Capítulo 17

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El hada contemplaba el horizonte con la mirada perdida, su silueta delicada recortada contra el atardecer. El sol, en su lento ocaso, teñía los cielos con colores de fuego y tristeza, como si la misma naturaleza compartiera su melancolía.

—Al menos ese mortal no ha vuelto, hermano —susurró en voz baja—. No más perturbaciones en nuestro reino.

Pero su hermano, el joven de cabellos castaños, no apartaba la vista del horizonte. Una sombra de inquietud oscurecía su mirada, pues hacía dos días que el rubio, aquel que alguna vez compartió sus risas y secretos bajo los árboles centenarios, había desaparecido.

—Voy a buscarlo. Puede que esté herido —dijo de repente, con la firmeza de quien no puede contener más la angustia en su pecho.

—¡Pero, King...! —intentó detenerlo su hermana, el tono teñido de preocupación.

Mas las palabras fueron inútiles, pues el hada ya había alzado el vuelo, movido por un impulso que ni siquiera él comprendía del todo. No era solo preocupación lo que lo guiaba, sino algo más profundo, más antiguo, como el eco de un juramento no pronunciado. La suave brisa nocturna rozaba su piel, pero ni siquiera el frío podía disipar el calor en su pecho. ¿Acaso su corazón, frágil y eterno, latía por ese mortal?

Mientras atravesaba los bosques oscuros, su mente volvía una y otra vez al día en que sus manos rozaron por accidente, cuando el sol doraba el cabello del rubio y una chispa inesperada había prendido en su interior. ¿Cómo podía un simple humano haber dejado tal huella en su alma inmortal? Y ahora, el temor de que aquel vínculo se hubiese roto para siempre lo atenazaba con más fuerza que cualquier espina o veneno.

"¿En verdad se ha marchado para no volver?", pensaba King, mientras su vuelo lo llevaba cada vez más cerca del destino incierto, cada vez más lejos de la tranquilidad que alguna vez conoció.

"¿En verdad se ha marchado para no volver?", pensaba King, mientras su vuelo lo llevaba cada vez más cerca del destino incierto, cada vez más lejos de la tranquilidad que alguna vez conoció

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Un estremecimiento recorrió la tierra bajo sus pies, sacudiendo las piedras y haciendo vibrar el aire como si el mundo mismo estuviera despertando de un sueño oscuro. El impacto fue tan repentino que todos los presentes se vieron arrastrados de sus pensamientos, con sus miradas dirigidas inmediatamente hacia el imponente monumento en forma de huevo. El resplandor de la tarde se desvanecía lentamente, y en su lugar, una sombra de inquietud se apoderaba del ambiente. El monumento, una vez firme y desafiante, comenzó a resquebrajarse, con finas líneas negras extendiéndose por su superficie. Un murmullo de pavor recorrió a los caballeros sacros, cuyos corazones, endurecidos por la batalla, no podían evitar estremecerse ante lo que veían.

—¡¿Qué es eso?! —exclamó el hada, su voz temblorosa, incapaz de ocultar el terror que lo embargaba.

—Es espeluznante... —murmuró, su voz profunda resonando como un eco en el aire, mientras sus dedos se cerraban en torno a su martillo con una fuerza que amenazaba con hacer crujir el metal.

Girl [Meling] [Corrigiendo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora