Capítulo 20

1.3K 78 12
                                    

La búsqueda se había extendido por todo el reino, desde las angostas calles empedradas hasta los oscuros callejones donde las sombras parecían conspirar con la noche. Cada uno de los compañeros, con semblantes de preocupación, gritaba el nombre del muñeco, esperando oír algún eco de respuesta entre las murallas de piedra y las casas de tejados desgastados por el tiempo. Habían tomado la decisión de separarse, confiando en que cubrirían más terreno, aunque una inquietante sospecha calaba en sus corazones: ¿Y si no lo encontraban a tiempo?

Ban, deteniéndose un momento en medio de la calle adoquinada, con las manos apoyadas en las caderas y su cabello plateado moviéndose suavemente bajo la brisa nocturna, lanzó una mirada pensativa al rubio. La luna proyectaba sombras alargadas sobre sus rostros, mientras sus corazones latían con apremio.

— ¿Sabías que Gowther era un muñeco todo este tiempo? — le preguntó Ban en un tono bajo, casi susurrante, como si el viento pudiera llevarse su pregunta y revelarla al mundo.

Meliodas, el rubio, detuvo su búsqueda un instante, clavando sus ojos en Ban con una expresión grave, su voz cargada de la melancolía de viejas memorias que parecían haber sido arrastradas desde un pasado olvidado.

— Lo supe desde hace mucho. — Su voz se quebró levemente al recordar. — Gowther fue creado por un demonio antiguo, uno tan poderoso que el propio Rey Demonio temió por su poder y le otorgó el Mandamiento del Desinterés, condenándolo a una prisión eterna. Pero antes de ser encerrado, creó a Gowther, su reflejo en este mundo, dándole forma a partir de un amor perdido. Un muñeco, a su imagen, pero sin deseos, sin lujuria, solo un eco de lo que una vez sintió.

Mientras los recuerdos afloraban, en otro rincón del reino, Gowther se encontraba solo, sus pies resonaban contra la piedras de las calles que parecía haberse detenido en el tiempo. La luz de las antorchas, vacilante y trémula, arrojaba sombras sobre los muros altos y desnudos, pero los recuerdos dentro de él eran más oscuros que la misma noche. Caminaba con pasos pesados, como si el peso de su propio ser lo aplastara, cada recuerdo destrozando un pedazo más de su frágil conciencia.

¡Mundo Perdido! —gritó, intentando ahogar las voces de su memoria. Pero con cada palabra que evocaba, más imágenes aparecían ante sus ojos.

Una joven de cabellos lilas, su rostro iluminado por una sonrisa que aún dolía recordar, flotaba en su mente como un espectro del pasado. Recordó sus momentos juntos, la paz que irradiaba de su risa... y el dolor de su último aliento. No... No más recuerdos, pensaba Gowther, luchando desesperadamente contra el torrente de emociones que amenazaba con desbordarlo. Pero los recuerdos eran como espadas, cada uno cortando más profundo que el anterior.

Diane, la gigante, irrumpió como un relámpago, con una fuerza que sacudió las paredes. Sus ojos brillaban con determinación y preocupación.

—¡Detente ahí! —su voz resonó como un trueno, deteniendo el conjuro de Gowther en seco. La gigante, aún jadeante por la carrera, lo observaba con intensidad, buscando alguna señal de arrepentimiento en su mirada vacía.

Gowther se giró lentamente, su rostro inexpresivo, pero sus manos temblaban. El aire en torno a ellos se había cargado de tensión, como si la atmósfera misma estuviera a punto de colapsar bajo el peso de lo no dicho.

—¿Qué intentas hacer, Diane? —Su tono era frío, carente de emoción, pero en el fondo de sus ojos se asomaba una sombra de miedo.

Diane lo miró fijamente, sus labios temblaban, pero sus palabras fueron firmes como el acero.

—Sé lo que intentabas hacer. Querías borrar todos tus recuerdos. Si lo hacías... eso significa que estabas a punto de recordar algo importante.

—Solo intentaba borrar el ruido en mi mente. —Su voz era monótona, pero las sombras bajo sus ojos delataban un sufrimiento que no podía esconder.

Girl [Meling] [Corrigiendo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora