Vive tus sueños y duerme la realidad. - Harry Styles.

Capitulo XX

Luego de que Steph terminara, vimos una película, y era realmente asquerosa de mala… Así que cada uno se fue a su casa, pero yo me quedé por ahí caminando con Steph en medio de la nieve…

- ¡Oh por dios! Este es el mejor regalo de navidad de mi vida. – dijo una chica corriendo hacia a mi para abrazarme, debía de haber tenido unos once o doce años. – Harry Styles, eres mi ídolo junto a los chicos. – sonrió con sus ojos brillantes, me soltó y me agaché para estar a su altura.

- Espero que te agrade… tengo algo para ti. – dije sacándome la bufanda que traía y se la entregué.

- ¿De verdad me la das? – dijo y asentí. – Pero te pondrás mal…

- No te preocupes. – sonreí.

- Ten, yo no canto. – dijo Steph y me entregó su bufanda.

- Gracias… - dije y miré a la chica. - ¿Ves? Todo se soluciona.

- Gracias. – sonrió me abrazó por última vez y se fue.

- Que ternura era esa chica. – sonrió Steph y volvió a tomarme la mano.

- Sí… - dije.

- Te siento distante… ¿pasa algo? – dijo ella.

- Es que nunca pensé que en navidad comenzaría a ser novio de la chica más cabezota que existe. – sonreí y me dio en el brazo.

- No soy cabezota. – dijo.

- ¿Lo ves? – reí y volvió a darme en el brazo. - ¿Ves? – repetí y rió.

- No seguiré. – dijo y yo la abracé.

- Pues no sigas. – sonreí y le besé la mejilla.

- Te a… - la interrumpió el sonido de su celular. – Discúlpame… - dijo y se apartó.

Estaba pateando la nieve cuando volvió a mi lado con unas lágrimas recién saliendo de sus ojos.

- ¿Qué pasó? – dije al mirarla y ella sólo explotó en llanto. – Linda… - dije y la abracé. – No te preocupes, todo pasará… - dije mientras le acariciaba la espalda.

- No lo creo. – se separó de mí y le limpié las lágrimas que estaban corriendo por sus mejillas.

- ¿Me contarás? – dije.

- Lo que pasa es que – dijo sentándose en una banca. – mis padres tienen problemas, y mi mama se ha intentado suicidar por eso… y nuevamente lo intentó, pero sólo quedo en un intento fallido… - dijo y la abracé.

- ¿No quieres ir a verla? – dije y negó con su cabeza.

- Me han corrido de la casa con lo puesto… - dijo y me soltó.

- ¿De verdad? – dije. – Puedes quedarte a dormir en mi casa si quieres.

- No te preocupes, ya ha pasado esto antes y no pasarán más de diez minutos para que me llame mi padre diciéndome que me devuelva a casa. – dijo encogiéndose de hombros.