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ROBERTO

—¿Entonces? — mire a Donovan "¡Diego Balsa es el indicado!"

—No creo que haya alguien— mentí.

—Pronto lo encontraras, como nosotros— mire a Zacil, era cierto. Donovan sentía que nuestra relación estaba mal así que cuando terminamos se fue a México y fue donde la conoció a ella. Son el uno para el otro.

—¡Roberto! — mire a Karina y ella señalo en reloj "Se acabo el tiempo."

—Lo siento, tengo que irme, si quieren algo. Yo lo cocinare solo para ustedes— les regale una sonrisa, me levante de la mesa y regrese a la cocina.

Mierda, Diego. ¿Qué verga me hiciste?

—¡Dos especiales! — grito Yei, asentí y comencé a cocinar. Termine lo más rápido que pude y se los entregue a la chica.

—Y unos besos para el joven de la mesa ocho— me guiño el ojo, extrañado dirigi mi vista a esa mesa.

"Hablando del rey de Roma y el que se asoma."

El chico me miro y me regalo una sonrisa, sentí mi cara arder.

—Mierda— susurre y me di la vuelta, me recargue y seguí cocinando.

—Oye— Yei se puso a mi lado —El joven de la mesa ocho quiere un especial... Pero de ti en su cama.

—Cállate— la regañe, ella no paraba de reír. "Me arrepiento de haberle contado que me bese con Diego."

—No ya enserio, pidió un especial. Tu especial— comencé a cocinar.

—¡Roberto! — Karina se acercó a mí, pero no pare de cocinar—Cubre a Dylan hoy. Tuvo que salir por su madre.

La madre de Dylan está enferma y el la cuida, el empezó a trabajar aquí para cuidarla, mantenerla y pagar sus cirugías.

—Está bien. ¿Me puede decir las mesas?

—Mesa uno, cuatro, siete y ocho.

"Puta madre."

—Está bien, jefa— ella me miro, sonrió y se alejó "Por esta madre me merezco un aumento."

—Mesa ocho— canto Yei.

—Este es mejor día de mi vida— dije con sarcasmo, ella me miro y creo que entendió el mensaje por me miro seria —Lo siento.

—Igual yo— puse el plato que pidió Diego en mi mano y con la otra la abracé por la cintura.

—Te quiero con todo y tus estúpidas bromas— escuche como ella rio, me aleje de ella para llevar el platillo, lo deje en la mesa y el me miro.

—Gracias, Beto— mire a Diego.

—Que disfrutes tu platillo— me iba a regresar, pero me detuvo agarrándome de la muñeca.

—Perdón por lo de esta mañana, no debí hacerlo. No debí besarte— "Si, pero me gusto que lo hicieras."

—Está bien, no te preocupes. Nos dejamos llevar.

El chico no dijo nada más y yo entre a la cocina.

El chico no dijo nada más y yo entre a la cocina

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Deja que yo te enamore.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora