Cuando tenía 5 años, vivía en el centro de la ciudad con mis papás, y mi hermano menor, recuerdo que todo era amor, sonrisas, felicidad y amor, como en las películas, en ese entonces amaba mi vida y mi familia, creía que todo era perfecto hasta que... mi mamá anunció que habría un miembro más.
La verdad que no me molestaba tener un hermano o hermana más, me alegraba, tendría a alguien más con quien compartir experiencias, secretos y todo eso que hacen los hermanos. Cuando mi hermana nació, a los dos meses después mi papá decide irse del país, y fue ahí donde mi vida cambió totalmente.
Es donde empiezas a ser criada por una madre soltera, católica, con malas experiencias en lo que al amor se refiere, y mentalidad de una persona del siglo pasado, junto con tus dos hermanos menores, a los que te dicen que tienes la responsabilidad de cuidar y dar ejemplo con tus acciones.
Al año después nos mudamos mis hermanos, mamá y yo a un lugar alejado de la civilización, me gustaba el lugar, no era lo mismo que mi anterior casa, pero era bonito, rodeado de árboles, y con un frio que te cala hasta los huesos, pero te es agradable. Así que a la semana de habernos instalado en nuestra nueva casa, mi mama decide irnos a inscribir a mi hermano y a mí a nuestro nuevo colegio, la gran sorpresa fue que era un colegio y Orfanatorio católico, y la idea de estudiar precisamente ahí no me emocionaba del todo, solo el saber que era mi primer año de primaria, e imaginarme que ya era una niña "grande", me impulsaba a ir.
Un día la regresar del colegio, encontré a mi mamá viendo sus típicas novelas de amor, justo en ese momento pasaba una escena sexual, esas escenas que no pasa de besos intensos con tocaditas de cuerpo por ahí y allá. Mi mamá se dio cuenta que yo estaba ahí, con su reacción escandalosa me echa de la sala, así que salgo corriendo hacia mi habitacion, y al llegar noto que mi zona más sensible está palpitando, y yo de asustada cruzo mi piernas con fuerza, y eso hizo que el estímulo se hiciera más grande, y fue ahí donde empezó todo, donde la curiosidad por descubrir un mundo donde no tienes ni la más mínima idea de lo que es y despierta sensaciones en ti.
Al siguiente día da la casualidad que empieza la unidad llamada "REPRODUCCIÓN HUMANA", y me parecía raro ya que "como iba a ser posible que un colegio muy conservador fuera a tocar tal tema", pero decidí no darle mucha importancia, porque hablarían de un tema que me carcomía por dentro, y necesitaba saciar aquella curiosidad. Cuando empezó la clase, trataba de poner la mayor atención posible, aunque resultaba un poco difícil, y no era porque yo no quisiera, sino que por la "inocencia" de mis compañeros de siete años, que hacían ruido al escuchar a la profesora tocar aquel tema, y su nerviosismo me causaba gracia, lo que para ellos resultaba un poco perturbador, para mí era llenarme del conocimiento que tanto quise poseer, y me provocaba placer el escuchar y ver las imágenes en aquel libro infantil sobre educación sexual, y como han quedado plasmadas en mi memoria para nunca desaparecer.
Y así fue mi infancia por muchos años, siempre sabía que el tema de la sexualidad seria tocado en la penúltima unidad del año, y exactamente fue así desde el primer año, hasta el último de primaria, me fascinaba esperar tal época del año, solo para poder recibir esa información, aunque siempre daban los mismos datos, como "los órganos reproductores masculino y femenino son los encargados de crear nuevas vidas por medio de las relaciones sexo genitales, etc." Solo los términos cambiaban al momento de impartir la clase, pero nunca te aclaraban lo que es una "relación sexual", y eso provocaba que aquella curiosidad de años creciera aún más.
Cuando cursaba el último año de primaria, aun siendo una niña, aquel tema ya había sido obsoleto para mí, porque esa sensación que había despertado mi curiosidad, había desaparecido, (o eso creía) y en el colegio nos habían empezado a hablar a nosotras las niñas sobre el desarrollo de nuestro cuerpo, todos los cuidados que aquello implicaba, junto con la precauciones, pero no solo ahí me hablaban del tema, también mi mamá por las tardes se tomaba la tarea de orientarme sobre lo que sería "convertirme en una señorita", hablar sobre eso con ella me provocaba incomodidad, y a ella también, aunque no lo dijera, yo lo notaba, pero como ella quería ser "madre preventiva", antes que una "abuela joven" justo cuando su hija mayor estaba a punto de entrar a secundaria, y ella no tenía absolutamente nada de ganas ni siquiera de tener novio, trataba de todas las maneras posibles de lavarme la cabeza haciéndome creer que los hombre y todo lo que implica estar cerca de ellos, sería "el peor error" que pudieras hacer, y desgraciadamente lo logró.
Y a mis recién cumplidos 13 años, nos mudamos a un pueblo que suponía que yo conocía de mucho antes pero en realidad yo no tenía ni la más mínima idea sobre ese lugar, y era una tortura mudarme ahí, porque había abandonado mi vida, mis amigos, mis sitios preferidos de aquella casa y muchos recuerdos de infancia, y tener que acostumbrarme a un nuevo clima, con nuevas personas con creencias totalmente diferentes a las mías, era lo que más me molestaba de aquella mudanza, pero en ese año mis papás se habían divorciado totalmente, así que decidí dejar por un lado ese desagrado por tal de no suponer otro martirio para mi madre, suficiente tenía con cuidar y educar a dos niños y una puberta irritada.
- Paulette, cariño, sé que no es de tu agrado que vivamos acá, pero te acostumbrarás, sé que luego te gustará, te enamorarás del lugar.
- Tranquila mamá, no te preocupes por mí, tratemos de ser felices en este nuevo lugar, creo que lo merecemos.
- Te amo, gracias por ser comprensiva.
- Te amo más, mamá.
Es difícil ser la hermana mayor, la que transmite fuerza y valentía ante sus hermanos y su madre, la que recientemente ha pasado por un divorcio algo duro, y dejar a un lado todo lo que te molesta, o lo que quieres, por tal de complacerla y hacerla feliz, cuando en realidad eso no depende de ti.