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DIEGO

—Roberto, basta— él jugaba con mi cabello mientras conducía.

—Es hermoso, tú eres hermoso— estacione, baje del auto y me di la vuelta.

—Roberto, vamos— lo baje, él se apoyó en mis hombros, caminamos hasta la entrada.

—Juan no me ama— no le hice caso, abrí la puerta, con cuidado subí las escaleras y fui a mi habitación.

—Roberto, coopera, cabrón— entramos a la habitación, cerré la puerta con el pie.

—Juan no me ama, pero sé que tu si— lo mire sorprendido.

—Estas pedo— se dio la vuelta para abrazarme.

—Comienzo a pensar, que también me gustas— susurro. Beso mi cuello, lo mordió varias veces.

Eso dejara marca.

—Basta— lo aleje, hice que caminara hacia la cama, como pude lo recosté y le quite los zapatos, él se sentó —Buenas noches, Beto.

—Barca— oírlo decir eso era la gloria, pero no era el momento.

—No, duerme Beto, ya— tomo mi muñeca y a pesar de estar borracho, logro tumbarme a la cama con él.

—Barca, te necesito— se sentó encima de mí, comenzó a frotarse, quito mi camisa de alguna manera.

—Dios...— jadee, tome sus caderas, el aumento sus movimientos, abrí mi boca y lleve mi cabeza para atrás.

"Perdóname, Juan."

—Barca— gimió en mi oído —Soy tuyo esta noche.

Dios mío, yo quería esto, pero no así.

—Roberto, basta— lo mire y lo pare —Estas borracho, te quiero, pero no así.

—Vamos— chillo —Juan me rechaza, y ahora tu— se movió.

Mal movimiento.

Mordí mi labio para que no escuchara, pero me estaba muriendo por dentro, ese movimiento me llevo al cielo y de regreso.

—Beto, lo siento ¿sí? Pero no.

Él se bajó de mí y se acostó dándome la espalda.

—Buenas noches, Diego Balsa— me acerque a él, bese su cuello.

—Algún día, te quiero Beto— me recosté, lo abracé por la cintura.

—Y yo a ti, Diego— sentí como acaricio mis brazos.

Cuando Juan le pregunto a Roberto sobre ser novios y él dijo que si, mi mundo se vino abajo. Maldigo ese día porque yo le iba a pedir a Roberto ser mío, maldigo al maldito de Hasvik.

Días después, pensé que Juan ya se había acostado con Roberto, pero el pelinegro me dijo que no, vi todo lo que le hizo, quería matar a Juan, pero no podía hacer nada, no puedo creer que Roberto no se acuerde del beso que le di el año pasado.

—Te amo, Beto— susurre, sabía que no tendría contestación por su parte, cerré mis ojos. Olía a vainilla, es perfecto en todo.

 Olía a vainilla, es perfecto en todo

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Deja que yo te enamore.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora