Luego de varios desencadenamientos históricos, la humanidad volvió a sus antiguas normativas de gobierno:Rey, reinas, príncipes, condes, etc.
Ahora, en el siglo "XXX", un grupo de jóvenes de alto rango, son básicamente obligados a unirse por alianz...
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La señora parecía todo lo contrario a una abuela. Empezando porque lo único que delataba su edad eran algunos mechones blancos en su cabellera azabache y muy pocas líneas de expresión en su rostro; no le veía mucho parecido a Tobio puesto que este tenía más parentesco con su padre, pero sí podía notar un cierto aire con Miwa, la princesa.
Se dirigió a ambos jóvenes con pasos pesados y la Reina atrás de ella, siguiéndola. A Hinata le daba algo de miedo, pero cuando estuvo más cerca de ellos pudo notar su expresión relajarse y sonreír.
— ¡Mi querido Tobio! — le saludó llevando una de sus manos a la mejilla de su nieto apretando levemente — pero mira nada más cuanto ha crecido, siento una indignación terrible, solo me fui un año.
Shoyo reprimió una sonrisa notando la cara de su esposo ante los comentarios de su abuela y, la clara incomodidad que comenzaba a sentir en sus mejillas. Su expresión cambió completamente cuándo la mirada de la mujer se fijó en él, abriendo exageradamente los ojos y llevando ambas de sus manos a su cara.
— ¡Santo Cristo! — exclamó sin dejar de mirarlo — ¡¿Pero quién es este bello joven, Tobio?! No me digas que ya andas de Don Juan.. — su tono de voz era divertido, demasiado.
El azabache se sonrojó y le dedicó una fugaz mirada a Hinata, quien claramente esperaba una respuesta de su parte con una radiante sonrisa.
— Por supuesto que no, abuela — le respondió el príncipe —. Es mi esposo.
Si existía una emoción que pueda sobrepasar la sorpresa, sería la misma en el rostro de la señora — ¡María Teresa de Calcuta! ¡¿Esposo?!
El pelinaranja asintió calmadamente dando una pequeña reverencia — Un gusto, señora.. Hinata Shoyo — se presentó, pero automáticamente sintió la mirada en negación de la reina y corrigió: —. Kageyama Shoyo, legalmente.
— ¡Pero eres un sol! ¡Que esposo más precioso tienes, Tobio, efectivamente tienes suerte! — felicitó logrando que Hinata sonriera más ampliamente — ¿Y en dónde está mi querida Miwa? Ya no le debe faltar mucho para ascender al trono.
Tobio se tomó la pequeña molestia de responder — Es un internado lejos de aquí por su rebeldía, abuela.
La mujer frunció los labios — Disculpa querido, ¿qué dijiste?
— Lo que oíste, la enviaron a un internado lejos de aquí por negarse a la tradición — repitió al tiempo que se encogía de hombros.
Dirigió la mirada a su hija acusatoriamente — ¿Qué significa eso?
— Es un buen momento para que digas que amenazaron con exiliar a tu familia si no te casaba conmigo, Hinata — habló Tobio sin importancia.
— ¡¿Qué?!
— Pero por favor, abuela, no hagas tanto escándalo.. Hinata está en cinta y esas emociones no son buenas para el bebé. ¿Cierto, Hinata? — su mirada decía diversión pura y, parecía una cucharada de su propia medicina para la Reina.
