[Capítulo 8]

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— Así fue como los otros dos cerditos corrieron a la casa del tercero, la cual estaba hecha de ladrillos — relataba un azabache, con su boca pegada al plano vientre de su pareja —

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— Así fue como los otros dos cerditos corrieron a la casa del tercero, la cual estaba hecha de ladrillos — relataba un azabache, con su boca pegada al plano vientre de su pareja —. El lobo no se detuvo allí, inició el camino a la última casa de pie y repitió las misma palabras: "Soplaré y soplaré y la puerta derribaré". Al final no logró derribar la puerta por inepto y los tres cerditos se burlaron de él.

Hinata no pudo evitar reír suavemente, logrando que el de ojos azules desviara su vista a él y le sonriera de igual manera.

— ¿De qué te ríes, idiota? — preguntó Tobio, sin romper aquella mueca de sus labios.

— Creo que el cuento no va de esa manera — aclaró el menor, acariciando sutilmente las hebras azabaches de su esposo. Pudo notar como éste fruncía el ceño ante la declaración, soltando un bufido y recostando su cabeza en el estómago del más bajo.

— Da igual, sigue siendo una historia infantil — resopló.

Había pasado un mes desde que la guerra fue anunciada, en todo ese tiempo la preparación que hubo fue intensa. Desde la búsqueda de refugios, las armas, mover a los nobles y los planes de guerra fue algo que llevó dedicación.

La condición de Shoyo no había mejorado, pero tampoco empeorado;su embarazo seguía siendo de alto riesgo, y podía sufrir cualquier tipo de complicaciones durante el periodo sobrante. A Kageyama le alegraba como se mantenían las cosas por ahora, tomando un pequeño pasatiempo de relatar historias para el bebé que crecía en el interior del pelinaranja.

Aunque este último afirmaba que las mayorías de las veces, los cuentos del pelinegro no contaban con la línea argumental oficial.

— Falta muy poco para que tengan que ir al campo de guerra, ¿no es así? — preguntó Hinata rompiendo el silencio.

Por más que intentaran mantenerlo al margen de la situación no era un idiota y, en algunas ocasiones, oía contra cautela los avances del suceso.

Kageyama Suspiró, fijando sus ojos en los del más bajo y regalándole una sonrisa tranquila — Por lo visto una semana o menos.

El pelinaranja se mordió el interior de la mejilla fuertemente y se vio obligado a forzar la misma mueca del azabache — No mueras, ¿bien? No tengo idea de como explicarle eso a nuestro bebé.

— No deberás explicarle eso a Tobio Jr.

Hinata no pudo evitar fruncir el ceño al oír eso, ¿de verdad? Es que parecía una broma de mal gusto — ¿A quién?

El príncipe sonrió con una leve arrogancia — Si se parece a mí no está mal ese nombre, ¿no lo crees?

Parpadeó desconcertado por unos pequeños instantes, al notar con total claridad que su pareja estaba hablando en serio. Ocasionalmente, Hinata pensaba sobre cómo sería ese pequeño bebé que venía en camino, teniendo en mente aquella biología que derivaba a la Ley de Mendel y, donde solía preguntarse cuáles serían los genes dominantes; quizás los de Tobio.

Amor y Coronas (Haikyuu M-preg) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora