¡Madre del amor hermoso!

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Pov Piper





La Universidad Briar está a ocho kilómetros de la ciudad de Hastings,Massachusetts, que tiene una calle principal y solo unas veinte tiendas yrestaurantes. El pueblo es tan minúsculo que es un milagro que hayaconseguido un trabajo a media jornada allí, y le doy gracias a mi buenaestrella todos los días porque la mayoría de los estudiantes se ven obligadosa hacerse la hora en coche hasta Boston si quieren trabajar durante el añoescolar. Para mí, son diez minutos en autobús o cinco minutos en cochehasta llegar a Della, el restaurante en el que he trabajado de camarera desdeel primer año.Esta noche tengo suerte y consigo ir en coche. Tengo un acuerdo conTracy, una de las chicas que vive en la misma planta que yo. Me deja usarsu coche cada vez que no lo necesita si yo se lo devuelvo con el depósitolleno. Es un trato ideal, especialmente en invierno, cuando toda la zona seconvierte en una pista de patinaje cubierta de nieve.Mi trabajo no me gusta especialmente, pero tampoco lo odio. Pagan bieny está cerca de la uni, así que, la verdad, no me puedo quejar.Borra eso: esta noche sin duda me puedo quejar. Treinta minutos antes deque termine mi turno, aparece Alex vause en una de mis mesas.En serio.¿Este chica nunca se da por vencido?No tengo ganas de ir ahí a servirle, pero no tengo muchas opciones. Lisa,la otra camarera de mi turno, está ocupada atendiendo a un grupo deprofesores de la facultad en una mesa al otro lado del salón y mi jefa, Della,está detrás de la barra de formica azul celeste repartiendo porciones de tartade nuez pecana a tres chicas de primero que están sentadas en los altostaburetes giratorios.Tenso mi mandíbula y me dirijo hacia donde está Alex. No disimulo enabsoluto mi descontento cuando me encuentro con sus centelleantes ojos verdes. Se pasa la mano por el pelo oscuro y muestra una sonrisa demedio lado.

 —Hola, Piper. Qué coincidencia encontrarte aquí.

 —Sí, una gran coincidencia —murmuro, sacando mi libreta del bolsillodel delantal—. 

¿Qué te apetece?—Una profesora particular.

 —Lo siento, eso no está en el menú. —Sonrío con dulzura—. Pero lo quesí tenemos es una deliciosa tarta de nuez pecana. 

—¿Sabes lo que hice anoche? —dice, sin responder al sarcasmo. 

—Sí. Me acosaste con mensajes de textos.Resopla. 

—Antes de eso, quiero decir.Hago como que reflexiono.—Eh... ¿enrollarte con una animadora? No, te enrollaste con las chicasdel equipo de hockey. No, espera, que probablemente no sean losuficientemente tontas para ti. Me quedo con mi suposición original:animadora.—En realidad, con una chica de la hermandad  —dice engreída —. Pero lo que digo es lo que hice antes de eso. —Eleva una ceja oscura—.Pero estoy muy intrigada por tu interés en mi vida sexual. Te puedo dar másdetalles en otro momento si quieres.

 —No quiero.

 —En otra ocasión —dice en un tono despectivo, cruzando las manossobre el mantel a cuadros azules y blancos.Tiene unas manos grandes con dedos largos y uñas cortas, y los nudillosestán un poco rojos y agrietados. Me pregunto si habrá estado metida enuna pelea hace poco, pero luego caigo en que los nudillos reventados sonprobablemente una cosa normal de los jugadores de hockey. 

—Ayer fui al grupo de estudio —me informa—. Había otras ochopersonas allí, ¿y sabes cuál era la nota más alta en el grupo? —Suelta larespuesta antes de que pueda aventurarme a decir una respuesta. Un 6. Ynuestra nota media combinándolas todas era un 5. ¿Cómo se supone quevoy a aprobar ese examen si estoy estudiando con personas que son tantontas como yo? TE NECESITO, Chappy.¿Chappy? ¿Eso es un apodo? ¿Y cómo narices sabe que mi apellido esChapman? Nunca se lo he dicho. ¡Ahhhh! La dichosa hoja de inscripción.Alex se da cuenta de mi mirada sorprendida y levanta las cejas denuevo.

PROHIBIDO ENAMORARSE - VAUSEMAN -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora