El hada surcaba los pasillos con rapidez, su corazón palpitaba con ansiedad mientras se dirigía hacia donde le habían dicho que se encontraba la gigante, llena de preocupación.
"Necesito verte, te hice una promesa, pero he visto como comenzaste a acercarte más a la princesa". Reflexionaba la chica mientras volaba. Una vez en el lugar, encontró a la gigante recostada sobre el suelo. —¡Diane! —llamó el hada con angustia —¡Diane! —repitió, buscando desesperadamente su atención.
Poco a poco, la gigante abrió los ojos con pesadez, sintiendo un dolor punzante en la cabeza. Al mirar alrededor, confundida, preguntó en voz baja —¿Quién habla? —revelando su agotamiento.
—Hola, soy yo Diane ¿Cómo estás? —preguntó el hada, luchando por contener el torrente de emociones que la invadían, consciente de que la situación era grave y urgente.
La peliblanca observaba la escena con un nudo en la garganta, sus ojos reflejando una mezcla de dolor y preocupación. Sabía que King estaba enamorado de Diane, y ella de él. Era absurdo pensar que esos sentimientos desaparecerían de la noche a la mañana solo porque King ahora era una mujer. Quizás había malinterpretado las cosas; ella siempre había estado enamorada del Señor Meliodas, pero desde que conoció a la gigante y se hicieron tan buenas amigas, y luego con el cambio de género del hada, se habían acercado más y habían empezado a conocerse mejor. Pero ahora, con Diane en peligro, todos esos sentimientos se mezclaban en un torbellino de incertidumbre y angustia, dejándola sin aliento y con el corazón destrozado.
La gigante suspiró, sus ojos fijos en algún punto distante mientras caminaban por el reino, como si estuviera viendo a través del tiempo. —Yo... conocí a King desde que era pequeña —comenzó a relatar, evocando recuerdos que se remontaban a tiempos más simples y felices. La princesa volteó a verla, interesada en escuchar su historia.
—Él me hizo una promesa —continuó la gigante, y un rubor tiñó sus mejillas al recordar las palabras que habían sellado ese pacto secreto entre ellos —que siempre me iba a amar, y yo creo que estoy enamorada de él —confesó con sinceridad, llevando una mano a su pecho donde residían los latidos de un amor que había crecido y madurado con el paso de los años.
La princesa arqueó una ceja con curiosidad. —¿Crees? —preguntó, deseosa de entender mejor los sentimientos de su amiga. La gigante asintió con timidez.
—Yo así lo creo, pero ahora estoy un poco confundida —admitió con un suspiro, revelando la complicada maraña de emociones que la embargaba en ese momento de incertidumbre.
El sonido de un niño llorando rompió el silencio, devolviéndolos bruscamente al presente y sacándolos de su ensimismamiento en aquellos recuerdos tan personales y emotivos
En medio de la escena, un rubio observaba con pesar, atormentado por sus propios pensamientos. Había permitido que la atracción hacia el hada lo deslumbrara, cegándolo a la realidad de lo que realmente sentía. Se dejó llevar por la novedad de su transformación, ignorando los verdaderos lazos que los unían. Meliodas se sentía confundido, atrapado entre las promesas que había hecho y los sentimientos que ahora albergaba en su corazón. Elizabeth y él estaban destinados a estar juntos, ¿o no?
De repente, la voz de la gigante los sacó de sus cavilaciones, sumiéndolos en un mar de confusión y preocupación. —¿Quién eres tú? —preguntó con desconcierto, desencadenando una serie de reacciones inesperadas. El hada se quedó petrificada, incrédula ante las palabras de la gigante. ¿Era acaso una cruel broma del destino?
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Girl [Meling] [Corrigiendo}
FanfictionEn medio de una misión que les encomendó el rey, en el cual, los pecados capitales se vieron envueltos en una batalla con un mago, pero este desafortunadamente escapa dejando una baja ya que este alcanza a hechizar a King y lo convierte en mujer. ¿C...