«Conocerte fue descubrir un género musical diferente al que suelo escuchar, pero que al final me terminó gustando.»
La vida de Andy está rodeada de decisiones. Jugar verdad o reto, declararse o no, el casillero tres o el cuatro, ser honesto con sus...
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Me gusta cerrar los ojos con fuerza e imaginar que mi vida es completamente distinta.
Imaginar una vida en la que nadie puede decirme lo que tengo o no tengo que hacer, una en la que yo decido lo que quiero ser sin temor a fallar, una en la que puedo gustarte, una en la que sí puedo ser feliz.
Esa es la razón por la que amo leer, porque al perderme entre los libros puedo imaginar tener una vida diferente. Porque solo los libros te dan la opción de elegir lo que quieras ser.
Eres el villano en una historia de fantasía o el héroe en una de acción; eres el protagonista de una comedia romántica o el asesino en una novela de suspenso; eres todo, menos tú.
E incluso, si te esfuerzas, eres feliz.
Feliz.
¿Cuándo fue la última vez que fui realmente feliz?
Ha pasado mucho tiempo que ni siquiera lo recuerdo. Aunque no voy a negarlo, sí, he sido feliz. Soy feliz cuando sueño tener otra vida, soy feliz cuando paso las páginas de los libros, soy feliz deseando ser la persona que te gusta. Pero cuando hablo de felicidad no hablo de una felicidad falsa, hablo de una real, una que, al abrir los ojos, seguirá estando ahí.
Y para mi mala fortuna, mi imaginación, los libros y tú me dan una falsa felicidad, una que me empeño en tener para llenar la real.
Me gusta cerrar los ojos e imaginar que soy alguien diferente.
Sí, me gustaría ser alguien más.
Alguien más valiente.
Más capaz.
Más fuerte.
Alguien que no sea yo.
Alguien que pueda merecerte.
Pero no importa cuánto me esfuerce en cerrar los ojos, porque cuando los abro, en el espejo siempre estaré yo.
El cobarde.
El que ha cometido un sinfín de errores.
El que tiene miedo de ser él.
Me gusta cerrar los ojos e imaginar ser alguien más en una vida diferente.
Sin embargo, eso también me asusta, porque mi imaginación sobrepasa los límites a tal punto que me cuesta separar lo que quiero con lo que tengo. Me aterra desear algo diferente porque sé que no importa cuánto me esmere en imaginar todos los posibles escenarios, al final eso no va a cambiar mi realidad.
Sin importar que imagine, todo seguirá igual.
Mi vida será la misma mierda.
Yo seré el mismo idiota.
Y tú... tú seguirás siendo la misma persona a la que le dedico lo que escribo.
Porque de todo lo falso en mi vida, tú eres lo único que se siente verdadero.
Porque eres el rayo de luz al que tanto me aferro.
Porque incluso si todo se apaga, voy a buscarte a ciegas. Porque incluso si tu mundo se cae a pedazos, levantaré cada pieza. Porque incluso si todo es falso, me encargaré de que se sienta real.
Y tal vez, algún día, pueda decirte lo que siento.
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