Siento un cosquilleo por todo el cuerpo en tanto Edward mueve sus labios de forma demandante contra los míos; de una u otra manera él siempre termina teniendo el control de la situación.
Y no me quejo, creo que me gusta.
Vale, no puedo decir "creo" cuando estoy a nada de dejar la tierra e ir al plano astral con solo probar sus labios. Y tal vez no hay mejor forma de describir lo que los besos de Edward me hacen sentir que eso; se siente como si tu alma se separara de tu cuerpo, como si todo desapareciera de tu vista, como si un solo movimiento bastara para dejarlo y tenerlo todo al mismo tiempo: dejas tu vida, pero lo tienes a él y ahí lo tienes todo.
El suave regusto a alcohol se mezcla con el ligero olor a su colonia entre mis sentidos, bloqueándolos aún más. Ambos estamos sobre la cama, yo sentado a horcajadas sobre él con mis manos en sus hombros, sujetándolo con fuerza, mientras que Edward está casi acostado, recargándose con sus antebrazos. No sé por qué siento que esta posición es nuestra. Mi corazón bombea a todo lo que da y solo puedo pensar en lo mucho que necesitaba tenerlo de esta manera. No sé cuánto tiempo hemos estado en esta posición, pero tampoco es como que si me importase.
Los dos (sobre todo el tonto de Edward) nos tomamos demasiado en serio el "conocer nuestras bocas", aunque, al besarlo de esta manera, siento que nuestras bocas no se están conociendo, mejor dicho, ya se conocían y solo están reforzando lo que ya sabían.
Me gusta esta sensación.
Él baja su espalda con lentitud hasta que da con el colchón, acostándose por completo, no entiendo por qué el cambio repentino de posición, sin embargo, creo saber por qué cuando sus manos se colocan sobre mis muslos y hunde sus dedos, presionándolos. No podía tocarme antes porque se estaba apoyando de sus antebrazos. Una corriente eléctrica me recorre de pies a cabeza y un estallido de emociones va directo a mi estómago, quemándome. Arde, su agarre arde y lo que siento también lo hace.
Como si ya no pudiera más, se separa de mí y de mala gana también lo hago. Quería seguir besándolo. Abro los ojos, frunciendo el ceño y toda indignación se va cuando lo observo delante de mí, ojos llorosos, mejillas teñidas de carmesí y labios rojos. Paso saliva por mi garganta, qué lindo es. Aparto la mirada hacia el costado sintiendo que mi rostro arde todavía más. Podrán pasar meses e incluso años y jamás podré acostumbrarme a tenerlo de esta manera ni a ponerme de esta forma.
El sonido de nuestras respiraciones es lo único audible en la habitación y eso me causa un fuerte deja vu; ahora estamos de la misma manera en la que estábamos cuando nos besamos el día que vino a cenar con mi familia: mismas expresiones, misma habitación, mismo ambiente. La única diferencia es que ahora los dos somos honestos con lo que sentimos y con la evidente atracción que hay.
Edward toma mi barbilla con su mano, girando mi cabeza para que pueda verme a la cara. Él me ve directo a los ojos y sonríe mostrando sus dientes lo cual termina de cavar mi tumba. Cada vez que esboza una sonrisa mi corazón se acelera, cada vez que me mira de esa forma mis emociones se alteran, cada vez que me toca mi cuerpo arde, cada vez que estoy a su lado mi mente solo dice: «Edward, Edward, Edward, Edward...».
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Una perfecta confusión
Teen Fiction«Conocerte fue descubrir un género musical diferente al que suelo escuchar, pero que al final me terminó gustando.» La vida de Andy está rodeada de decisiones. Jugar verdad o reto, declararse o no, el casillero tres o el cuatro, ser honesto con sus...