CAPITULO #11:

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Al llegar la hora de salida, Christian me está esperando fuera. Por un momento pensé que tal vez no nos reuniríamos el día de hoy para acordar nuestra cita, (junta de trabajo). Apenas cruzamos la mirada dos veces en todo el día de clases, tal vez había perdido el interés en mi por lo que le había dicho anoche en la llamada.

- Entonces... ¿te parece hoy a las dos en mi casa? - dice dando un paso hacia mi dirección.

- Si, me parece bien. ¿Llevo el libro?

- Si, claro. Dijiste que lo harías para que yo lo lea.

- Cierto. Te veo entonces en unas horas.

- Te veo luego, Paulette. – dice dando marcha atrás, dirigiéndose al área del autobús.

¿estaba molesto conmigo? No me había tratado mal, pero su forma de hablarme ya no era la misma, ni siquiera sonrió para despedirse. Aunque después de todo, ¿qué me importa a mí? Su estado emocional no tiene por qué influir en el mío, solo iré a su casa, empezaremos nuestra tarea, la terminaremos lo más rápido posible, expondremos sobre ello y ¡listo! Todo acabará, y ya no tendré por qué hablarle de nuevo. Porque eso era lo que quería, ¿cierto?

- ¡Hola preciosa! – dice Aitana en mi oído fingiendo voz masculina. – ¿te voy a dejar?

- ¡Si, vamos! – digo con entusiasmo.

- Te ha gustado el viaje, ¿eh? – dice arqueando su ceja y sacando una media sonrisa. – hoy subiré la velocidad.

- Por supuesto que no, si quieres ayudarme a superar mis miedos, tendrás que ir poco a poco, así que iremos a la misma velocidad. GRACIASSS!!! – suelto con mucho énfasis.

- Tranquila, miedosa. Vamos, allá tengo estacionada mi bella motocicleta.

Con Aitana empezamos a caminar hacia donde se encontraba aparcada su motocicleta, me da el casco y luego de que ella se ha subido, sigo yo subiéndome en la parte trasera. Arranca y emprendemos el camino con rumbo a mi casa. Debo admitir que lo he disfrutado mucho más que la primera, a pesar de la corta edad de Aitana para manejar una motocicleta, ella me brinda confianza y seguridad.

- Listo, hemos llegado – abro los ojos y veo que estamos enfrente de mi casa. – ¿traías tus ojos cerrados?

- Si, pero no por lo que piensas. Estaba disfrutando el viaje, y me gustaba la sensación del aire al rozar mi rostro, así que por eso los cerré.

- Me alegra mucho que haya sido así, Paulette.

- Si, te lo prometo. – digo con una sonrisa para parecer más convincente, en serio estaba hablando con la verdad.

- Oye, Paulette. Quiero decirte algo

- Si, ¿qué pasa, dime.?

- Se que no llevamos mucho tiempo siendo compañeras, mucho menos amigas, pero quiero que sepas que te considero una verdadera amiga y te tengo mucho cariño. – aquellas palabras tan profundas que había soltado Aitana me estaban llegando al corazón, yo también pensaba lo mismo.

- Me hace feliz escucharte decir eso, créeme que yo también siento que nuestra amistad ha llegado por un propósito.

- Bueno, bueno. Basta de tanta cursilería, ya vete a alistar porque tienes una cita. – guiña el ojo

- No es una cita, es una reunión de trabajo. - puntualizo

- ¿Pero si quisieras que lo fuera, cierto? – otra vez esa su media sonrisa y ceja levantada.

14Where stories live. Discover now