Deja que yo te enamore.

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Contenido +18 más adelante, lees bajo tu propio riesgo.

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ROBERTO

No sé en qué momento paso todo tan rápido, estábamos besándonos en el restaurante y ahora estamos en el pequeño cuarto de los lockers. Diego me estaba cargando, yo seguía jugando con su cabello y el apretaba mis muslos y de vez en cuando subía sus manos a mi trasero jugando con él.

—Roberto...— jadeo, se alejó de mi —¿Estás seguro de que quieres seguir con esto?

—¿Tu no? — mire el reloj de mi muñeca, faltaban horas para volver a abrir el restaurante.

—Si, solo quería tu confirmación— empezó a caminar sin soltarme.

"Estar de espaldas no fue una buena idea."

No sabía a donde iba, pero poco me importaba. Empecé a besar su cuello dejando uno que otro chupetón.

Sentí que abrió una puerta como pudo y nos adentró a ambos.

—Barca— gemí en su oído. Se que eso lo excita.

—Oh, no debiste llamarme así— vi como cerró la puerta con su pie.

"Jefa, perdoneme por coger en su oficina."

Me sentó en el escritorio, me seguía besando por todos lados, yo solo tenía mi cabeza escondida en su hombro, sentí sus manos moverse por todo mi cuerpo logrando desabrochar mi overol. Entrelace mis piernas en sus caderas.

—Barca, te necesito— el no dijo nada.

Mordí mi labio. "Esto se siente tan bien y tan mal al mismo tiempo."

—Quiero escucharte— me levanto un poco para bajar mi overol por completo, no me arrepiento de no traer un short debajo.

Normalmente lo hacía por que me quitaba un tirante y el overol se bajaba de un lado haciendo que mis muslos se vieran un poco y los señores e incluso jóvenes gay me comieran con la mirada.

Eso era incómodo.

Con sus dedos dejo mis labios libres para que pudiera escuchar todo.

Quite su camisa y el la mía. Sentía sus labios por todos lados, sentí como fue bajando poco a poco.

—La palabra clave es vainilla— me aleje de él, me miro y asentí "Palabra clave ¿para qué?"

Me volvió a levantar para bajar la única prenda que me cubría, me inundaron unos escalofrios, hacia frio de noche en Monterrey.

—¿Preparación? — nuestras respiraciones estaban muy rápidas, sabía que cualquier sonido que yo emitiera lo prendería en un instante.

—Ajam— jadeé, vi como lamio un dedo y me volvió a levantar.

—¿Que vas a....? ¡Ah! — gemí en cuando sentí que lo introducía el dedo en mí.

—Mierda, Roberto, eres hermoso— beso mis labios, moví mis caderas y el entendió el mensaje porque metió otro dedo.

—De-Deja... Deja lo dedos, te quiero a ti.

El me miro, quito sus prendas y saco sus dedos.

—Cuando en stream dijiste que te media diecinueve, ¡Pensé que era una broma! — ambos soltamos una carcajada.