CAPITULO #8:

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Se había llegado el domingo, y como de costumbre en mi familia, era día de ir a la iglesia. Ya había pasado una semana de mi primer día de clases, una semana que había conocido a Aitana y empezado ese libro que a pesar que nunca había leído un libro completo, se convertía en mi favorito.

- Hey! Chicos, ya están listos? – grita mi madre bajo la escalera, lista para irnos a la iglesia.

- Ya vamos! – grito contestando por mí y mis hermanos.

- Ya es tarde, nos llamara la atención el sacerdote por llegar en plena misa.

- Acá estoy, lista! – digo corriendo hacia la puerta.

Salimos todos y nos subimos al Volkswagen amarillo huevo feo de mi madre, aunque ese tipo de carro siempre me había gustado, el color hacia que el gusto fuese menos. Y como siempre, mi madre en el volante, yo de su copiloto y mis hermanos atrás, "ventajas de ser hermana mayor". Mi madre era una persona de admirar, siempre supuse que mantener y educar a tres hijos no es algo fácil, menos cuando eres madre soltera, la amaba mucho, ver como se esmeraba porque tuviéramos lo que necesitáramos, y a la vez educarnos en la religión, no había domingo en el que no fuéramos a la iglesia, y si daba la casualidad que por alguna razón no podíamos, teníamos que hacer una oración y leer alguna parte de la biblia y comprender lo que Dios nos quería decir. Y eso hacía más complicado todo, porque la razón más fuerte por la cual yo reprimía mis intereses por "aquel tema" era eso, mi madre cuando tenía la oportunidad tenía que hablar conmigo sobre las desgracias que traía aquella práctica, incluso hubo un tiempo en el que llegue a sentir miedo, no quería decepcionar a Dios y a mi madre.

Llegamos a la iglesia, estaban las amigas de mi madre en la puerta, quería decir que aún no había empezado, mi madre se queda para platicar con ellas, mis hermanos se van con sus amigos y yo entro para apartar mi lugar en aquellas duras bancas, yo no tenía amigos en la iglesia, habían grupitos de chicos de mi edad, pero a mí no me agradaban, varias veces intentaron involucrarme en sus "grupos espirituales", pero conocía a algunos porque estudiaban en el mismo colegio que yo desde la secundaria, y sabia como eran de verdad, y en mi perspectiva eran todos unos hipócritas, así que no le encontraba sentido estar en grupos donde se supone que tienes que ser bondadoso, amistoso y todas esas cualidades que tienen los religiosos. La única razón por la que yo iba a la iglesia era porque de verdad me gustaba escuchar sobre Dios y la biblia, era como escuchar una historia, y en realidad eso era, y cada domingo era una diferente. Ya eran las nueve en punto, y todos los lectores junto con el Sacerdote estaban formados para empezar la misa, veo acercarse a mi madre y a mis hermanos a la banca donde yo estaba.

- Por qué no te fuiste con los chicos mientras empezaba? La gente piensa que eres antisocial. – dice mi madre con cierto tono de reclamo.

- Bueno, porque ninguno es mi amigo, y no tengo temas a tratar con ellos.

- Eres muy complicada, solo trata de ser amable.

- Con amable te refieres a ser Hipócrita?

- No, Paulette. Y será mejor que sigamos esta conversación en casa.

- No veo por qué, para mí ya he terminado.

Mi madre solo me hace una mirada asesina, diciendo "esto sigue", pero no le presto atención. Al terminar la misa, como siempre mi madre se va al área de comida junto con sus amigas, ellas están en el grupo de madres de la iglesia, y mis hermanos en el infantil, y a que no adivinan, yo no estoy en ninguno, y para ser sincera, las ganas de pertenecer a un grupo religioso casa vez se hacen menos, si solo ir de oyente a la iglesia considero un martirio por todas la reglas que me son impuestas, ahora como un integrante y un cargo seria aun peor, tus responsabilidades religiosas crecen.

14Where stories live. Discover now