Luego de que Christian me mandara su mensaje de felicitación, lo cité para vernos esa misma noche, no quería dejar nada inconcluso o permitir que la incertidumbre avanzara. Esta seria la primera vez que rompería un vinculo amoroso, no tenia idea de como hacerlo, o si estaba haciendo lo correcto, pero algo me decía que al dejar las cartas sobre la mesa sería la solución a nuestro problema.
- Hola, Paulette. ¿Cómo pasaste tu día? – es Christian quien habla mientras voy saliendo de mi casa.
- ¡genial, sabes! No me lo esperaba. ¿Cómo ha estado tu día?
- Pues igual, creo que "genial" – dice con un tono de ironía – y creo que así terminara.
- Bueno, pues yo... - ¿Cómo puedo empezar?
- Tranquila, se para donde va todo esto. ¿podemos seguir siento amigos?
- Mira, yo tampoco quiero que seamos enemigos, tenemos una breve historia en común, y no me parece justo para nuestros momentos buenos, que estoy segura que fueron más.
- Concuerdo con eso, ¿pero sabes? No pensé que tuviéramos este final y menos tan pronto.
- Hay personas que no están destinadas a ser.
- Paulette, yo te amo. – y como un balde de agua fría sus palabras caen sobre mí, quedo totalmente helada, como puede decir eso? – se que crees que es demasiado pronto, pero lo sé, Paulette. Yo se que me enamore de ti, y que te amo, con todo y sus letras. Pero yo también me canse de esto, de estar así, de ser desconocidos o solo pelear, ya no. Creo que ninguno de los dos merece gastar sus energías de esta manera. - ¿dijo que me ama? ¿debo responder lo mismo? No, no puedo. Si lo quiero, pero no lo amo.
- Yo tampoco, Christian y créeme que está aquí no es algo fácil, está aquí poniéndole un punto a algo que en su momento me dio toda la felicidad del mundo. ¿Pero ya no es así, y sabes qué? Creo que hay alguien mas a la que puedes hacer feliz. Maya.
- Maya es una amiga y tu...
- No me des explicaciones de nada, no tienes por qué.
- Pero te amo a ti, no a ella.
- Pero te sientes mejor con ella que conmigo, ¿o dirás que no? – baja la mirada en aprobación de mi respuesta. – y esta bien, en serio que esta bien. Si hay alguien mas con quien puedes sentirte mejor y feliz, hazlo.
- Paulette, yo quería que fuera contigo.
- Y yo contigo. Pero no se dieron las cosas.
- Entiendo, ya no te presionaré. ¿amigos? Después de todo, como amigos nos llevábamos super, ¿no crees? – dice con una media sonrisa al final.
- Por supuesto que sí. Me alegra que termine relativamente bien.
- Ven acá. – jala de mis brazos para abrazarme – feliz cumpleaños, Pau. – y le correspondo su abrazo con mucha calidez.
Había pasado ya una semana desde mi cumpleaños y de haber terminado con Christian, para suerte nos llevábamos super bien, como si todo aquel embrollo en el que estuvimos metidos jamás hubiese pasado. Todo marchaba de maravilla, Maya y yo habíamos vuelto a ser amigas, Aitana seguía siendo... la mejor amiga de la existencia. Pero había algo que me tenia un poco nerviosa, ese día conocería a Gabriel, el chico catalán del grupo de lectores, y también, el chico que vivía en el mismo condado que yo. Jamás había escuchado de él, nunca lo había visto, no sabia de su existencia, lo cual le parecía raro a Aitana dado que decía ser muy popular en el condado. Pero para mi era normal no saber de él, de hecho, de casi nadie, nunca salía de mi casa, y si salía era con Aitana y no socializaba con nadie más. Las pocas personas que conocía eran porque estudiaban en el mismo centro que yo.
· ¡Hey! ¿Puedo llegar a las cuatro?
Inmediatamente al recibir el mensaje, decido abrirlo, pero el nerviosismo no me dejaba responder.
- Oye, cariño. Iré al centro a comprar unas cosas para la cena, tus abuelos vendan a comer hoy ¿vienes conmigo? – es mi mamá quien a la vez abre sin avisar y entrar a mi habitación (como es de costumbre)
- ¡MAMÁ! No hagas eso ¿y si estuviese desnuda?
- Tranquila, no es algo que no haya visto antes. ¿Entonces... vienes?
- No, no iré. De hecho, quería comentarte que vendrá un amigo a verme. En media hora estará aquí.
- De acuerdo, no hay problema. ¿Es confiable? – no sabia que responder, pero si le decía que era la primera vez que lo veía no me dejaría recibirlo.
- ¡Claro! Es muy amigo mío y de Aitana, hace un tiempo que no lo veo y por eso vendrá a visitarme.
- Bueno, igual no me tardaré mucho. Nos vemos luego.
- Bye! Me traes algo. – grito sin saber si ya había salido de la casa.
Vuelvo a ver el reloj, y faltaban veinte minutos para que Gabriel llegara, pero inmediatamente recuerdo que no le he respondido su mensaje.
· ¡Hey! Claro, me parece bien. Te espero a esa hora. ¿Sabes cómo llegar, O te envío mi ubicación?
Diez minutos después recibo su respuesta.
· "Tranquila, se donde vives. Te he visto afuera de tu casa varias veces con Aitana."
Eso me ponía más nerviosa, él ya me había visto y "varias veces".
Bajo hacia la sala para corroborar el orden, y había muchas cosas que no estaban "bien". Mis hermanos habían dejado su equipo de deporte regado por todo el lugar, inmediatamente decido limpiar; pero sin antes ver la hora, faltaban diez minutos para las cuatro.
Fui muy impecable a la hora de ordenar, no quería dar una mala "primera impresión" aunque... ¿por qué quería impresionarlo? Veo el reloj nuevamente y ya habían pasado cinco minutos de las cuatro, seguro ya no tardaría en llegar. Subo rápidamente a mi habitación para verme en el espejo y estaba hecha un desastre, peino ligeramente mi cabello en una cola de caballo y limpiar mi rostro con una toalla húmeda. Y no me gusta lo que veo, no me sentía cómoda en cómo me veía, aun me sentía sudada por todo el ejercicio que había hecho guardando las cosas de mis hermanos, y no estaba lo suficientemente femenina. Pero deje de darle tantas vueltas, no tenía una razón para tratar de verme bonita, y seguramente faltaba poco tiempo para que el llegara. Decido revisar nuevamente mi bandeja de mensajes y aun no hay nada de él, eran las cuatro con veinte minutos. Mis inseguridades empiezan a invadir con compañía de mi ansiedad ¿me dejó plantada? ¿ya no vendrá? ¿o tal vez le pasó algo? ¿y si le escribo para preguntarle? ¡NO! Por supuesto que no, me sentiría muy intensa si le escribo.
Eran las cuatro con treinta minutos cuando llega un mensaje.
· "Ya estoy afuera"
Mi corazón late a mil por hora, no sabia que hacer ni reaccionar, el mensaje aun no lo podía procesar. Pero decido esperar unos minutos para que no pensara que estaba pendiente de sus mensajes.
A los tres minutos de estar caminando de un lado para otro, decido salir para encontrarme con "el chico catalán", con Gabriel.
- ¡Hola! Que genial poder conocerte en persona al fin. – dice bajándose de su automóvil con una sonrisa, con una muy linda sonrisa. ¿Perdón, que...?