¿Por qué hace tanto calor aquí?

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Piper está como una cuba. No solo eso, sino que además se niega a volver a casa. Es la una de la mañana y la fiesta se ha trasladado del bar a mi casa, y no importa lo mucho que lo intente, me resulta imposible convencer a Piper de que se retire por hoy. Empieza a ser absolutamente esencial que Piper vuelva a su residencia.

Mi salón está lleno de conejitas, y todos sin
excepción tienen por lo menos un 8 en mi escala de borrachera: veloces en su camino a mandar la inhibición a tomar viento y cometiendo algunos errores garrafales.
Danny acaba de arrastrar a una Piper muerta de la risa al centro del salón y los dos han empezado a bailar el Baby, I Like It Raw de ODB, que sale de los altavoces a todo volumen.
Piper no se movía de forma sugerente mientras cantaba Lady Gaga en el karaoke del bar, pero todo ha cambiado. Ahora se mueve sexy de muerte lenta.

Ha pasado de la «Miley Cyrus del Disney Channel» al modo «zorrón total Miley» y es sin duda el momento adecuado para parar esto de raíz antes de que llegue al modo «¡hagamos un vídeo acostándonos, Miley!». Bueno, Miley nunca se ha hecho un vídeo manteniendo relaciones, ¿no? Joder, ¿se me ha ido la olla o qué? Por supuesto que sí.

Voy directo hasta donde están Piper y Danny, les separo con fuerza sujetando con firmeza el hombro de Piper.

—Necesito hablar contigo —le grito encima de la música.
Ella pone mala cara.
—¡Estoy bailando!
—Estamos bailando —añade Danny.
Le lanzo una mirada muy seria a mi compañera de equipo. —Baila con otra persona —concluyo.

Como si hubiera hecho una señal, una chica dispuesta a bailar con ella se acerca cual aparición y tira de Dan hacia sus brazos. Danny se olvida de inmediato de Piper, lo que me permite arrastrarla fuera del salón sin más
objeciones. Le rodeo el brazo con mi mano y la dirijo al piso de arriba; no la suelto hasta que estamos en la tranquila seguridad de mi dormitorio.

—La fiesta se ha acabado —anuncio.
—Pero me lo estoy pasando genial —se queja.
—Sé que es así. —Cruzo los brazos—. Te lo estás pasando DEMASIADO genial.
—Eres mala. —Con un suspiro exagerado, Piper se acuesta en la cama y cae sobre su espalda—. Tengo sueño. Sonrío.
—Vamos, te llevo a tu residencia.
—No quiero ir. —Extiende los brazos y las piernas y empieza a hacer un ángel de nieve en mi cama—. Tu cama es tan grande y cómoda.
Después sus párpados aletean hasta que se cierran y se queda quieta. Otro profundo suspiro se escapa de sus labios. Reprimo un gemido cuando me doy cuenta de que está a solo unos segundos de quedarse dormida, pero luego decido que es mejor que la deje dormir aquí esta noche y la lleve a su casa por la mañana. Porque si yo la llevo a casa y se anima otra vez, no estaré allí para asegurarme de que no se mete en algún lío.

—Vale —digo asintiendo una vez con la cabeza—. Quédate aquí a dormir la mona, Cenicienta.
Ella resopla.
—¿Eso te hace mi príncipe?
—Exacto. —Me meto en el baño y rebusco en el armario donde guardo las medicinas hasta que encuentro ibuprofeno. Después lleno un vaso con agua y regreso a la cama; me siento en el borde y obligo a Piper a sentarse—. Tómate dos de estas y bébete el agua —ordeno, poniendo dos pastillas en la palma de su mano—.Créeme, mañana por la mañana me lo agradecerás.

Meter pastillas y agua en la garganta de otra persona no es nada nuevo para mí. Lo hago a menudo con mis compañeras de equipo. Especialmente con Danny, que lleva el tema de pillarse borracheras a un nivel completamente
diferente, y no solo en su cumpleaños. Piper sigue obedientemente mis instrucciones antes de caer sobre el colchón de nuevo.
—Buena chica.
—Tengo calor —murmura—. ¿Por qué hace tanto calor aquí?

Mi corazón deja de latir, literalmente, cuando empieza a quitarse los leggings tumbada.
La prenda se engancha en sus rodillas, provocando que suelte un fuerte gemido.

PROHIBIDO ENAMORARSE - VAUSEMAN -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora