Capítulo 22

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¿POR QUÉ ELLA?
|Leonardo Pereira|

Estaba al límite de mi paciencia. Me encontraba en una situación desfavorable por ciertos asuntos de la compañía, dejando de lado lo destrozado que esa mujer me tenía, literalmente. El golpe me dolía más de lo que pensaba que lo haría, pues por alguna extraña razón me causaba dolores de jaqueca que una pastilla no podía aliviar.

Decidí perdonar el incidente, pues sabía que Sara no me habría lastimado con malas  intenciones y debía reconocer que en parte era mi culpa por no ser consiente de lo que pasaba a mi alrededor. Sin embargo, ahora la situación era totalmente distinta:

El despedirla había sido la mejor decisión que pude haber tomado. Era la única forma de librarme de todo lo que ella representaba. 

—¡¿Qué ella hizo que?! — Amelia me gritó desenfrenada.

El hecho de que despidiera a la que sería su salvación antes de nuestra boda, la jodía por completo.

— Destruyó mi casa, me lastimó el rostro, ah... Y se agarró a golpes con una invitada mía. Si eso no ameritó su despedida, no se que lo haría.

— No puedo creer todo lo que me estás diciendo — resopló con incredulidad— Ella era mucho mejor que cualquier secretaria que hayas tenido.

— Ha sido la peor. — gruñí.

— ¡La quiero de vuelta! Tu no tenías ese derecho, eso es algo que me correspondía a mi. — se señaló a si misma mientras hacía su rabieta.

— Haz lo que te venga en gana, que yo no pienso volver a contratarla.

— ¿Qué harás sin secretaria? — me cuestionó — Se viene el fin de temporada y solo te recuerdo que nece...

— De eso me encargo yo.

— Esto no se va a quedar así, Leonardo.

Salió furiosa, pero a mí eso me dio por mi lado. Por fin me había deshecho de ella, de ese problema que creía no tenía solución, pero... ¿Por qué me sentía tan extraño?

[...]

Ya había pasado una semana desde que contraté a una nueva secretaria. Valeria, ese era su nombre. No era tan guapa como las anteriores, pero si que era de un muy buen ver.

— : Un café — le pedí.

Pasaron tan solo cinco minutos cuando ella ya estaba entrando con mi encargo.

— Su café, señor.

Era coqueta y tímida a su vez. Linda sonrisa, lindo trasero y lindas piernas.

— Gracias — le guiñé.

Ella era muy competente, lo que le pedía lo traía de inmediato. Era demasiado eficiente y eso de alguna manera me molestaba.

— Señor, lo buscan.

— ¿Quién?

— Su nombre es Clarisa.

Ah... Me había olvidado de ella por completo.

—Hágale pasar.

Esperaba que Amelia estuviese bien encerrada en su oficina, no quería un escándalo de celos.

— Hola, guapo — me saludó como sabía que me encantaba — Ya veo que tienes nueva secretaria.

Continúe checando unos recibos mientras ella hablaba.

— Por el momento. ¿Qué haces aquí?

— Venía a hablar sobre mi posible regreso como tú secretaria.

LA CHICA DESASTRE ©° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora