9.Tardanzas

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Ordené otra vez mis lapiceros, esta vez por orden desde el más gastado hasta el nuevo. Algo que entretuviera a mis manos mientras esperaba que llegara Max. Quité un par de pelusas de la cama y moví un par de almohadones de lugar. Debo confesarlo, me estaba poniendo nerviosa. Estaba a punto de meter mis uñas en la boca, por suerte a último minuto me recordé que era un hábito con el que no deseaba seguir y cambié la dirección de mi mano al lóbulo de mi oreja para frotarlo, así estaba mejor.

Max llegaba cinco minutos tarde, lo que para otros sería una tontería, pero en el caso del obsesionado con la puntualidad Donovan era algo de que preocuparse. Había revisado mi teléfono tres veces en los últimos minutos y seguía sin ningún mensaje suyo, pensé en llamarlo pero me vería demasiado tonta preguntándole porque llevaba cinco minutos de retraso. No, prefería esperar.

Me comencé a releer Casa de muñecas en lo que esperaba, confiaba en que no fuera por mucho tiempo. Esta obra, aunque pertenecía a la literatura universal y estaba muy bien escrita no era demasiado conocida por los jóvenes. Ni siquiera recuerdo como llegó a mis manos, nunca le había tenido demasiado aprecio a la literatura clásica en mi opinión era demasiado aburrida y con un lenguaje muy anglosajón, quizás era de mi madre y cuando se murió yo me quedé con él. Lo que sé es que es uno de mis libros favoritos. Para ser un clásico demuestra el feminismo, el empoderamiento femenino y el amor propio tan bien como lo haría una de las tantas novelas contemporáneas sobre el tema y aunque el final conlleva mucho debate, creo que fue lo mejor de toda la obra.

Miré mi reloj entre un capítulo y otro, quince minutos de retraso. Quizás si lo llamaba...bueno ¿y que le diría?, Oye, que llevas quince minutos tarde, tampoco era tanto tiempo, seguro se había liado con algo en su casa, esperaría un par de minutos más, debía estar al llegar.

Spoiler: No llegó.

Ni veinte minutos más tarde, ni treinta, ni cuando lo llamé pasada una hora. Ni siquiera respondió a mis mensajes preguntándole si estaba bien. Solo silencio, hasta las casi once de la noche, cuando estaba a punto de ir a dormir  me llegó un mensaje suyo.

«Perdón por no llegar, mañana a las tres en la cafetería Flavor, estaré ahí esta vez»

No se justificaba, solo pedía perdón y cambiaba la fecha de encuentro a mañana y en, según sabía, su lugar de trabajo. No me atreví a preguntar que le pasó o porque no podía ser en mi casa esta vez, solo acepté y me fui a dormir con la curiosidad creando posibles versiones del porqué.

(..)

Me gustaban mucho los sábados, prefería los viernes, pero los sábados tenían esta aura de ropa cómoda, montones de comida chatarra y películas desde la cama todo el día, que me atraía mucho. Tenía planeado que este fin de semana fuera así, vagueando todo el día lejos de la mirada acusadora de mi padre, tenía un largo viaje por delante hasta Italia y no regresaría hasta el lunes, eso y el paraíso deberían tener la misma significación en el diccionario. Lástima que Max haya propuesto, o más bien ordenado, trabajar hoy y arruinar mi perfectamente planeado día de no hacer nada.

Me comencé a preparar a las dos, yo no era un Max Donovan con obsesión a la puntualidad y necesitaba tiempo para prepararme si quería llegar a tiempo porque apostaba todo el dinero que tenía a que dentro de quince minutos estaría viendo vídeos de mis youtubers favoritos desde mi celular. Así que me duché y busqué unos pantaloncillos cortos color marfil un par de dedos por encima de la rodilla y una camiseta blanca con un panda bebé, muy adorable, en el centro que metí por dentro de la cinturilla de los pantaloncillos y unos simples tenis de belcro. Estaba haciendo demasiado calor como para dejar el cabello suelto así que me hice una coleta alta, solo un poco de brillo en los labios y delineado en los ojos y estaba lista veinte minutos antes. Tiempo suficiente para ver un vídeo o dos de una youtubers de la que me había vuelto adicta hacia poco y que hacia vídeos de viajes por todo el mundo.

Lo que era un vídeo o dos se convirtió en tres o cuatro y en el momento en que revisé la hora llevaba quince minutos de retraso y tenía una cosa clara en la cabeza, Max me mataría.

Cerré Youtube, tomé el llavero de la percha al lado de la puerta y bajé los escalones de dos en dos camino al garage. Solo esperaba que Max no se hubiera marchado aún.

Con las prisas por llegar rápido a la cafetería olvidé mencionarle a Olivia, la encargada de la casa y de mí durante los viajes de Elliot, que saldría así que mientras tomaba el volante con una mano, le mandaba una rápida nota de voz con mi teléfono en la otra. Esperaba que no se molestara por eso.

Llegué sudando a la pintoresca cafetería-bar. Aunque intenté pasar desapercibida, la campanita encima de la puerta avisó mi llegada a todas las personas en el lugar, incluido un rubio con muy mal humor que movía el pie en rápidos espasmos cerca de la barra. Estrujó los labios en una fina línea cuando me vio y movió su cabeza hacia la derecha antes de comenzar a caminar en esa dirección, suponía que debía seguirlo así que eso hice y me acomodé en la silla frente a una mesa redonda, con un mantel que parecía haber sido salpicado de muchos colores, y en el otro lado Max, su mal humor y su ordenador que no tardó en ocupar toda la mesa.

—Lo siento, lo siento mucho, perdí la noción del tiempo con esta youtuber nueva que tiene vídeos geniales, deberías buscarla, y no me fijé que

—Aunque estoy deseando seguir escuchandote hablar sobre temas irrelevantes, desearía poder terminar de una vez con esto y poder ir a mi casa—me silenció mientras encendía el ordenador y le daba un par de golpecitos. Preferí ignorar su sarcasmo y su mal humor perpetuo.

Tenía mucha sed así que pedí un zumo a una camarera, que miró con curiosidad a Max, y que me trajo la bebida al instante.

—¿Satisfecha?—preguntó alzando una de sus tupidas cejas, debería depilarselas, y yo asentí dejando mi vaso junto al ordenador. Antes de dejarlo me aseguré de vaciarlo completo, no sea que mi torpeza acabe con su ordenador—Creo que con un párrafo o dos estaría bien la conclusión.

«Tengo escrito esto, el amor propio, el creer en sí misma juega el papel principal en la obra, moviendo los hilos y permitiendo que la protagonista, Nora, abra sus ojos y, a pesar de la sociedad en la que vivía, se arriesgue a hacer escuchar su voz a pesar de que deja a sus hijos sin una madre

—Pero con la segunda persona en la que más confía para dejar a sus hijos, el padre. Y comparándola con otras obras de la literatura clásica como Emma de Jane Austen, la protagonista demuestra que aunque el amor propio es esencial, todo en exceso es malo, como es el caso de Emma. Con esta historia Nora nos muestra lo importante que es el amor a uno mismo y todo lo que se puede lograr con él—recité casi como si lo hubiera tenido preparado y sonreí al terminar y aunque Max no mostraba una sonrisa, sabia por su rostro más relajado que le habían agradado mis palabras.

—Bueno, eso es todo, Max ya está entrevistando a chicos de la escuela. Ahora solo tenemos que elegir el libro para el amor de amigos—Vaya, se resuelve un problema y aparece otro—y creo que ya tengo el perfecto para eso.

Proyecto Amor(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora