Los días continuaron, todo había cambiado, ya Trixie y yo habíamos acabado como enemigas, era incómodo saber que la que se había convertido en mi primera amiga en aquel lugar desconocido, ahora ninguna de las dos se quisiera ver, pero conforme pasaba el tiempo, se volvía una rutina, y ella un completa desconocida.
Cuando finalizaban las vacaciones de aquel año, la emoción se apoderaba de mí, empezaría mi penúltimo año de secundaria, pero había tomado la decisión de hacer un pequeño cambio, pedí mi traslado a la otra sección, la sección de los rebeldes, de los bulliciosos, los que hacían lo que querían. Lo vi como una oportunidad de cambiar mi personalidad, adiós niña sumisa, adiós a la sabelotodo, la que nunca habla, etc. Y empezó así, conociendo a las chicas líderes, las guapas, las que todos quieren, pero que en realidad son infelices por dentro, y ellas eran Maya, Paula, Kate y Dian.
- Hola, soy Maya, bienvenida a nuestro grado, es el mejor, te gustará.
- Qué tal? Soy Paulette, y gracias por la bienvenida
- Te presento a Paula, Kate y Dian.
- Hola chicas!
- Bienvenida, espero que te sientas muy bien acá. Seremos tus amigas- dice Paula
Todo parecía que marcharía bien, ellas me habían recibido cálidamente, así que... que podría pasar?
El año pasó volando, las nuevas compañeras, que ya no eran tan nuevas, se habían convertido en mis amigas, o eso creía, nos llevábamos muy bien dentro y fuera de clase, así que ya no esperaba más para volver a verlas cuando terminaran las vacaciones.
El día de regreso a clases, todas emocionadas contándonos como habían sido nuestras vacaciones, y parecía que las más aburridas eran las mías, y lo más novedoso era que todas habían regresado con novio, y que creen, ¡menos yo! Otra vez no, la presión volvía, ese mismo año cumpliría mis 16 y no había dado mi primer beso, mientras que ellas al salir sus novios las esperaban con un beso para luego irlas a dejar, y yo quedaba sola en la estación esperando que pasara el colectivo para llevarme a casa. Al llegar mi madre noto mi ánimo, ella me conoce a la perfección, así que decidí contarle lo que había pasado, y como había de esperar, su sermón empezó.
- Mira cariño, en un tiempo ellas terminaran con sus novios y estarán llorando, mientras que tu estarás bien emocionalmente y podrás ofrecerles tu apoyo.
- Y que te hace pensar que estoy bien emocionalmente? Me siento boba, ellas hablan sobre eso cuando yo ni siquiera sé cómo se ponen los labios para besar, es RIDICULO!- grito con desesperación.
- Haces mucho drama por algo simple, Paulette. Eres una niña, no es obligación que ya sepas todas esa cosas.
- Niña? En serio?
- Acaso te consideras ya una mujer adulta?
- No es eso, mamá. Simplemente es que me siento ridícula, pero olvídalo, no vale la pena ya seguir en eso, como dices, hago mucho drama.
- Solo vive lo que te toca, Paulette. Y verás que serás más feliz.
Sabía que mi madre tenía razón, pero esa sensación de ser una perdedora no se iba.
A medio año, ya estábamos planeando como seria nuestra graduación de secundaria, y como hacen todos, las típicas promesas de que nos volveremos a ver y no dejaremos que perder la amistad, así que Maya tuvo la grandiosa idea de hablar sobre todos los amoríos que hubieron durante esos tres años de Secundaria, la tortura empezó. Todos tenían más de dos o tres amores vivido que bien, o eran del instituto o no, y como iba a estar yo en esa lista? Si a los únicos chicos que conocía estaban en el mismo instituto y solo me hablaban para alguna tarea, así que preferí escuchar y reír sobre aquel tema, lo feo fue cuando llegó mi turno, y el novio de Maya, Parker, era el encargado de revelar todos los secretos amorosos.
