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ROBERTO

Abrí el restaurante unos minutos antes del horario que Karina me estableció. Fui a los lockers y tome la red de cabello y me la coloque al igual que mi mandil. Miles de los recuerdos de la noche anterior me inundaron.

—Te odio— dije con la seguridad de que nadie me escucharía. Prendí las luces de local.

"—¡Pues no lo demostraste mientras gemías mi nombre!"

Vi como los demás de mis compañeros comenzaron a llegar, entre ellos. Yei.

—Buenos días— la mire y le regale una sonrisa.

—Buenos días linda— mire su estilo de hoy. Una playera negra escotada, una falda y unas botas del mismo color.

"Regálame tu estilo ¿no?"

—¿Te quedaste aquí? — la mire confundido.

—¿Aquí? — ella asintió y lo recordé— Si, bueno me quede dormido mientras barría en la oficina de Karina y un par de horas después me levante y me fui a mi casa.

—Oh— dijo ella y se puso su delantal de mesera — Y el chico debajo del escritorio también estaba dormido.

Mierda.

—¿Qué? — ella soltó una risa y se acercó a mi oído.

"De-Deja... Deja lo dedos, te quiero a ti"— me imito.

—¿Que tanto escuchaste? — la mire serio.

—Solo los vi en los lockers y medite si seguirlos o no y vi que fueron a la oficina de Karina, estuve pensando en irme, pero en cuanto escuche los botones de tu overol caer, me quede. Así que escuche todo.

—Fue un error.

—¿Estabas borracho? — negué —¿Bajo drogas?

—¿Cuál es tu punto? — me gire donde la espalda. Los clientes comenzaban a llegar y todos nos empezábamos a mover.

—Mientras estuvieras consiente, nada es un error. Todo fue consensuado.

—Fue un error, estoy con Juan.

—Pues ayer no lo demostraste— la mire mientras esperaba que unas papas fritas se empezaran a freír.

—Yei...

—Se que te gusto porque escuche todo y te escuche con él. Estas mejor con el— volví a cocinar todo lo que me pedían. "Claro que me gusto, Diego es bueno con los dedos."

—Toma las ordenes si no quieres perder tu trabajo— me miro mal y obedeció de mala gana.

—Beto— mire a Dylan —Yei y mesa doce.

Oh no...

Me gire y la vi, le encargue la comida a Oscar y me dirigí a la chica.

—¿Algo pasa? — ella me miro y fue como se me agradeciera con la mirada.

—Nada, estamos bien ¿no dulzura? — ella no dijo nada.

—Te necesitan en la cocina— ella asintió y salió de la mesa, el señor me miro mal, me acerque a el —Un gusto, pero esto no es un putero, ella no es una puta para que la trates así, van varias veces que vienes y hasta que ella no te da lo que quieres, te vas —me aleje de el —La próxima yo te sacare a la fuerza de aquí.

Camine de nuevo a la cocina. Detrás de la barra que divide las mesas ya nosotros le conocemos como "Yei y la mesa doce", esa mesa es la más oculta de aquí, está en una esquina y las luces estaban medio apagadas.

—Fue mala idea traer falda hoy— mire a la chica, su mirada estaba apagada y se había cambiado su falda por un pantalón negro y me acerque a ella.

—El problema son los viejos asquerosos— la chica me regalo una sonrisa y ambos volvimos a nuestros trabajos.

Hace un par de años cuando la chica comenzaba a trabajar aquí venia un señor en busca de ella, al principio pensamos que era su padre o alguien de su familia, pero en cuanto vimos que ambos entraban al baño se tardaban unos minutos y luego salían. Él le daba dinero a ella y se iba.

Queríamos meternos, pero la chica insistió que ella lo tenía controlado, pero no fue así. Ambos se pelearon y luego el señor dejo de venir, a veces venia y Yei le pedía que se fuera y hasta que no volvían al baño se iba. Dejo de venir por un tiempo y todos pensamos que el señor estaba muerto, hasta ahora.

—¿Estas bien Yeiliz? — Karina hablo y la chica mencionada asintió —Saque el joven acosador. Roberto, necesito hablar contigo. Gerardo, te encargo la comida que cocina Roberto, vamos.

No dije nada y caminé con ella, entramos a su oficina.

"Si me despiden por tu culpa, te mato Diego."

—¿Todo bien? — ella me miro.

—Mire joven— "mierda" —En este restaurante tenemos varias reglas y estoy segura de que usted las conoce porque es el que más trabaja y el que más está aquí al margen. ¿Vamos bien?

—Si— estaba nervioso. Mucho.

—¿Sabe que hay cámaras aquí?

—¿En....En su oficina? — Karina asintió —Jefa yo...

—No es necesario explicar Roberto, no conozco al chico, pero tu sí. Esta vez se va con una advertencia porque por lo menos fue en mi oficina y no donde los clientes comen.

"Te voy a matar, Diego."

—Gracias de verdad, muchas gracias.

—Y para la próxima, que sea en el baño— salí de la oficina y mire a Yei di un suspiro de alivio y seguí cocinando.

—¿Y? — mire a la chica —¿Que paso? — vi como entrego un par de platillos y se volvió a acercar de mí.

—Me descubrió con Diego— la chica me miro.

—¿Con Diego? — mire a Dylan.

—Puto chismoso— el chico me lanzo un beso y se alejó de nosotros.

—¿Como? — busque una cámara y la apunte, la chica vio la cámara e hizo un gesto con sus dedos y me miro.

—Estaba caliente y creo que se me olvidaron las putas cámaras— la chica soltó una carcajada —No es gracioso pendeja.

—Claro que lo es. Yo lo escuche y ella los vio. Tenemos la historia completa y eso es buenísimo porque podre ver todo.

—Qué asco— ella me sonrió. Prefiero que se ría de mis estupideces a que comience a llorar por los viejos asquerosos que vienen al local solo por "la única chica que esta buenísima."

—¿Crees que vuelvan a hacerlo? — me di la vuelta para seguir cocinando lo que los clientes pedían.

—No lo sé— le entregue unos platillos, ella se alejó un par de metros para regresar.

—¿Cuantas veces van que se encuentran así?

—Las primeras veces no pasaban de besos, y los encuentros "calientes"— hice comillas con mis dedos —Empezaron con lo de la toalla y nuestros encuentros suben de nivel cada vez más.

—¿Te arrepientes? — negué —¡Lo sabía!

—A veces lo hago y a veces no. Imagínate que termino cogiendo con Diego y tengo que ver a Juan a los ojos— ella me miraba atenta —Debe ser incómodo.

—Mucho— la mire —Oh... No sabes esa historia. Se llamaba Chio San.

"Todos tenemos historias que contar."


Deja que yo te enamore.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora