En medio de una misión que les encomendó el rey, en el cual, los pecados capitales se vieron envueltos en una batalla con un mago, pero este desafortunadamente escapa dejando una baja ya que este alcanza a hechizar a King y lo convierte en mujer. ¿C...
Los siete pecados se dirigieron a la taberna a descansar un rato de la batalla y esperar a que la maga de los pecados llegará para atender la situación del rey hada, quien seguía inconsciente sin conocer su estado actual.
— Bueno, hay que dejarlo descansar —hablo el rubio. —Diane —se dirigió a la gigante que en ese momento estaba del tamaño de un humano gracias a un hechizo de Merlín —cuida de King, nos avisas cuando despierte —la chica asintió y subió a la habitación que el chico compartía con el zorro de los pecados.
Diane acostó al chico en la cama y suspiro. —Ay, King... Por protegerme caiste en su trampa... Todo es mi culpa —dijo mientras jugaba con su cabello y su mirada estaba baja.
Pasaron unos minutos y el chico comenzó a reaccionar, o mejor dicho la chica.
—Mm... —el rey hada se sentó sobre la cama mientras agarraba su cabeza como si tuviera resaca. —¿Qué pasó...?—
—¡King! —exclamó la chica al abrazarlo, pero ese gesto hizo que el chico notara algo extraño sobre su pecho, algo más que los senos de la chica.
—¡¿Qué?! —gritó él al bajar la mirada y encontrarse con dos pequeños bultos en su pecho, lo que provocó que los demás pecados que estaban en la taberna acudieran de inmediato, solo para encontrar al hada casi desmayada por la impresión en los brazos de la gigante.
—Ya despiertas, Queen —dijo en burla el zorro ante la situación actual. Diane se apartó del abrazo.
—El mago te lanzó algo... Y lo logró porque te agarró con la guardia baja por mi culpa.—
—N-no es tu culpa, Diane —dijo la hada tratando de calmar a la chica.
—Bueno, hay que esperar a que Merlín llegue-. Hablo el rubio, acercándose a la cama. —Por lo mientras, deberás acompañarme —dijo serio.
—¿Eh? ¿Por qué yo, capitán? —preguntó el hada, sorprendido.
—Las chicas trabajan de meseras en El Sombrero de Jabalí, hay que tomarte medidas para un uniforme —explicó el rubio, con una sonrisa.
—¡¿Qué?! —se sonrojo el hada. —No dejaré que me tomes medidas, pervertido —protestó la chica.
—Que malo —suspiro el capitán. —Bueno, yo no lo haré, las medidas te las tomará Elizabeth y luego tal vez puedas platicar con ella y Diane acerca de cosas de chicas-.
"¿Por qué me tuvo que pasar esto a mi?" se lamento internamente el hada.
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