Estoy Rota

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Me despierto en brazos de Alex Vause por segunda vez en dos semanas. Pero esta vez…, esta vez quiero estar ahí. Ayer por la noche sucedieron una serie de experiencias reveladoras. Bebí en público sin tener un ataque de pánico. Me vi obligada a aceptar que la violación me ha jodido mucho más de lo que me permito admitir. Y decidí que Alex es la respuesta a todos mis problemas.

Mi intento de seducción puede haber fallado, pero no fue por falta de deseo por parte de Alex. Sé exactamente lo que le pasó por la cabeza:
«Piper está borracha y no está pensando con claridad». Pero se equivoca. Mi cerebro estaba absolutamente despejado. Besé a Alex porque quería hacerlo. Me habría acostado con ella porque quería hacerlo. Ahora, a la luz del día, sigo queriendo. Ver a Larry me dejó con una
sensación de miedo e incertidumbre. Me hizo cuestionarme qué pasaría si empiezo una relación con Stella. Me hizo preguntarme si eso no abriría una puerta a más frustración y decepción en mi vida.

Sé que suena a una locura, pero un test con Alex podría ser justo lo que necesito para resolver mis problemas. ella mismo lo dijo: no sale con chicas, se acuesta con ellas. No hay riesgo de que se enamore de mí o de que me
exija una relación. Y no es que no haya química entre nosotras. Hay tanta que podríamos perfectamente servir de inspiración para una canción de R & B. Sería un plan perfecto: yo podría acostarme con una chica sin sentirme
ahogada por la presión de estar en una relación. Con Larry, mis problemas sexuales se hicieron cien veces peor justo por esa presión, porque la parte del sexo estaba entremezclada con la parte del amor. Con Alex, puede ser solo sexo. Puedo intentar juntar de nuevo las
piezas de mi sexualidad sin preocuparme de poder decepcionar a alguien a quien quiero.
Pero primero, necesito que esté de acuerdo con el plan.

—Alex —murmuro.
Ella no se mueve.

Yo me arrimo a su cuerpo aún más y le acaricio la mejilla. Sus párpados se mueven, pero no se despierta.

—Alex —digo de nuevo.
—¿Mmmmfhrhghd?

Su galimatías me hace sonreír. Me inclino sobre ella y presiono mis labios contra los suyos.
Sus ojos se abren.

—Buenos días —digo con inocencia.
Parpadea rápidamente.
—¿Acabo de soñarlo o acabas de darme un beso? —pregunta aturdida.
—No lo has soñado.
La confusión empaña sus ojos, pero cada vez va estando más alerta.
—¿Por qué?
—Porque me apetece. —Me siento y cojo aire—. ¿Estás cien por cien despierta? Porque hay algo muy importante que tengo que preguntarte.
Un enorme bostezo eclipsa su rostro mientras se coloca en posición vertical. El edredón cae hasta la cintura, sus pechos en ese top negro aparece y mi boca se seca de inmediato.

—¿Qué pasa? —dice con voz ronca medio dormida.

No existe manera en el mundo de expresar lo que voy a decir sin parecer desesperada y patética, así que simplemente dejo escapar las palabras para que se queden colgando en el aire.

—¿Te quieres acostar conmigo?

Después de la pausa más larga que uno se pueda imaginar, Alex arruga la frente.

—¿Ahora?

A pesar de que la vergüenza me estruja el estómago, no puedo parar la risa que me sale

—Mmm, no. Ahora no. —Llámame superficial, pero me niego a mantener relaciones sexuales con alguien si tengo aliento mañanero, la
mente poco despejada y no me he depilado las zonas oportunas—. Pero, ¿tal vez esta noche?
La expresión de Alex es como La rueda de la fortuna en pleno giro; pasa de estado de shock a incredulidad y después a perplejidad; sigue
avanzando a intriga antes de, finalmente, quedarse parada en sospecha.

PROHIBIDO ENAMORARSE - VAUSEMAN -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora