¿En qué estás pensando, Chappy?

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MARATÓN (3/3)










Nunca me he hecho una paja delante de una chica. A ver, sí que me he tocado un poco antes de poner mi polla en un lugar más deseable que mi mano, pero ¿tocarme de principio a fin? Es la primera vez que lo hago. Y estoy nerviosa.
Pero también estaría mintiendo si dijera que no estoy caliente a más no poder.No puedo creer que Piper esté tumbada desnuda en mi cama. Está increíblemente buena. Su cuerpo es suave y tiene curvas en todos los lugares donde tienen que estar. Sus pechos son la perfección absoluta, redondos y firmes, y están rematados con unos pezones de color rosa rojizo. Mi mirada se dirige a la estrecha franja de pelo que hay entre sus piernas y me muero de ganas de que las abra. Quiero ver cada centímetro de
su cuerpo. Pero no quiero parecer una pervertida y no quiero asustarla, así que
mantengo la boca cerrada. Estoy dura como una roca, mi polla palpita en mi mano mientras intento no comerme con los ojos a la chica sexy que está desnuda en mi cama.
—No estás hablando —me acusa con tono provocador y nervioso al mismo tiempo.
—No quiero asustarte —le digo con voz ronca.
—Niña, estás de pie desnuda delante de mí con la polla en la mano. Si eso no me asusta, no creo que lo que vayas a decir lo haga.
Tiene razón. Y puf, mi polla se estremece del hormigueo que provoca cuando me llama niña. De hecho, cada palabra que sale de su boca me
pone más caliente.
—Abre las piernas —le digo—. Quiero verte.
Ella duda. Pero entonces lo hace y mi respiración se sale de mis pulmones. Es la
pura perfección, joder. De color rosa y bonito y brillante y perfecto.

Me voy a correr demasiado rápido. Es un hecho. Pero hago lo imposible por prolongar lo inevitable. Me toco a un tempo muy lento, evitando ejercer presión en la punta de mi polla, ignorando el punto especial debajo de ella.
—Enséñame qué harías si yo no estuviera aquí —murmuro—. Enséñame cómo te tocas.
Sus mejillas cambian al color rosa más dulce del mundo. Sus labios se separan, solo un poco, pero lo suficiente como para poder, si apretara mi boca sobre la suya, meterle mi lengua entre la línea carnosa y llenarme de su sabor. Me muero por darle un beso, pero resisto a la tentación. Este momento es demasiado delicado como para arriesgarme a que entre en
pánico de nuevo. Muy lentamente, Piper lleva su mano entre sus piernas. Una ola de placer me hace estremecer.

—Eso es, Chappy. Tócate...

Un dedo roza su clítoris. Lo frota. Mide la forma de tocarse, explora, se toma su tiempo para averiguar lo que le gusta. Yo me uno a su ritmo pausado. Mi cuerpo me implora descargar, pero
esto es demasiado importante como para estallar ahora. Literalmente estallar, porque estoy tan cerca de correrme que tengo que respirar por la nariz y apretar el culo para detener la explosión.

—¿Te gusta? —Mi voz suena baja y ahogada.
Piper asiente, sus ojos azules están abiertos como platos. Un ruido entrecortado se escapa de su boca, y de repente me imagino esa boca
rodeando mi polla y estoy peligrosamente cerca de perder el control. Paso a modo emergencia en mi paja y aprieto mi polla con suficiente fuerza como para sentir una sacudida de dolor.

Piper se frota aún más rápido, su otra mano acariciando su cuerpo hasta rodear su pecho. Se pellizca el pezón con dos dedos y yo reprimo un gruñido. Quiero chupar ese botón rugoso más de lo que quiero mi próxima respiración.

—¿En qué estás pensando, Chappy? —No solo hago la pregunta por su bien, también lo hago por el mío propio, porque necesito una distracción YA. Su mirada se queda fija en el movimiento perezoso de mi mano. —Estoy pensando en ti. Joder, no. No es ese tipo de distracción lo que necesito. Mis movimientos se vuelven más rápidos cuando mi mano adquiere vida propia. Hay una mujer desnuda en mi cama y no puedo follármela. No puedo porque esta noche no va de mí. Va de Piper.—Estoy pensando en lo sexy que eres —susurra—. Estoy pensando en lo mucho que quiero besarte otra vez. Casi me inclino hacia ella para darle lo que quiere, pero me aterra que el hechizo se rompa si lo hago..

—¿Qué más? —pregunto con voz ronca.
Su mano abandona su pecho y se desplaza sobre su vientre plano, hasta el borde de sus caderas. Dios, qué pequeña es. Probablemente podría abarcar el ancho de su cintura con las dos manos.

—Estoy pensando en tus dedos dentro de mí.
Estoy pensando exactamente lo mismo, pero me complazco a mí misma mirando SUS dedos. Empuja dos de ellos dentro de su coño, mientras que con la otra mano sigue jugando con el clítoris. Sus mejillas están ahora aún
más sonrojadas. Al igual que sus tetas.
Me doy cuenta de que está cerca y la satisfacción que me invade no se acerca a nada que haya experimentado antes. Yo soy quien le está provocando esto. No la estoy tocando, pero mi presencia la está poniendo caliente.
Bombeo mi polla, apretando el capullo en cada movimiento ascendente.
—Estoy cerca —le advierto.
—¿Sí?
—Supercerca. Tanto que no creo que pueda aguantar mucho más tiempo.
—A continuación maldigo en voz baja, porque puedo ver sus dedos mojados cada vez que los saca. Me estoy muriendo ahí mismo.
—Yo también. —Sus ojos se nublan de placer y convulsiona sin descanso en mi cama.
Las dos hacemos ruido. Yo gimo y ella gimotea y suspira. El aire es eléctrico y mi cuerpo está en llamas.
—Oh… Dios… —Jadea en busca de aire.
—Mírame —murmuro—. Mira lo que estás haciendo. Me toco más rápido y ella grita:

—¡Alex!

Piper se corre con mi nombre en los labios y yo me corro cuando lo oigo. El placer me embiste, manchando mi mano y mis abdominales. La
fuerza de mi liberación casi hace que pierda el equilibrio y me agarro con violencia a un lado del escritorio, sosteniéndome con fuerza mientas oleadas intermitentes rugen a través de mi cuerpo. Cuando caigo de nuevo a la Tierra, veo a Piper mirándome. Parece
aturdida y fascinada y sus pechos se elevan cuando busca oxígeno.
—Dios mío. —El asombro ocupa todo su rostro—. No me puedo creer…
Parpadeo y de repente hay una chica desnuda en mis brazos. Se lanza hacia mí, imperturbable pese al líquido que hay en mi abdomen y que ahora se adhiere a su piel.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y entierra su cara en el centro
de mi pecho.
—Me he corrido.
Ahogo una risa.
—Ya lo he visto.
—Me he corrido, y tú estabas aquí, y…
Levanta la cabeza y me mira con asombro.
hasta que estamos de pie cara a cara y tiene que estirar el cuello para mirarme a los ojos.

—Acostémonos —anuncia.

Y mi polla se pone dura otra vez. Ella se da cuenta y sus ojos se abren mientras mi erección aprieta su vientre. Y está claro que soy masoquista porque digo:
—No.
¡¿No?!
Es oficial. Me he vuelto loca.
—¿Qué quieres decir con eso de «no»? —exige.
Me mantengo firme a pesar de su visible decepción.
—Esta noche has dado un gran paso, pero creo que así es como tenemos que tratar la situación a partir de ahora. Poco a poco. —Trago saliva y me obligo a añadir—: Pasito a pasito.
Un brillo extraño cruza sus ojos.
—¿Qué pasa? —pregunto seria.
—Nada. Eso es justo lo que mi terapeuta utilizaba cuando me daba consejos. Pasito a pasito.Se queda en silencio durante un rato largo, y a continuación la más brillante de sus sonrisas llena su cara e ilumina la habitación. Es la primera vez que Piper me sonríe de esa manera; es una sonrisa que llega hasta sus
ojos y que provoca un nudo en mi corazón de lo más extraño.
—Eres una buena chica, Alex. ¿Lo sabías?
¿Una buena chica? Ya me gustaría. Joder, si pudiera leer mi mente y ver todas las imágenes pervertidas que están pasando de forma intermitente ahídentro, si supiese todas las cochinadas que quiero hacer con ella, probablemente se retractaría de esa declaración.

—Tengo mis días —respondo encogiéndome de hombros.

Su sonrisa se ensancha y una grieta en mi pecho se abre de par en par. En ese instante sé que me he metido en un lío. Accedí a ayudarla no solo porque soy su amiga, sino porque me encanta el sexo. Y cuando una mujer te pide mantener relaciones sexuales con ella y darle
un orgasmo, ni se le piensa. Uno dice: «¡claro que sí!» Bien, ya ha tenido un orgasmo. Lo ha conseguido. Y sé que me acostaré con ella. Lo sé. Pero en este momento, lo único que quiero es que esta chica me sonría otra vez.


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Fiiiiiin del Maratón
Espero lo hayan disfrutado de verdad no olviden votar y comentar quiero leer sus opiniones feliz noches niñas nos vemos en unos días ❤️😘😘😘😘

PROHIBIDO ENAMORARSE - VAUSEMAN -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora