Capítulo 33

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ACEPTACIÓN
|Sara Stone|

 
Apenas e ingresé al trabajo fui corriendo a su oficina. Ayer intenté contactarla para avisarle que el señor Pereira se había marchado temprano, pero jamás respondió a mis llamadas. Toqué a su puerta tres veces seguidas y después de que ella me hiciera pasar comencé a excusarme. No pude cumplir su promesa y seguramente está vez si se había revolcado con cualquier piruja.

¡Desgraciado!

—¡Oh, Ana! — se me abalanzó en un abrazo inesperado, así que me quedé inmóvil sin saber cómo reaccionar.

¿Tan malo fue?

—Yo lo siento, señorita Amelia — comencé a decir — Él simplemente...

—No sabes lo agradecida que estoy contigo — se separó de mi para mirarme directo a los ojos — Anoche tuve una de las mejores noches de mi vida y todo gracias a ti.

Volvió a abrazarme.

—De verdad?

—Si — al fin me soltó — Estás haciendo un excelente trabajo, sin duda eres lo que yo estuve buscando todo este tiempo.

—¡Wow! Pues... Gracias — me rasqué la nuca — Supongo.

«¿A qué se debía?»

—Creo ya no es necesario que te quedes como su secretaria hasta el día de nuestra boda — sacó unos papeles del cajón de su escritorio — Las cosas marchan bien y opino que es hora de que busquemos un buen puesto para ti en esta empresa. ¿Algún cargo que quieras?

—Pues yo...

Se suponía que debía estar feliz ¿no?

Entonces... ¿Por qué me sentía tan triste de repente? Esto era lo que siempre había esperado. Alejarme de aquel hombre e incursionar en mi puesto soñado de trabajo. Entonces... ¿Por qué parecía ser una decisión tan difícil?

—¿Y bien?

—Déjeme pensarlo — respondí — Es una decisión muy importante y debo tomarla correctamente.

—Bien — guardó el archivo — Te daré una semana para pensarlo. Vuelve a tu puesto de trabajo.

—Gracias.

Me dirigí a la salida de su oficina pensando en la situación en la que me encontraba.

—Ana... — Me llamó.

—¿Si?

—Gracias — dijo regalándome una cálida sonrisa.

Le devolví la sonrisa con fingida reacción y seguí mi camino. Era tiempo de tomar una decisión, una decisión que ya creía tomada.

¿Qué era lo que me detenía?

—¡Hey!

Di un respingo poniéndome las manos sobre el pecho y es que sentí que se me salía el corazón.

—¡Me asustaste!

—Eso te pasa por distraída — respondió Esteban — ¿Lista para esta noche? No voy a dejar que me lo aplaces otra vez.

LA CHICA DESASTRE ©° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora