ya ves que te equivocabas, darling.

— Tardaste muy poco en averiguar de quien se trataba — ríe con sarcasmo — . ¿Todo el tiempo dejas que extraños se sienten a tu lado?

— Hay cámaras, tampoco soy tonta  — señalo con el pulgar al techo de la clínica.

— Uyy sí que lista — se burla agarrándome las mejillas.

— Estás raro — señalo el corte militar en su cabeza.

— Pero mira quién habla, la imitadora de Einstein. ¿Se lleva eso ahora? — agrega jugando con un mechón de mi enredado cabello.

— Uno, nunca bromees con Einstein y dos ¿Hoy andas en modo payaso o qué? — digo dándole una colleja.

— Auch, creo qué estás muy agresiva. Hablaré con tu doctora — dice poniéndose de pie.

— Ni se te ocurra — advierto parándome de golpe enfrente de él, sostengo su muñeca mientras le doy mi más acusadora mirada.

— Era broma. Tranquila — dice azotándome suavemente la cabeza con su palma.

— Creo qué estás algo lejos de la Uni — señalo.

— Tú también.

— Además cambiaste de coche.

— De hecho es tuyo. Surprise! — dice abriendo ampliamente sus brazos.

— ¿Mío? — cuestiono con cara de niña en noche de Navidad.

— La cosa es que mis suegros compraron este bebé de aquí y viene con profesor de manejo incluido, o sea yo.

— Tan presumido como siempre. —bufo.

— Hay cosas que no cambian — dice regalándome un guiño.

Estoy derrochante de alegría, mis ojos brillan en este momento así que lo envuelvo en mis brazos nuevamente.
Inhalo el fuerte aroma de su perfume y me siento protegida cerca de él.

— ¿Puedes prestarme tu celular? —pido haciendo puchero.

— Si claro — asiente con una sonrisa sacándolo de su bolsillo.

                        ***

Agarré el teléfono de Malcolm y llamé a papá para agradecerle.
Me encantó su sorpresa, fue simplemente maravilloso.
No me lo imaginé ni por un segundo, eso ratifica que a pesar de lo ocupado que son mis padres si se acuerdan de las cosas que les digo ya que ese era el auto que me gustaba y quería antes de que cambiara de opinión.

Además contactar con Malcolm fue un bonito detalle.

Él y yo hemos pasado la tarde juntos.

Fuimos por unos smoothie y al mismo tiempo disfrutamos de la hermosa vista que Cherbell tiene para ofrecer.

Prometió que me enseñará a cómo manejar. — Es tan fácil como ir andando — esas fueron sus palabras de motivación para mí mientras practicábamos hoy.

Luego le pedí a Malcolm que me trajera al hospital donde está Dylan.

Todo sea por recuperar esa sonrisa — respondió antes de conducir hacia acá.

Le dije que esperara en el estacionamiento que no tardaría.
Insistí en que así fuera y él aceptó sin peros.
Por un momento quería que se aferrara y subiera, que respondiera mis incógnitas para llenar este vació que siento a veces.
No obstante no pude decirle que me acompañara, no quiero arruinar las cosas entre nosotros.

Creo que después de un tiempo él y Dylan no se llevaban bien pero no tengo idea de ¿Por qué?

Cuando vine hace dos días coincidí con su doctor, me estuvo contando que su condición mejora, asegura que si movió sus dedos y que posiblemente eso indica que esté despertando.

No puedo quedarme mucho tiempo, no debo hacer que Malcolm sospeche.
A fin de cuenta le mentí diciendo que vendría a recoger unos análisis míos.

Contemplo el rostro de Dylan un instante.
Tiene el bozo de bigote apareciendo, ya vendrá Eva a afeitarlo.
Cierro mis ojos para acariciar su cabello luego con mis dedos recorro su rostro y me detengo en sus finos labios.

Me inclino hacia adelante y rozo mi boca con la suya a modo de despedida para marcharme.

                  ***

El cielo se llenó de nubes rápidamente.
Tras un día caluroso llueve con gran intensidad.

— Odio la lluvia — afirmo observando lo rápido que cambió el clima.

— No puedes odiarla. Él día que nos conocimos llovió — rememora Malcolm con cara de reflexión.

— ¿Y? —  cuestiono confundida sin saber a dónde quiere llegar.

— Que si no hubiese salpicado tus maletas con agua de lluvia no habrías conocido a la casualidad más bonita de tu vida.

— Jaja Jajaja — comienzo a reirme fuerte causando un ligero dolor en mi abdomen — Ok. Te dejaré que sigas pensando lo primero y acerca de lo segundo deberías hacer algo con tu ego.

— El caso es que no puedes odiar la lluvia por lo que pasó. Porque la lluvia es hermosa. Déjalo ir, no te aferres a un recuerdo que te trae dolor.

— ¿Tú dejas ir los tuyos? — cuestiono observando cada detalle de su perfilado rostro.

— Trato aunque es diferente — dice moviendo delicadamente su cabeza.

— El punto es que odio la lluvia desde antes.

— Vamos a cambiar eso — dice halándome torpemente del brazo y sacándome fuera.

Odié que lloviera el primer día de Universidad, estuve enojada estas dos semanas e incluso no he dormido bien.

Ayer pensé en llamar a David para conseguir drogas o algo así , luego desistí y robé una de las botellas de whisky de mi padre.

Soy mala para las bebidas, solo tomé dos tragos y vomité tres veces en el váter seguidamente me arrastré hasta la ducha y dejé que el agua cayera sobre mí sentada en el suelo, todavía con ropa, después de mojada fue que me la quite.

Me puse un cómodo camisón y caminé hasta la cama, con mucho trabajo pues todo lo veía en 3D.

No le dije a mis padres, tampoco a Vanesa, ni siquiera a Malcolm porque me siento muy avergonzada por ello.

El punto es que ahora bailando sin música debajo de semejante chaparrón acompañada de este hermoso pelinegro de último año me siento feliz sin importar lo enferma que pueda estar mañana, sólo viviendo el ahora.

Creo que no existe la cita perfecta hasta que sucede.

El Cuaderno de Dylan [Escritos #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora