Estábamos a finales de octubre, a pocos días de decirle ADIÓS a secundaria, eran pocos los preparativos que hacían falta. La ansiedad, felicidad y tristeza eran notorios en todos, eran tres años que habíamos convivido, tres años que quedarían en el recuerdo, con muchas experiencias buenas y malas.
La amistad con Adam se había fortalecido, nos llevábamos muy bien, de hecho, cumplió lo que dijo el día que empezamos a hablar, varias veces me llevó a mi casa, se despedía y se marchaba. Se empezaron a crear comentarios sobre que él y yo teníamos una relación amorosa, pero ambos lo negábamos (aunque yo deseara que no), pero con el tiempo se dieron cuenta que no era así, una porque actuaba conmigo diferente a como lo hacía con las demás, y otra porque había besado a medio instituto, menos a mí.
Se llega la celebración del ultimo día de clases en secundaria, era de noche, había música, bebida, mucha pero mucha comida, luces por todos lados, y lo más importante, los de último año de secundaria, esa sería la mejor noche. Cuando empieza el baile, yo estaba sentada en la equina, como siempre, me gustaba el hecho de que nadie supiera que yo me encontraba, creía que ser invisible era como un don. En ese momento veo a Adam entrar, era el más guapo del lugar, me sentía hipnotizada, como polìa a la luz, era mi imán, y por estar absorta en mis pensamientos, no me di cuenta que estaba justo en frente de mi.
- Wow! Paulette, casi no te reconozco, te ves muy hermosa.
- Em... Gracia, Adam. Tu también te ves bien.
Estaba conteniendo la respiración involuntariamente. Y no sabía cómo responder a su generoso cumplido.
- ¿Qué haces aquí tan sola? Deberías estar en la pista bailando, se que te gusta mucho.
- Bueno, si me encanta, pero prefiero estar sentada, sin que nadie note mi presencia.
- No seas así, Paulette. Es nuestra última noche como chicos de secundaria, disfrútala al máximo, cuando estés en carrera te arrepentirás, te lo aseguro.
- Ja! Seguro que si! – respondo sarcástica
- Ven, vamos a bailar, no permitiré que pases tus últimos momentos de esa manera, lo disfrutarás, y será conmigo.
Me toma de la mano y me arrastra hasta la pista de baile, ya en el centro, coloca mi mano en su hombro, con su otra mano toma mi cintura y empezamos a movernos, al principio me parecía divertido el que Adam tratara que fuera una noche inolvidable, pero conforme la música pasaba de una buena salsa a una clásica romántica, la tensión se sentía entre los dos.
- Oye, si quieres podemos irnos a sentar. – sugiero
- Acaso no quieres bailar conmigo?
- No, no es eso, lo digo porque pensé que te podía incomodar bailar conmigo esa música.
- No me incomoda.
Me toma con más fuerza y seguimos bailando.
- No has entendido nada aun, cierto?
- A que te refieres?
- Sabes, eres tan inteligente e ingenua a la vez
- Por qué me dices eso?
- Por Dios, Paulette. Me gustas, y he tratado de demostrártelo pero parece no importarte.
- Un momento...!
Que estaba pasando? Que acababa de decirme? Mi mente empieza a dar vueltas, no entendía nada.
- Estas diciendo que te gusto... como amiga?
- No sé si reírme o enfurecer. Me gustas de gustar, como te gusta alguien por su forma de ser, por su físico, por su dulzura, inteligencia e ingenuidad. Me gustas como para besarte.
Hoy si, agárrenme que me desmayo.
- Ven, sígueme. Vamos afuera.
Me vuelve a tomar de la mano y caminamos hacia la salida. No podía sentir mis piernas, ni siquiera sabía cómo caminaba. ¿Así era caminar en las nubes?
Ya estando fuera, quedamos en medio jardín, los dos viéndonos a los ojos, tratando de recuperar un poco de aliento. Cuando nuestra respiración se normalizo, toma mi rostro entre sus manos, y posa sus labios sobre los míos. Y todas la preguntas de ¿Cómo se siente tener labios sobre los tuyos? Se estaban respondiendo. A mis 16 años, a punto de entrar a preparatoria, estaba dando mi primer beso. Pero esperen... ahora que hago? Tengo que mover los labios? Los dejo así? Abro la boca? Será que lo está disfrutando? Nos separamos, el ve mis ojos luego mis labios con una cara de espanto. GENIAL! Había dado mi primer beso y lo había hecho inolvidable, pero por lo mal que lo había hecho.
- Estas bien? – pregunta Adam.
- Si – podría dar una respuesta más simple?
- No te ha gustado?
Pues aparte de lo incomodo, fue el mejor primer beso, y no podía creer que había pasado.
- Si, es solo que...
- Es tu primer beso
Lo sabía??? O lo había notado?
- Como lo sabías?
- No lo sabía, lo he notado por cómo te has puesto de tensa y también de cómo te sorprendiste.
- Pues si, así es, ha sido mi primer beso.
- Esperabas que fuera así?
- Pues no, pero me ha gustado.
- Lo siendo Pau, pensé que ya lo habías dado.
Se arrepentía de haberme besado?
- No, tranquilo. No pasa nada, ya era hora, cierto?
- No, no lo era, tu tenias que haber decidido cuando, no yo.
Algo no iba bien, en serio se arrepentía. Mi corazón se comenzaba a romper, no podía ser así mi primer beso.
Un momento... pero que estaba diciendo? Eso no me podía pasar a mí, eso solo le pasa a las niñas bobas que entregaban su corazón, y ese no era mi caso. Cuando dos de los tres hombres más importantes de mi vida me habían dejado y uno para nunca más volver, me prometí jamás volver a derramar lagrimas por otro hombre que no fuera por ellos. Así que aunque mis ojos me reclamaran porque no los dejaba todo sacar aquello que estaban reprimiendo, respire hondo y con toda tranquilidad decido reaccionar.
- Creo que debo irme, es tarde, me siento cansada
- Quieres que te acompañe a tu casa?
- No, se donde es.
Y sin más, doy la vuelta y empiezo a caminar hacia mi casa, no voltee, ya no quería saber más sobre aquello que había pasado en aquel jardín, aunque sabia que ese recuerdo jamás se iría de mi memoria.
Al llegar a mi casa, más tranquila por todo lo que pude pensar y analizar en el recorrido del instituto hacia ahí, empecé a creer que jamás volvería a ver a Adam y así sería más fácil olvidar todo aquel disgusto, el tal vez se iría a otro estado, mientras que yo seguiría los años de preparatoria en el mismo pueblo. Todo mejoraría, o al menos eso creía.